25 octubre 2010

¿Qué hacer?


La gente le preguntaba: ¿Qué tenemos que hacer? Y les contestaba: 'El que tenga dos túnicas, que le dé una al que no tiene ninguna, y el que tenga comida que haga lo mismo'. Vinieron también a bautizarse algunos de los que recaudaban impuestos para Roma y le dijeron: 'Maestro, ¿qué tenemos que hacer?' Él les respondió: 'No exijáis nada fuera de lo fijado'. También los soldados le preguntaban: '¿Y  nosotros qué tenemos que hacer?' Juan les contestó: 'No uséis la violencia, no hagáis extorsión a nadie, y contentaos con vuestra paga'.

Eran ya muchos días que tenía los evangelios abiertos por el de Lucas el médico, deslizándome por la superficie de sus quilates literarios, cuando por fin he tenido una revelación al leer este pasaje de arriba (Lc 3,10-14), de la predicación de Juan el Bautista. Son palabras ardorosas, que parecen pronunciadas para siempre, porque satisfacen nuestra inquietud perenne: ¿Y ahora, qué hacer? La respuesta única del profeta en su cadena de exhortaciones es: huir del ensimismamiento, y ayudar a los necesitados (y no tan sólo tenerlos en el pensamiento). También es oportuno observar que Juan no dijo: ¡estudiar las Escrituras!, sino que apelaba a la acción. Un poco por justificarme, tal vez me crea que hacer públicas las ideas en un blog sea otra manera de compartir con otros los pocos bienes que uno tiene... (perdón por el sermoncico).

18 octubre 2010

Dicen del blog...

"Joaquín Alegre aporta páginas procedentes de “Majao Público”, blog de corte reflexivo con tendencia ensayística y con dedicación especial, casi excluyente, a asuntos relativos a lo jurídico, lo religioso y lo trascendente. Las partes del libro (Ideas, Creencias, Ocio y Negocio) señalan este contenido. El apunte improvisado de inmediatez que parece requerir la escritura bloguera se convierte en comentarios muy cultos, llenos de referencias clásicas y aun citas en latín, y el autor habla de Santo Tomás, Julián Marías o García Morente, o de su afición de bibliófilo. Es un tipo de bitácora especulativa, cuyos análisis, eso sí, se ciñen a una medida breve de entre una y dos páginas. Ésta sería la única o principal huella que el soporte deja en la escritura...".

Santos Sanz Villanueva, "Álogos: letras en la red". Cuadernos Hispanoamericanos, nº 723 (septiembre 2010), pp. 63-67 [link] [Vía].

12 octubre 2010

Interludio tomista sobre el amor y la enemistad

En la entrada anterior, en que se trataba del así llamado problema del mal, o del sufrimiento [link], mencionaba justamente al archiconocido escritor inglés C.S. Lewis, y su libro The problem of pain. Sus libros son muy valiosos, y es vano que yo añada algún motivo nuevo para leerlos. Puedo decir, para los lectores no ingleses, que leído en su lengua nativa su pensamiento es transparente. La prosa de C.S. Lewis es clara y ordenada como sus mismos razonamientos. La última vez que estuve en Londres me traje un puñado de sus libros, que compré en la librería de la CLC de Holborn Viaduct, entre otros su magistral A grief observed.

Ahora que lo estoy trayendo a colación, leyendo a Santo Tomás, descubro que las ideas de C.S. Lewis, como Jano bifronte, miran a los antiguos y a los modernos. Su discurso arranca de los teólogos de escuela, dialoga con la ciencia moderna, y logra ser muy fecundo en el pensamiento teológico de nuestro tiempo. Nada más alejado de un simple vulgarizador: se aprende mucho leyendo a C.S. Lewis. Para comprobarlo, voy a comentar ligeramente uno de sus argumentos sobre la "Divine omnipotence" (capítulo 2 de El problema del dolor), en un párrafo que copio y traduzco (con torpeza), donde replica a la objeción de que Dios no sería todopoderoso (almighty), puesto que no ha evitado el dolor en el mundo:

"If the fixed nature of matter prevents it of being always, and in all its dispositions, equally agreeable even to a single soul, much less is it possible for the matter of the universe at any moment to be distributed so that it is equally convenient and pleasurable to each member of a society (...) This is far from being an evil: on the contrary, it furnishes occasion for all those acts of courtesy, respect and unselfishness by which love and good humour and modesty express themselves. But it certainly leaves the way open to a great evil, that of competition and hostility. And if souls are free, they cannot be prevented from dealing with the problem by competition instead of courtesy. And once they have advanced to actual hostility, they can them exploit the fixed nature of matter to hurt one another. The permanent nature of wood which enables us to use it as a beam also enables us to use it for hitting our neighbour on the head...".

"Si la fijeza de la materia impide que  sea siempre, en todas sus disposiciones, igualmente agradable para un sólo individuo siquiera, mucho menos posible es que la materia del universo se distribuya a cada momento de manera que convenga y guste por igual a todos los individuos (...) Esto está muy lejos de ser un mal; por el contrario, ofrece ocasión para todos aquellos actos de cortesía, respeto y generosidad por los que se expresan el amor, el buen ánimo y la modestia. Pero es cierto que abren la puerta a un gran mal, el de la rivalidad y la hostilidad. Y si los individuos son libres, no se les podrá impedir que afronten sus conflictos rivalizando, en lugar de siendo amables. Y una vez que pasen a las hostilidades, tendrán en su mano emplear la fijeza de la materia para agredirse. La naturaleza permanente de la madera, que nos permite usarla como viga, también nos consiente emplearla para darle un porrazo en la cabeza al vecino...".

Porque el mundo es así, y somos libres, podemos jugar a ser buenos o malos. El universo, indiferente, ofrece las mismas oportunidades para hacer el bien o el mal, para ser amigos o enemigos. Dios, concibiendo otro mundo, tal vez hubiese podido impedir el mal, a costa del mismo bien y de la misma libertad de sus criaturas. Pero hay mal, porque hay bien.

Observa Santo Tomás de Aquino que los opuestos se conocen el uno por el otro, como la tiniebla por la luz [sicut per lucem tenebra] (S.Th. 1 q.48 a.1). Y lo mismo el mal se conoce por el bien [quid sit malum, oportet ex ratione boni accipere]. Pero, ¿de dónde viene el mal que encontramos en el mundo? Intentar una respuesta a esta pregunta nos ayudará a entender las tesis de C.S. Lewis a la luz de Santo Tomás.

Se encuentra en la Suma Teológica (1 q.47 a.2) la importante pregunta (quaestio) de si Dios ha creado la desigualdad en las cosas (unas buenas y otras, malas o menos buenas) [utrum inaequalitas rerum sit a Deo], donde Tomás discute las tesis del teólogo alejandrino Orígenes expuestas en los principios, de principiis o peri archon.

Sostenía Orígenes que en el principio Dios creó las cosas dotadas de razón, y todas iguales [Deus primo creavit creaturas rationales tantum, et omnes aequales], y la desigualdad en las cosas provino de la libertad [primo exorta est inaequalitas ex libero arbitrio], por la que las criaturas se inclinaron (conversis) o se apartaron (aversis) de su Creador.

Tomás rechaza esta tesis, porque es contraria a la bondad de Dios con el mundo [secundum hoc, universitas corporalium creaturarum non esset propter bonitatem Dei communicandam creaturis], ni conviene con lo que dice el libro del Génesis: "Y vio Dios todo lo que había hecho: y era muy bueno".

Tomás recurre a Aristóteles para afirmar que las cosas se distinguen porque son desiguales [distinctio formalis semper requirit inaequalitatem], y así en la naturaleza se manifiesta un orden gradual (minerales, plantas, animales, hombres), en que se ve que unas especies son más perfectas que otras [in singulis horum una specie perfectior aliis invenitur] (aunque hoy se prefiera hablar de diversidad, o de complejidad, en lugar de perfección).

Fundándose en el orden físico, Tomás afirma que la sabiduría divina es la causa de la diversidad y de la desigualdad. No sería perfecto el universo si las cosas no fuesen unas mejores o peores que otras [non enim esset perfectum universum, si tantum unus gradus bonitatis inveniretur in rebus].

A primera vista, C.S. Lewis parece separarse de Santo Tomás, por pensar que la materia, el universo, no sea peor ni mejor, sino simplemente así. Tomás, por el contrario, es dependiente de una metafísica gradual y comunicativa, donde el mal quedaría definido, por su opuesto, como ausencia de bien [quaedam absentia boni]. Por eso, como ya habíamos avanzado, donde Tomás dice malum, C.S. Lewis prefiere decir sufrimiento, suffering, dependiente de nuestra libertad, y que padecemos o hacemos padecer a otros. El universo físico, diremos contra Tomás, no es ni bueno ni malo, porque sólo descubrimos su bondad con ojos metafísicos (vidit Deus cuncta quae fecerat, et erant valde bona). Pero la visión metafísica no resuelve de inmediato la evidencia experimental, tangible y carnal, del sufrimiento y el dolor.

04 octubre 2010

El problema del sufrimiento

Es el problema clásico de la teología, y la gran objeción contra Dios: el mal, o quizá preferible llamarlo así, el problema del sufrimiento. El mal connota un problema moral (bonum et malum), y se dice de un objeto, de algo o alguien que es bueno o malo. Mientras que el sufrimiento, que es soportar o sobrellevar (sufferre) un dolor o padecimiento, se dice del sujeto que sufre. Que en el mundo haya algo malo, no es realmente un problema: porque el mundo es así, y lo malo es algo que le atribuímos o predicamos. Lo que decimos que es malo, es una anécdota, a escala cósmica. El universo es indiferente a la maldad. En cambio, el sufrimiento es innegable para el que sufre, y eso sí que es un problema. Con buenas razones, el publicista inglés C.S. Lewis optaba por tratar del daño y el dolor tangible y observable (The problem of pain, 1940), y no del mal, en abstracto.

Santo Tomás de Aquino, siguiendo a los maestros, habla del mal (malum). Pero antes de entrar en materia, vamos a hacer números. Tengo encima de la mesa la "edición leonina" de la primera parte de la Suma Teológica (Madrid, B.A.C., 1995, quinta editio). Es la parte que trata de Dios, de la Trinidad, y de la Creación. Ocupa en esta edición 816 páginas, de letra chica, a doble columna, y calculo unas 80.000 líneas, en números redondos. Para hacernos una idea, la angelología, o tratado sobre los ángeles, ocupa en esta edición unas 94 páginas, más del 10% del total (que por algo se le llama Doctor Angélico, que no es porque escribiese como los ángeles...). Al problema del mal, por el contrario, no lo trata siquiera por separado, sino como mera objeción a la tesis de la existencia de Dios (q.2 a.3), despachándolo, si no he contado mal, en apenas 17 líneas. Insólito esfuerzo de concisión para un asunto que aún distrae a las mentes, y sigue esgrimiéndose lo mismo en debates de altura que en discusiones de barra de bar. Comprender la respuesta del Aquinate pasa, antes que nada, por explicar su extrema parquedad. Vayamos primero a la objeción, que discurre escuetamente así:

1. El nombre de Dios se dice de algo [quodam] que es bueno sin límite [bonum infinitum]. 2. Así pues, si Dios existiese, no habría mal [nullum malum inveniretur]. 3. Sin embargo, en el mundo hay mal [invenitur autem malum in mundo]. 4. Ergo Deus non est.

Si el mal existe, Dios, que sería el sumo bien, no existe. Ésta es la objeción clásica, y la gran acusación contra el nombre de Dios. Tomás responde con Agustín, y aún extracta la respuesta en una simple sentencia: Es propio de la bondad infinita de Dios, permitir que haya males, para hacer de los males, bienes [ad infinitam Dei bonitatem pertinet, ut esse permittat mala, et ex eis eliciat bona].

Parece que Santo Tomás no entra al trapo, y es que para él, el mal no es un problema. No puede contradecir [contrarium] al sumum bonum, porque si hay mal en el mundo (lo que es evidente para nosotros), también Dios existe (aunque no nos resulte evidente). Luego, no es que el mal pusiese en cuestión que Dios exista, sino que hay que cohonestar el mal con el sumo bien. Y éso sólo cabe pensando que Dios también haga bien por mal [ut bene faceret etiam de malo]. O como dice nuestro refrán, "no hay mal que por bien no venga".

En cierto modo, Santo Tomás invierte los términos del problema. Si partimos de la evidencia del mal, negaremos a Dios. Pero si afirmamos que Dios existe, el problema del mal se disuelve. Es un "pseudoproblema". Esto no lo dice, pero se colige de la ligereza con que el Aquinate pasa página a la objeción. En puridad, el dato del mal no tiene ninguna explicación, viene a decirnos, más que no es contrario a la bondad de Dios. Amén, así sea.

03 octubre 2010

Contra principia negantem...

Contra principia negantem, non est disputandum (no hay diálogo posible con quien niega los principios). Esta antigua máxima de escuela explica sabiamente la decepción de cualquier debate sobre Dios, que es el máximo principio, la causa universalis. Lo explica bien el téologo Bernardo Pérez Andreo [Rara temporum].

Santo Tomás de Aquino repite esta vieja enseñanza (Suma Teológica, 1 q.1 a.8), observando que a los saberes superiores, como la metafísica, compete disputar con el adversario, si en algo coincide con nosotros [metaphysica disputat contra negantem sua principia, si adversarius aliquid concedit]. Pero si en nada convenimos con el adversario como punto de partida, por principio, no se puede discutir con él, sino resolver sus argumentos [si autem nihil concedit, non potest cum eo disputare, potest tamen solvere rationes ipsius].

Y lo mismo en teología, porque la fe se funda en la verdad [fides infallibili veritati innitatur], y es imposible demostrar nada contrario a la verdad [impossibile sit de vero demonstrari contrarium].

Esta explicación nos puede parecer insatisfactoria, porque nuestro adversario (quien niega los principios, quien niega que exista Dios) tampoco nos concederá que la verdad esté de nuestra parte. También es doctrina tomista que la verdad tiene un despliegue histórico, y que no todos los hombres participan de unos mismos saberes y unos mismos principios. Puede leerse tranquilamente (en latín o en castellano, ad libitum), como ilustración de lo que digo, la respuesta a la pregunta S.Th. 1 q.44 a.2, que comienza así: antiqui philosophi paulatim, et quasi pedetentim, intraverunt in cognitionem veritatis... [Corpus Thomisticum].

02 octubre 2010

Humility

What is committed to you, attend to; for what is hidden is not your concern. With what is too much for you meddle not, when shown things beyond human understanding [New American Bible]. "No pretendas lo que es demasiado difícil para ti, ni trates de indagar lo que supera tus fuerzas: reflexiona sobre lo que te ha sido mandado, porque a ti no te conciernen las cosas secretas" [El libro del pueblo de Dios].

Como niño con zapatos nuevos, estrenando libro. Dice un adagio inglés que the best things in life are free (las mejores cosas de la vida son regaladas). Eso lo experimento con los libros. Para un coleccionista, invertir y comprar, no tiene apenas mérito (más que disponer de caudales). La búsqueda durante muchos años, a veces encuentra recompensa por caminos insospechados. Hoy me invitaron a almorzar, y me puse a rebuscar en los libros de la casa, donde veo que poseen, ahí es nada, una edición revisada (1971) de la primera (1970) de la New American Bible, que es la traducción católica de la Biblia auspiciada por la Conferencia Episcopal de los USA, que sirve de traducción en la página del Vaticano [enlace]. ¡Y me la han regalado!

Yo poseía ya la versión "King James", y la versión revisada standard que edita Cambridge; pero ésta es otra cosa. El ejemplar está flamante, encuadernado en genuine leather, y como curiosidad tiene encartado, en la página de guarda, un retrato en color de "His Holliness, Pope Paul VI, the Pope of Peace and the first Pope to visit the U.S.A. and the United Nations". Incluye también la carta introductoria de Pablo VI, fechada en el Vaticano, el mes de septiembre de 1970, donde dice: "For the faithful in all English-speaking countries the publication of The New American Bible represents a notable achievement. Its pages contain a new Catholic version of the Bible in English...".

Para estrenarla, he copiado arriba la traducción americana del libro del Eclesiástico, 3,22, que he citado en una entrada anterior.