He visto que se vende un libro titulado 1001 libros que debes leer antes de morir. ¿Pero hay lectores tan insensatos que razonan sobre la muerte y la lectura como el viajero que espera un tren: "a ver si me tomo un café y leo el periódico antes de que salga el tren"?
Un libro que le explica al lector lo que tiene que leer, no respeta sus gustos soberanos. O bien cree dirigirse a un consumidor sin criterio, al que seduce el relumbrón de los libros (si fuese posible, mil y uno, expresión del infinito). Y la apelación a la muerte es impertinente. Es obvio que lo que uno vaya a leer de ahora en adelante, lo hará antes de la propia muerte. Leer es pasatiempo de seres finitos sujetos a la sucesión y cambio de estado. En la eternidad, interminabilis vitae tota simul et perfecta possessio, no se lee. En el fondo parece que este libro quiere enseñarnos a vivir, y no a leer.
Aparte la tontería del libro, que sólo he visto por el forro, el título estúpido subvierte el valor de lo más y de lo menos importante de lo que venimos a hacer en el mundo, como aquel viejo adagio: navegar es necesario, pero vivir no... "Date prisa en leer estos libros, antes de que te mueras", parece que nos dice. Y también parece sugerir que sólo es digna la vida del que sabe leer y escribir, y tiene dinero para comprar este libro y esos otros 1001 tan importantes...
Termino estas reflexiones con una parábola muy conocida que trata de estas cosas ilusorias: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?"» (Lc 12,16-21).
Un libro que le explica al lector lo que tiene que leer, no respeta sus gustos soberanos. O bien cree dirigirse a un consumidor sin criterio, al que seduce el relumbrón de los libros (si fuese posible, mil y uno, expresión del infinito). Y la apelación a la muerte es impertinente. Es obvio que lo que uno vaya a leer de ahora en adelante, lo hará antes de la propia muerte. Leer es pasatiempo de seres finitos sujetos a la sucesión y cambio de estado. En la eternidad, interminabilis vitae tota simul et perfecta possessio, no se lee. En el fondo parece que este libro quiere enseñarnos a vivir, y no a leer.
Aparte la tontería del libro, que sólo he visto por el forro, el título estúpido subvierte el valor de lo más y de lo menos importante de lo que venimos a hacer en el mundo, como aquel viejo adagio: navegar es necesario, pero vivir no... "Date prisa en leer estos libros, antes de que te mueras", parece que nos dice. Y también parece sugerir que sólo es digna la vida del que sabe leer y escribir, y tiene dinero para comprar este libro y esos otros 1001 tan importantes...
Termino estas reflexiones con una parábola muy conocida que trata de estas cosas ilusorias: «Los campos de cierto hombre rico dieron mucho fruto; y pensaba entre sí, diciendo: "¿Qué haré, pues no tengo donde reunir mi cosecha?" Y dijo: "Voy a hacer esto: Voy a demoler mis graneros, y edificaré otros más grandes y reuniré allí todo mi trigo y mis bienes, y diré a mi alma: Alma, tienes muchos bienes en reserva para muchos años. Descansa, come, bebe, banquetea." Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?"» (Lc 12,16-21).
Yo creo que este tipo de libros (otro ejemplo podría ser aquel de Dieter Schwanitz "La cultura. Todo lo que hay que saber") tienen dos caras. Por una parte, evidentemente, la cultura no es un ordenamiento, sino una busqueda personal, así que libros que te dicen lo que has de leer o lo que has de saber dan bastante grima, esa es la verdad. Pero, por otra parte, de otro modo muy distinto, hacemos algo parecido cuando estudiamos la historia de la literatura o de la cultura. Entonces ¿por qué no tomar esos libros, en vez de en algo tan definitorio y definitivo como quieren sus autores, simplemente como guías? Guías con criterios tan discutibles como cualquier otra guía. Aunque bueno, mejor dicho, hay una Guía que no es discutible.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por el vínculo!
ResponderEliminarLo mejor es leer libros, y luego cuando lees una cita que te llama la atención comprar el libro.
ResponderEliminarAdemás, clásicos. Hans Georg Gadamer cuando cumplió 100 años, le preguntaron si leía todavía. Dijo que sí, pero que le quedaba tan poco tiempo, que prefería no perder el tiempo y leer sólo clásicos de más de 2000 años de antiguedad.
El problema de los clásicos: tiene que ser una buena traducción/ adaptación. Si tienes el privilegio de hablar y leer latín y griego, pues que fantástico. Pero eso es sólo para los escogidos que sean profesores. C. S. Lewis tenía una tertulia en Cambridge creo, donde discutían el latin y en griego exclusivamente. Que nivel, y que envidia. Luego, claro, les salen todos esos libros.
Jaja, lo de Gadamer es muy bueno. La mejor receta para llegar a los 100 años (además de tener una salud de hierro) no es leer, sino tener una ocupación poderosa.
ResponderEliminarNo llego al extremo de los 2000 años, pero sí que el autor no se cuente entre los vivos. Así nos quitamos de un plumazo las recomendaciones interesadas...
Dicen que el título de un libro dice mucho de su contenido, y generalmente creo que es cierto.
ResponderEliminarMuchos que vean la portada, pensarán, que es lo que necesitan para llegar a ser cultos.( Es que hay mucho limitado racional ).
Al fin y al cabo la sabiduría que tangamos cada uno, en su mayor o menor medida, debemos dirigirla hacía fines más espirituales, a mejorar nuestras vidas y las relaciones con el prójimo.
Cuando nos llegue la hora y la Parca venga por cada uno de nosotros, no nos llevaremos nada, ni tan siquiera lo que hemos leído.
Joaquín, hoy terminé, espero que con éxito el último examen de Ciencias Políticas. Quisiera ahora -el primer año o dos con tranquilidad, pues lo quiero compatibilizar con una oposición- licenciarme en Filosofía por la Uned (por cuestiones prácticas). Quisiera después doctorarme, si es posible en el extranjero. ¿Esto cómo lo podría hacer?¿Qué Universidades me recomiendas en España y fuera? Por otra parte, a priori, ¿te parece que alguno de los siguientes tres sería buen tema de doctorado?
ResponderEliminar1-El pensamiento teológico y la salvación en Giovanni Papini.
2-La intimidad y el tiempo en Montaigne
3-Objetividad y subjetividad en el cristianismo (una confrontación histórica catolicismo/protestantismo).
Este libro -que ya vi hace unas semanas- me vendría genial para calzar un sillon que tengo en casa.
ResponderEliminarEn la otra pata que se partió irían muy bien las obras completas de Antonio Gala, por ejemplo.
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José Luís, el doctorado hay que planteárselo "en sazón". Creo, por lo que me dices, que es prematuro ahora que te lo plantees.
ResponderEliminarEl "tercer tema" me parece exagerado (por amplio).
Las comunicaciones hoy (esp. internet) relativizan el viajar para hacer un doctorado, si no es para comunicarse directamente con determinados maestros, o consultar determinados archivos. El acceso a las fuentes (incluso digitalizadas) es hoy muy rápida, y la adquisición de bibliografía al día es rapidísima, a golpe de tecla, en "Amazon" o sitios parecidos. En cierta medida la investigación ha perdido mucha de su gracia.
Bueno, yo no sería tan duro con este tipo de libros. Es, como dice Counter, una guía, una orientación, una propuesta... que puede ser mejor o peor, depende de quien la haga.
ResponderEliminarDe hecho yo agradezco siempre que alguien me recomiende un libro, una película, siempre que confíe en el criterio del que recomienda.
La vida es corta, y no podemos perder el tiempo.
Bueno, Enrique, esta mañana lo he estado hojeando en una librería... (para que no se diga). Mi crítica iba dirigida sobre todo al título, que me parece irritante.
ResponderEliminarNo caigamos en las últimas palabras de Menéndez Pelayo: "¡qué pena morir ahora, con lo que me queda por leer!".
¿Pero qué problema hay en esas últimas palabras? Quizás el único sea que sólo se lamente de lo que le queda por leer, ¿pero no nos lamentáremos también todos nosotros de no poder hacer ya más otras cosas, entre otras esa tan importante?
ResponderEliminarCreo recordar (no estoy seguro, y ahora no me puedo parar a comprobarlo)que esa anécdota de MMP es completamnete apócrifa.
ResponderEliminarUna cosa es segura: nunca, nadie, podrá leer todos los libros que merecería la pena leerse.
Así que resignemonos, y obremos en consecuencia.
Es que esa anécdota de MMP suena casi a chascarrillo de café. Todos la repetimos sin averiguar la fuente. Aunque Don Marcelino casi se acercó a esa perfección de haberlo leído casi todo...
ResponderEliminarY, sin embargo, qué extendida que está.
ResponderEliminarMe han llegado "La biblioteca de Dios", de Giovanni Maria Vian, "El sol eterno", de Swedenborg, y "La catequesis política de la Iglesia", de Luis María de Sandoval. Próximamente quiero pedir el libro de Henrich Denzinger "El magisterio de la Iglesia" y el de Antonio Montero "Historia de la persecución religiosa en España". ¿Cuál es tu opinión sobre todos ellos? Aunque Evola no pertenece a la tradición cristiana, ¿lo consideras interesante en algún aspecto? Me llegaron recientemente unos libros suyos. ¿Tienes mail?
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