14 noviembre 2010

Explicación del ateísmo


Las últimas opiniones del astrofísico inglés Stephen Hawking, y las discusiones que han provocado, sobre el lugar de un Creador del Universo, me han conducido a un laberinto mental, del que humildemente tengo que reconocer que no sé cómo salir de él. Porque tratar de explicarnos lo que nos supera, es tarea tan vana como aquella, tan plástica, de querer llevar el agua del mar a un hoyo en la arena. Me impongo por tanto el deber de concluir, de momento, porque la pregunta ¿existe Dios? es inagotable y no dirimible.

El onus probandi, la carga de la prueba, recae en quien sostiene una opinión, y no en quien la rebate: incumbit probatio qui dicit, non qui negat. Alguien, ingenuamente, podría pensar que los ateos, por ser negantes, estuviesen eximidos de probar su posición. Pero, puesto que ni creyentes ni increyentes ocupamos una posición diferenciada o de privilegio, sino que habitamos el mismo mundo (que ha podido ser obra de un creador o, como otros quieren, de un mero casus), la prueba está igualmente repartida entre todos. Voy pues a abandonar mi pasada posición de sostenedor de la tesis teísta, para ocupar ahora la posición (seguramente más cómoda) de negante del ateísmo, al que demandaré que pruebe su pretensión.

Al buscar en google la viva estampa del ateísmo, que es Nietzsche, me he encontrado de bruces con esta conocida y penosa imagen del hombre doliente, con la cabeza ida, inválido, al cuidado de su hermana. En otro tiempo pude pensar que su prostración fue un signo de la providencia, o como dicen en los pueblos, un "castigo de Dios" al filósofo, por haber propalado ideas demoníacas. Sin embargo, ahora la imagen me transmite sensaciones por completo opuestas. Al hombre Friedrich Nietzsche también le fue concedido, providencialmente, la experiencia del desvalimiento, para que él mismo participase del dolor del mundo y de la sanación y cuidados de sus próximos. Et eritis filii Altissimi, quia ipse benignus est super ingratos et malos (Lc 6,35).

Esto que digo no es una simple reflexión piadosa, sino que ha de tener también sus consecuencias "filosóficas". De existir Dios, debe ser por igual para buenos y malos, para tontos y listos. Dios no está reservado a los santotomases, sino también es para los incapaces, los inocentes, y en fin, para quienes le niegan. Por eso, la religión más auténtica no es la de los sabios y pensadores, que esgrimen el Denzinger como razón última, sino la fe de los niños y los sencillos. La teología más veraz no será la que discuta con la física, sino la que pueda dar cuenta de un Dios que sea para todos.

Comencé mis reflexiones in principio (Gn 1,1), y ahora termino con otra creencia del pueblo de Israel: et creavit Deus hominem ad imaginem suam (Gn 1,27), que ha de ser una verdad para todo tiempo y lugar (incluso extensible, así lo pienso, a otros planetas habitados de nuestro Universo). En una entrada anterior del blog [vide] ya me he referido a lo que de esto dice Santo Tomás (S.Th. 1 q.93 a.4), y a lo que vuelvo:

"homo habet aptitudinem naturalem ad intelligendum et amandum Deum, et haec aptitudo consistit in ipsa natura mentis, quae est communis omnibus hominibus" (el hombre tiene aptitud natural para conocer y amar a Dios, que consiste en la misma naturaleza de la mente, que es común para todos).

Negar la existencia de Dios, como negar que ahora es de día, no mata a Dios. El ateísmo es entonces vano. Podemos creer, o no, pero no podemos suprimir a Dios con un simple ejercicio de la mente, como tampoco podemos hacer que ahora el día sea noche.

Por otro lado, que la mente sea apta (sea capaz) de concebir a Dios, es manifiesto, por testimonios de todos los tiempos, y conocido por simple introspección. Pero la simple aptitud no es todavía ejercicio [secundum quod homo actu vel habitu Deum cognoscit et amat, sed tamen imperfecte]. La afirmación de Dios no es como la fuerza de la gravedad, que es forzosa. Es una alternativa a la negación, al ateísmo. Avengámonos entonces a pensar que teísmo y ateísmo son iguales en dignidad intelectual, pero que ambas alternativas de la mente se fundan en una única y misma aptitud, que es la de conocer (y de amar) a Dios.

Esta es la explicación última de que el ateo, performativamente, sólo puede negar a Dios invocándolo. Y también que lo decisivo en el acto de conocer a Dios no es la argumentación, sino algo previo al discurso intelectual, que es común a todos los hombres, ricos y pobres, sanos y enfermos, listos o inocentes. Conocer y amar une, la razón divide. Aquí encuentro también la explicación de que nunca hallaremos ninguna prueba que nos convenza de que Dios existe (o de lo contrario).

6 comentarios:

  1. Siempre entendí que la Fe es una gracia, no algo que se alcanza con el estudio, y tu entrada me reafirma en ese aspecto.

    De igual forma jamás creo que la razón pueda demostrar o negar la existencia de Dios, sin fe, la única postura racional es no negar ni afirmar, simplemente dejar abierta cualquier posibilidad.

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  2. Sí, Capitán, eso es lo que dice Santo Tomás. La fe es gracia (xaris, o dicho más a la pata la llana, "algo que se nos concede", y que entonces no depende de que yo quiera o no quiera creer, o que diga o razone que Dios existe o no existe. Eso es la "gracia", algo que es gratis, un regalo o favor recibido.

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  3. Precioso y preciso post, Joaquín. Estoy contigo en que hay como una especie de estructura óntica que impide la evidencia de Dios. Esto, creo, viene dado por la constitución del creari, en el sentido escotista. Si el Dios fuese una evidencia de la razón, el hombre vería impedida su libertad, aunque sea la intelectual. Si Dios no se dejara entrever en los resquicios de lo real, entonces la fe en él sería una mera posición ultraracional.
    Creo firmemente que hay, como dice Tomás, una estructura en los hombres que les permite, sólo eso, creer y amar a Dios. Es como la marca de fábrica, el copy rigth del hacedor.
    pero sólo eso, una marca que nos duele y escuece hasta que conozcamos tal y como somos conocidos.

    Felicidades por la serie de post. Un verdadero regalo para todos nosotros.

    Un abrazo

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  4. Gracias a tí por tu generosidad, Bernardo. Y a todos quienes han ido comentando en esta "serie" (que dejaré entornada, no cerrada), porque así nos hemos ido enriqueciendo con el intercambio.

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  5. "homo habet aptitudinem naturalem ad intelligendum et amandum Deum, et haec aptitudo consistit in ipsa natura mentis, quae est communis omnibus hominibus" (el hombre tiene aptitud natural para conocer y amar a Dios, que consiste en la misma naturaleza de la mente, que es común para todos).

    ...para quienes tengan acceso a leer entre líneas... aquí está la respuesta...

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  6. La invitación que hizo nietzsche a vivir (una vida terrenal, no una ficticia vida en un más allá) es admirable, y lo admiro. Nietzsche no necesita lastima ni compasión (mucho menos de los cristianos), escribio y vivio su pensamiento. Vivir como uno piensa, llevar adelante nuestra vida por propias cuentas sin tercerizar en divinidades es la mejor invitación posible para un hombre. Y esta forma de vida, esta forma de ir en contra del rebaño, contra un dogma de poder para unos pocos (la santisima iglesia, por ejemplo)es la forma de libertad, ¡la verdadera libertad! Nietzsche es el super hombre, es eterno.

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