03 junio 2015

Por un Quijote "en castellano antiguo"

El número de los tontos es infinito. No tiene culpa quien no pudo ir a la escuela. Pero los necios que no se ilustran y no cultivan el espíritu carecen de disculpa. La tontería hace daño al prójimo. Perdonemos a los tontos, como ellos perdonarán también nuestras propias tonterías. Aqui doy algunos botones de muestra. No me enfado, sólo me hace reír.

Un primer disparate, oído en la radio hace unas semanas. Una agencia de viajes de mi ciudad anuncia la consabida peregrinación por la ruta de San Pablo, "visitando Éfeso, Antioquía, y otros lugares evangélicos..." (pero el apóstol Pablo no aparece en los evangelios). Otro disparate, leído ayer. Se anuncia la publicación del libro de Gregorio Luri, ¿Matar a Sócrates? El filósofo que desafía a la ciudad [Ariel]. La nota editorial dice que "es imprescindible leer a Sócrates" (ignora que fue ágrafo). Y el último, también de ayer. Llego a casa a las 9 p.m., todavía sin haberse hecho oscuro. Cazo al vuelo, en radio nacional, una entrevista al escritor Andrés Trapiello, que presentaba a los radioyentes, ay dolor, su Quijote "adaptado al castellano actual" [Abc]. Don Trapiello se harta de decir que la novela de don Quijote hoy ya no se entiende. Y creí oir por la radio que se le escapaba esa gran tontería cervantina de que el Quijote está escrito "en castellano antiguo" (la otra gran tontería cervantina es que Cervantes fue un "ingenio lego"). ¡Pero bueno! ¿Qué noción de la antigüedad lingüística tendrán?

Bastan veinte años para que la lengua se haga antigua, o mejor dicho, para que envejezca. No hablan igual los viejos que los jóvenes (pero se hacen entender). Es cuestión de diferencias, tal vez mínimas, diferenciales. Acepto que el Cantar del Cid, o el Libro del Arcipreste, suenen a antiguo, porque la gente hoy no habla así. Pero se entienden, haciendo un pelín de esfuerzo. Se me caen las lágrimas recordando que en el bachillerato nos aprendimos ese verso del Cantar: ¡Dios, qué buen vassallo, si oviesse buen señore!, que todos los españoles con estudios se saben de memoria, y que no se nos ocurría pedir que se nos tradujese, porque lo entendíamos, está dicho en castellano.

El fondo antiguo de una lengua le da lustre, y yo diría, en plan de paradoja, que si no conocemos las formas antiguas de la lengua, tampoco nos entenderemos en su forma moderna. Los griegos de hoy que andan por la plaza Syntagma dicen que les cuesta trabajo entender a Homero, pero es la misma lengua griega que la que se habla hoy, aún más antigua que la nuestra castellana (que es una manera de hablar un latín corrompido). Del griego moderno al griego de los evangelios no hay más que un breve paso, que son dos milenios de antigüedad. Y todavía habrá quien se atreva a decir que el Quijote, escrito anteayer como quien dice, no lo entiende nadie. ¡Menuda tontería cervantina!

Lo viejo es una forma de la hermosura. Lo antiguo nos enamora. Es un insensible quien no se emocione un poquito paseando entre las piedras del Foro romano, o aquí más cerca, por las ruínas de Itálica. La vejez es la gracia de nuestro romancero viejo, perpetuado hasta nuestros días, de una antigüedad remota, como las delicadas jarchas. Quererlo traducir al "castellano moderno" sería un crimen literario irreparable. Hay que respetar lo antiguo, como hizo don Ramón Menéndez Pidal en su inolvidable Flor nueva. Por eso el exterminio de un pueblo comenzaba, en la antigüedad, con el incendio de sus archivos y bibliotecas, que era el lugar de su memoria literaria, de sus antigüedades. La vida de los individuos es valiosa, pero también la otra vida colectiva de los antepasados, testimoniada en los monumentos y en los libros.

Pero es que no, el Quijote no está escrito "en castellano antiguo", por más que nos tropecemos a veces con accidentes de la lengua del tiempo de Cervantes, muy evidentes y salvables (que han estudiado los lingüistas, como Ángel Rosenblat [Cesla]). La lengua de Miguel de Cervantes es, con todo, nuestra lengua. Claro es que hoy nadie llama a nadie vuestra merced, aunque niego que esa expresión y otras semejantes necesiten ser traducidas o adaptadas (no sé cómo lo dirá la versión de Trapiello, ¿con el mostrenco usted?). Quienes confiesan que el Quijote les parece difícil de leer "porque está escrito en castellano antiguo", en realidad no hacen más que dar una excusa de mal lector, de lector perezoso que no consulta el diccionario (o que no lee las notas a pie de página de la edición de Francisco Rico).

Entonces, ¿dónde está la dificultad del Quijote? ¿Por qué dicen que cuesta tanto trabajo leerlo? Para mí que no está en su lengua, prácticamente la nuestra. Desde este punto de vista, es mucho más difícil y tortuoso el castellano de Santa Teresa de Jesús, muy suelto, familiar, plástico y hasta gracioso. Pero digamos en voz baja que todavía no se le ha ocurrido a ningún cura loco, en este año jubilar teresiano (1515-2015), adaptar o traducir, Dios nos libre, la prosa de Teresa de Ávila. Sería un crimen, porque a Santa Teresa se le entiende hoy en castellano perfectamente.

Así que la dificultad del Quijote no está en su lengua (ese absurdo "castellano antiguo" de la tontería cervantina), sino en aquello que lo hace una obra de arte del lenguaje. El Quijote es difícil por su misma abundancia de vocabulario, de ideas, de imágenes, de invenciones, de episodios, chistes y cuentos, de digestión pesada para las mentes insensibles a las letras. La exuberancia literaria del Quijote asombra y aturde, lo mismo que visitar una ciudad artística por los cuatros costados, como es Florencia ("... Contentóle Florencia en estremo, así por su agradable asiento como por su limpieza, sumptuosos edificios, fresco río y apacibles calles..."), donde amenaza en cualquier esquina el síndrome de Stendhal o de hyperkulturemia [wiki]. Sí, digamos que el Quijote es un fenómeno hiperliterario o hipercultural, que debe administrarse en pequeñas dosis.

Pero leer el Quijote no es obligatorio, aunque sea lamentable que nuestros bachilleres no se animen a leer ni siquiera extractos de la historia. Don Quijote y Sancho Panza están en la mente de todos (son como "el gordo y el flaco"), aunque no se haya leído el libro, igual que los personajes de la Historia sagrada. Tampoco hay que leer la Biblia para tener noticia de quiénes eran Caín y Abel, del arca de Noé, el plato de lentejas, el sueño de las vacas gordas y las vacas flacas, o los prodigios de Moisés. Aceptemos entonces que el Quijote sea lectura de minorías, y que no está destinado a la lectura de masas. No hace falta adaptar el Quijote, que está bien así, tal como es.

Adenda necesaria, de hoy viernes 5 de junio de 2015. Me preguntaba más arriba que cómo habría traducido Andrés Trapiello el muy reconocible vuestra merced de las páginas cervantinas. Ya he consultado su libro en la librería (pues no me gastaré 23,95 euros en eso), y he comprobado que lo deja así, sin adaptar. De modo que el lector del Quijote adaptado al castellano moderno, se quedará igual. Mejor hubiera quedado (en el capítulo VIII de la primera parte) que dijese: "Mire usted, señor, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento...". Pero lo diré con un refrán cervantino a más no poder: para este viaje no hacen falta alforjas.

Adenda imprevista, de hoy lunes 8 de junio de 2015. También decía que "todavía no se le ha ocurrido a ningún cura loco, en este año jubilar teresiano (1515-2015), adaptar o traducir la prosa de Teresa de Ávila". En realidad, ya se le pasó por la cabeza, y puso en obra, al carmelita descalzo Eduardo T. Gil de Muro (1927-2012), que no era ningún "cura loco", y que contaba con estudios de periodismo. Así hizo con el Libro de la Vida [montecarmelo], "una nueva edición del “Libro de la Vida”, adaptada en este caso al castellano de hoy". Trapiello ya tiene una coartada que esgrimir.

Y también:
César Noragueda: "El 'Quijote' para ineptos" [La Columnata].
Lansky: "Enmierdando el Quijote" [Periquitos muertos].
Manuel Pascua: "Trapiello: terrorismo literario y los 504" [Periodistas en español].
Poil de Carotte: "Un Quijote que, de tan masticado, da náuseas" [Manual de ultramarinos].
José Luís García Martín: "El Quijote de Andrés Trapiello" [Crisis de papel] (aunque ésta es una "reseña amical", que se deja la cola por desollar, dicho con proverbio cervantino).
Teresa Padilla: "La reencarnación de Cervantes" [Diarios de resistencia]. 
Santiago Trancón: "Va de un jambo que está loco" [La Nueva Crónica]. 
Daniel Lebrato: "Coplas por la muerte del Quijote" [El Tendedero]. 
Ignacio Arellano Ayuso: "El Quijote de Trapiello o que me traduzcan este..." [Jardín de los Clásicos].


8 comentarios:

  1. A. Nónimo04 junio, 2015

    Cito, de un artículo reciente de El País: "De Pedro Salinas o Alfonso Reyes adaptando el Cantar de Mio Cid a Camilo José Cela o Soledad Puértolas haciendo lo propio con La Celestina, el Quijote de Trapiello forma parte de una larga tradición de versiones modernas de los clásicos hispanos". Tradición en la que se incluyen no sólo nombres individuales, sino colecciones específicamente dedicadas a ello, como "Odres Nuevos" de Castalia. Colecciones de ese tipo, bien conocidas y consolidadas, existen desde hace muchos años en Francia, Inglaterra y demás países y lenguas de primera línea en lo cultural. Le pongo enlace a un artículo donde se habla del tema: http://www.juntadeandalucia.es/educacion/webportal/web/portal-libro-abierto/analisis-en-profundidad/-/noticia/detalle/la-adaptacion-de-los-clasicos-1;jsessionid=D18900534AA457747C2CAC7C9EA903CA
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    Se recuerda en él, por ejemplo, que la adaptación es práctica consustancial a la propia literatura desde su mismo principio; que leemos, por ejemplo, el Poema del Cid en condiciones radicalmente diferentes a como lo oían (lo oían, no lo leían) aquellos para quienes se creó, y en un texto fijado y único que nunca existió en su tiempo; que esa adaptación, normal y casi inevitable (empezando por la traducción) cuando se trata de clásicos en lenguas extranjeras, parece a algunos inaceptable tratándose de la propia. Incluso algunos (añade) "proponen simple y llanamente no leer los clásicos antes que “traicionarlos”. Eso se puede hacer con los extranjeros, pero no con los nacionales. Curioso despropósito". O se recuerda la adaptación de los Lamb de Shakespeare a través de sus "Cuentos de Shakespeare", que a tantos lectores de lengua inglesa (y de muchas otras) han servido de iniciación a su teatro. O Luis Alberto de Cuenca recuerda la importancia que para su formación de lector tuvieron los "Clásicos Araluce"...

    ¿De veras que todos ellos, y tantísimos otros que podría citar, no hacen más que incrementar el número de los tontos? ¿No hay en una afirmación así, como mínimo, una cierta presunción? Vamos, se me ocurre.

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  2. Señor Nónimo, muchas gracias. Conozco la colección "Odres nuevos". Y también, por ejemplo, la ultima versión del Poema de Mío Cid del profesor Francisco López Estrada. Lo que he pretendido argumentar es que el Quijote no necesita una actualización semejante. Se lee sin ningún esfuerzo. Y algo que se me ha quedado en el tintero, ¿de verdad la versión de Trapiello conseguirá que la gente lea más el Quijote, auténtico o adulterado?

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  3. A. Nónimo05 junio, 2015

    Lo de que el Quijote se lee sin ningún esfuerzo es opinión discutible. Pienso que quienes somos lectores irremediables y tenemos largos años de lectura detrás sí estamos en ese caso, pero eso no tiene por qué ser cierto para lectores más ocasionales. También, según eso, Shakespeare puede leerse sin ningún esfuerzo; pero eso no invalida ni a los Lamb ni muchas otras adaptaciones que se han hecho en la propia lengua inglesa, y no digamos en otras. Respecto a si "más gente", yo no soy profeta, pero me atrevería a apostar por la afirmativa; creo, en efecto, que esta adaptación (que no he leído) probablemente consiga que lean el Quijote personas que de otro modo no lo harían.

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  4. A mí es que esto de Trapiello me parece un atentado cultural gratuito, y esperemos que reversible. Lo malo es el daño literario que hace a corto plazo. Ya me imagino a los escolares gandules haciendo cola para "leer el Quijote" de Trapiello.

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  5. A. Nónimo05 junio, 2015

    Muy optimista me parece a mí eso. Si en efecto se formaran esas colas, en mi opinión, habría valido la pena; pero lo dudo. En fin, el tiempo dirá. Lo obvio es que quien pueda y quiera leer el Quijote en su original cervantino no debe, ni necesita, leer otro. Pero para los muchos que no están en ese caso, puede quizá ser una ayuda. Esperémoslo.

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  6. En efecto, quienes leemos el Quijote, leemos el Quijote café café.

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  7. Comento: yo, autor de EL QUIJOTE PARA LECTORES DEL SIGLO XXI, llevé a cabo durante tres años, 2.011 a 2.014, un muestreo sobre la lectura de El Quijote y, tristemente, solamente encontré, entre cerca de cuatrocientas muestras, TRES personas que pudieron DEMOSTRARME que SÍ lo habían leído.
    Ese pobre resultado me llevó a adaptarlo al castellano actual para bien de nuestra gran literatura y, aún más, para que la gran obra de Cervantes pueda, de verdad, ser leída y disfrutada por cualquier hispanohablante sin necesidad de ser académico de algo.
    Estoy convencido de que la gran mayoría de los que opinan en contra de ello no son conscientes, y no entiendo por qué, de que en El Quijote hay cerca de cuatro mil palabras, expresiones y párrafos que hoy día no se conocen, no se entienden o están en desuso.
    La realidad es que aquellos que están leyendo o han leído mi trabajo están encantados con lo que leen porque, aparte de que lo entienden al cien por cien, pueden finalmente disfrutar de la maravillosa, tierna, a veces jocosa, otras triste, algunas veces filosófica, muchas veces con arengas, como la de Marcela, digna de un Sócrates o un Platón.
    En fin, craso error criticar el esfuerzo hecho para poner esta obra al alcance de todos.
    Dudo de que muchos de los detractores hayan leído realmente El Quijote de principio a fin y, quién se atreva, que me desarrolle el razonamiento de Sancho en la aventura de los batanes para conocer la hora de la noche.
    He dicho.

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