13 diciembre 2008

Pablo VI, sobre las ideologías

Estos días de adviento los estoy dedicando a la lectura de una extensa, excelente biografía de un gran pontífice del pasado siglo, Pablo VI: Noche transfigurada. El magisterio del Papa Pablo VI sigue vivo, para ayudarnos a comprender el sentido de una Iglesia en el mundo, abierta a la cultura y a la política, y no apartada y segregada del mundo. Para precavernos de la amenaza de contaminación ideológica de la fe cristiana, me ha parecido interesante recordar estos párrafos de su Carta Apostólica Octogesima adveniens (1971):

"El hombre o la mujer cristiana que quieren vivir su fe en una acción política concebida como servicio, no pueden adherirse, sin contradecirse a sí mismos, a sistemas ideológicos que se oponen, radicalmente o en puntos sustanciales, a su fe y a su concepción de la persona humana. No es lícito, por tanto, favorecer a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al ser humano y a su historia personal y colectiva. Tampoco apoya la comunidad cristiana la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social.

"¿Es necesario subrayar las posibles ambigüedades de toda ideología social? Unas veces reduce la acción política o social a ser simplemente la aplicación de una idea abstracta, puramente teórica; otras, es el pensamiento el que se convierte en puro instrumento al servicio de la acción, como simple medio para una estrategia. En ambos casos, ¿no es el ser humano quien corre el riesgo de verse enajenado? La fe cristiana es muy superior a estas ideologías y queda situada a veces en posición totalmente contraria a ellas, en la medida en que reconoce a Dios, trascendente y creador, que interpela, a través de todos los niveles de lo creado, a la humanidad como libertad responsable."

Carta Apostólica Octogesima adveniens (nn. 26-27), 14 de mayo de 1971.

07 diciembre 2008

Mi despedida de la Feria del Libro Antiguo

Los libros, como las personas, también tienen alma. La más evidente, la de sus autores. Pero también la de sus antiguos propietarios. Por ese motivo nos fascinan los libros antiguos: tienen trazas de humanidad. Y así se explican los remates de bibliotecas: porque los libros se ganan, pero no se heredan. Sólo quien los haya ido reuniendo conoce todo el peso emocional y espiritual que tiene un libro viejo.

Bueno, para no ponerme demasiado filosófico (alguno diría que pedante) este primer párrafo sirve de entrada para comentar que ya puedo hacer mi "balance definitivo" de la XXXI Feria del Libro Antiguo de Sevilla (hace un par de semanas hice el
provisional). Esta mañana, lluviosa y maláge, he comprado el último. Aquí va la pesca de los últimos días:

Diana Wood, El pensamiento económico medieval (Barcelona, Ed. Crítica, 2003) [6 euros, en "Los Terceros"].

Harold Raley, La visión responsable. La filosofía de Julián Marías. Prólogo de José Luís Pinillos (Madrid, Espasa Calpe, 1977) [5 euritos].

Álvaro d'Ors, Papeles del oficio universitario. Madrid, Ediciones Rialp, 1961 [4 euros de nada por un ejemplar intonso, de cabeza a las hermanas encuadernadoras de la calle Águilas, comprado al librero Antonio Castro, ahora en la calle Sol 3, en San Román]. Hace años compré en la Feria un ejemplar de Escritos varios sobre el derecho en crisis (CSIC, Roma-Madrid, 1973), del mismo profesor d'Ors. Ambos son colecciones de artículos de asunto jurídico.

Dejo para el final la edición especial de la Feria:

Alfonso Álvarez-Benavides, "Curiosidades sevillanas". Edición y prólogo de Alberto Ribelot. Texto introductorio de Manuel Castillo (Sevilla, Universidad de Sevilla, 2008, 2ª ed.). Se trata de una recopilación de artículos (o "curiosidades") de ese "escritor de antigüedades de Sevilla", publicadas en El Noticiero sevillano entre 1898 y 1899. Nunca editadas en forma de libro, éste fue compuesto por el profesor Ribelot (+), aprovechando, según nos cuenta en su prólogo, una copia manuscrita hecha por su padre del texto hemerográfico. Una curiosidad más.

La edición tiene un valor significativo. Ya es segunda edición de la primera, de la Feria de 2005, agotada, lo que es signo de su acierto. Y además, lleva un texto introductorio en memoria del profesor Alberto Ribelot (1962-2008), que siempre recordaremos por sus libros, testigos de su paso por la tierra. En este momento me gustaría mencionar, por ejemplo, su edición del año 2001 de las Siluetas de la Semana Santa de Sevilla, recopilación de artículos (1916-1918) del célebre canónigo D. Juan Francisco Muñoz y Pabón (1866-1920). Entre ellos, justamente famoso, el dedicado a la figura del Capillita, que Muñoz y Pabón definía como "el hombre que tiene la fe de su cofradía, que profesó en el santo bautismo".

22 noviembre 2008

Mi balance provisional de la XXXI Feria de Libro Antiguo

Hace un año que yo rendía en este blog mi balance particular de la XXX Feria del Libro Antiguo de Sevilla. El tiempo pasa volando, y vencido nada más que el primer día de la Feria XXXI de este 2008, ya me encuentro en disposición de hacer un balance provisional de cómo me ha ido la caza y la pesca. Éste de rebuscar libros viejos es un arte que se presta al fanfarroneo y al exhibicionismo, para poner los dientes largos a coleccionistas con menos fortuna.

Yo, la verdad, me gasto muy poco en libros antiguos (técnicamente son aquellos con al menos cien años de antigüedad), pero me gusta revolver en los baratillos, y hacerme con buenos libros que ya no se encuentran de nuevo, a precio ventajoso, para luego presumir de la captura como un niño chico. Es una afición inofensiva, que va a menos con esto de las búsquedas de internet, que le han quitado todo el misterio, aunque ha ganado transparencia de precios y ofertas. Y sin más preámbulos, cuento aquí mis tres primeros trofeos:

Comellas. El historiador, catedrático y profesor emérito de la hispalense,
José Luís Comellas, es una referencia para los astrónomos aficionados por su Guía del firmamento. Es autor de un libro curioso, que intenta explicar uno de los grandes misterios del universo: El tiempo en Sevilla (1992). En el que he comprado en la feria (7 euros), El éxito del error. Los viajes de Colón [Barcelona, Editorial Ariel, 2005] es un relato enfocado desde el complejo arte de marear, como el del ilustre precedente de Julio Rey Pastor (1951), La ciencia y la técnica en el descubrimiento de América.

Balmes. La sorpresa de este año, a precio ventajoso (6 euros) es una edición muy aseada de la "obra máxima" de Jaime Balmes [1842], El protestantismo comparado con el catolicismo (Obras completas, IV). Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1967. Cuento como curiosidad que he comprado este ejemplar a un librero que si no me equivoco debuta este año en la plaza, el librero anticuario
Alistair Carlmichael, propietario de una imprenta tradicional (con tipos Ibarra), radicado en Lloreda de Cayón (Cantabria). No dejéis de visitar su página electrónica, que he enlazado.

Al-Mutamid. En la caseta de la Universidad he comprado a muy buen precio (3 euros), un librito bello, agotado, del rey poeta sevillano (siglo XI) Al-Mu'tamid Ibn'Abbad, Poesías [Antología bilingüe por María Jesús Rubiera Mata. Universidad de Qatar, Universidad de Sevilla, Instituto Hispano-Árabe de Cultura (Madrid), 1982]. Los versos de Al-Mutamid se encuentran también en la célebre antología de Poemas arábigoandaluces (1930) de Emilio García Gómez, que merece una reedición.

No me llevé de la feria una edición del ensayo de Julián Marías, San Anselmo y el insensato y otros estudios de filosofía. Sí, me parecía una insensatez pagar 7 euros por uno de esos ejemplares viejos y consumidos de la colección "El arquero" (1977). Espero no arrepentirme. Y hasta el año que viene, si Dios quiere.

16 noviembre 2008

Todos equivocados


La madre, en el desfile: "¡Hay que ver lo listo que es mi niño, que todos los soldados llevan el paso cambiado, menos él!". El consenso no siempre conduce al error, o a la falsedad.

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09 noviembre 2008

Das Kapital

Sorprenden las manifestaciones del arzobispo de Munich, mons. Reinhard Marx, presentando su libro El capital (un nuevo Capital, de un nuevo Marx), en que somete a crítica, desde la ética cristiana católica, los principios del "capitalismo salvaje". Tengo gran interés en hacerme con su libro. Sus ideas me recuerdan, porque lo tengo visto hace poco, las opiniones de Santo Tomás de Aquino sobre la especulación inmoderada:

Dice Santo Tomás en la Suma Teológica (2-2 q.77 a.4) que si los intercambios que se hacen por necesidad son dignos de alabanza, los intercambios mercantiles lo son de vituperio [iuste vituperatur], porque sirven al afán de enriquecimiento, que es incolmable [quia deservit cupiditati lucri, quae terminum nescit sed in infinitum tendit]. Por eso los negocios son deshonrosos [negotiatio, secundum se considerata, quandam turpitudinem habet], aunque son lícitos si con ellos se atienden fines necesarios u honestos, como el de ganarse el sustento, o el de ayudar a los pobres [sicut cum aliquis lucrum moderatum, quod negotiando quaerit, ordinat ad domus suae sustentationem, vel etiam ad subveniendum indigentibus].

Más en el
Parvulario Tomista.

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06 noviembre 2008

Derecho en el "parvulario tomista"

Doy aviso de que hemos comenzado a discutir sobre la ciencia del derecho en el Parvulario Tomista. Espero que a los de la profesión no les parezcan impertinentes nuestras ideas, y a todos los lectores que caigan por aquí, que al menos les inviten a pensar sobre la justicia, que nos duele a todos. Empezamos considerando la definición de derecho del jurisconsulto romano Celso: el derecho es el arte de lo bueno y de lo equitativo (ars boni et aequi).

02 noviembre 2008

San Óscar Arnulfo Romero, profeta y mártir

La canonización es tan sólo un acto de gobierno por el que la Iglesia Católica incluye a un siervo de Dios en el "catálogo de los Santos", y hace lícita su veneración en culto público. Así pues, nada impide al pueblo de Dios que venere como santos a otros cristianos excelsos que aún no hayan sido catalogados, y darles culto oficioso.

Entre aquellos cristianos excelentes aún "sin catalogar", reconozco tener especial devoción a San Óscar Arnulfo Romero, obispo, profeta y mártir. La Buena Nueva escrita por su estrecho colaborador, el jesuíta Jon Sobrino (Un obispo con su pueblo) es, después de los santos evangelios, uno de los textos cuya lectura más me ha conmovido como testimonio heróico de la fe de un profeta. Puedo entender las razones diplomáticas que impiden a la Iglesia Católica canonizar a San Óscar Romero, pero ¡qué pena que no lo haga! Máxime, cuando todos los que han paseado por Londres conocen que la Iglesia de Inglaterra, a su manera, ya lo representa en efigie en la Abadía de Westminster, dándole culto como uno de los mártires del siglo XX (
wikipedia).

o

01 noviembre 2008

Réquiem de vivos y muertos

Canto de partida

Cuando todos los siglos vuelven,
anocheciendo, a su belleza,
sube al ámbito universal
la unidad honda de la tierra.

Entonces nuestra vida alcanza
la alta razón de su existencia:
todos somos hijos iguales
en la tierra, madre completa.

Le vemos la sien infinita,
le escuchamos la voz inmensa,
nos sentimos acumulados
por sus dos manos verdaderas.

Su mar total es nuestra sangre,
nuestra carne es toda su piedra,
respiramos con su aire uno,
su fuego único nos incendia.

Ella está con nosotros todos
y todos estamos con ella,
ella es bastante para darnos
a todos la sustancia eterna.

Y tocamos el cenit último
con la luz en nuestras cabezas,
y nos detenemos seguros
de estar en lo que no se deja.

Juan Ramón Jiménez, En el otro costado (1936-1942)

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27 octubre 2008

Los problemas económicos

En la última entrada del Parvulario Tomista anunciamos nuestro propósito de mostrar el modo de aprender esa ciencia a la que llamamos teología, o discurso sobre Dios, que nos ocupará en el examen de la primera quaestio de la Suma Teológica. Pero antes nos ha parecido conveniente hacer una prueba con dos ciencias emparentadas entre sí, la economía y el derecho, a las que así honramos por ser las artes con las que nos ganamos el sustento [pro pane lucrando]. Puesto que lo anterior en el tiempo son las cosas, y sólo después su apropiación por los grupos humanos como bienes suyos, juzgamos que los problemas económicos preceden a los jurídicos. Por eso los vamos a tratar primero. En esta entrada tratamos de responder a las preguntas: ¿Cómo se aprende la economía? ¿Y cuál es el problema problema económico fundamental? Para hallar una respuesta, recurrimos a un texto sapiencial.
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23 octubre 2008

San Romero de América



SAN ROMERO DE AMÉRICA, PASTOR Y MÁRTIR NUESTRO

El ángel del Señor anunció en la víspera...

El corazón de El Salvador marcaba
24 de marzo y de agonía.
Tú ofrecías el Pan,
el Cuerpo Vivo
-el triturado cuerpo de tu Pueblo;
Su derramada Sangre victoriosa
-¡la sangre campesina de tu Pueblo en masacre
que ha de teñir en vinos de alegría la aurora conjurada!

El ángel del Señor anunció en la víspera,
y el Verbo se hizo muerte, otra vez, en tu muerte;
como se hace muerte, cada día, en la carne desnuda de tu Pueblo.

¡Y se hizo vida nueva
en nuestra vieja Iglesia!

Estamos otra vez en pie de testimonio,
¡San Romero de América, pastor y mártir nuestro!
Romero de la paz casi imposible en esta tierra en guerra.
Romero en flor morada de la esperanza incólume de todo el Continente.
Romero de la Pascua latinoamericana.
Pobre pastor glorioso, asesinado a sueldo, a dólar, a divisa.

Como Jesús, por orden del Imperio.
¡Pobre pastor glorioso,
abandonado
por tus propios hermanos de báculo y de Mesa...!
(Las curias no podían entenderte:
ninguna sinagoga bien montada puede entender a Cristo).

Tu pobrería sí te acompañaba,
en desespero fiel,
pasto y rebaño, a un tiempo, de tu misión profética.
El Pueblo te hizo santo.
La hora de tu Pueblo te consagró en el kairós.
Los pobres te enseñaron a leer el Evangelio.

Como un hermano herido por tanta muerte hermana,
tú sabías llorar, solo, en el Huerto.
Sabías tener miedo, como un hombre en combate.
¡Pero sabías dar a tu palabra, libre, su timbre de campana!

Y supiste beber el doble cáliz del Altar y del Pueblo,
con una sola mano consagrada al servicio.
América Latina ya te ha puesto en su gloria de Bernini
en la espuma-aureola de sus mares,
en el retablo antiguo de los Andes alertos,
en el dosel airado de todas sus florestas,
en la canción de todos sus caminos,
en el calvario nuevo de todas sus prisiones,
de todas sus trincheras,
de todos sus altares...
¡En el ara segura del corazón insomne de sus hijos!

San Romero de América, pastor y mártir nuestro:
¡nadie hará callar tu última homilía!

Pedro Casaldáliga

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20 octubre 2008

Noticia de libros [Pierre Aubenque]

Mi último post en el Parvulario Tomista, dedicado al método científico de Aristóteles (enseñar y aprender) hace más oportuno dar esta noticia de libros. Se ha reeditado el clásico estudio de Pierre Aubenque, El problema del ser en Aristóteles. Ensayo sobre la problemática aristotélica [Le problème de l'être chez Aristote. Essai sur la problématique aritotélicienne, P.U.F., 1962]. Ya hace más de un cuarto de siglo que fue traducido al castellano por el profesor ovetense Vidal Peña, y editado por primera vez en Taurus (1981). Es lamentable, sin embargo, que haya tenido que ser una editorial independiente (Escolar y Mayo Editores) la que se lance a la aventura de rescatar este estudio mítico.

La lectura de la Metafísica de Aristóteles es difícil, aunque ningún aprendiz debiera dispensarse de leer su libro primero, que reproduce en buena parte una obrita juvenil del estagirita: el
Protréptico, o invitación a la filosofía. Las razones de la difícultad de la Metafísica son bien conocidas: primero, porque no es un texto compuesto "de corrido", ni destinado a la lectura privada, sino que eran meros "apuntes de clase" del maestro; segundo, porque aparenta no dar respuestas claras a las preguntas (o problemas) que plantea, sino que es una sucesión mareante de dificultades, aporías y argumentos; y tercero, porque es muy difícil para un no iniciado en estos asuntos, que no haya meditado antes por su cuenta sobre ellos, comprender "de qué trata" esa ciencia sobre la que Aristóteles da vueltas y rodeos.

Dice Aristóteles, en el libro cuarto de su tratado, que "hay una ciencia que estudia lo que es, en tanto que algo que es, y los atributos que, por sí mismo, le pertenecen". Con esta proposición comienza el capítulo primero del estudio clásico de Aubenque. La mayor dificultad para un estudiante de filosofía, es captar eso tan escurridizo de el ser en cuanto ser, que se abstrae de las cosas concretas que son. Aubenque subraya que Aristóteles no construyó ninguna ciencia acabada sobre el ser de las cosas en tanto que son, sino que trató la cuestión en la Metafísica de manera problemática (un comentario sobre el estudio de Pierre Aubenque, se puede encontrar en la página de la
Universidad de Navarra). En cualquier caso, el ensayo de Pierre Aubenque, como el clásico también de Werner Jaeger (Aristóteles, 1924), debe acompañar a todo estudioso del aristotelismo.

Como suelo llevarme los libros a pares, me gustaría recomendar además a mis lectores, sin separarme de los estudios griegos, un librito que resume los estudios actuales sobre la Septuaginta (la "Biblia de los LXX"), de un destacado especialista,
Natalio Fernández Marcos: Septuaginta. La Biblia griega de judíos y cristianos (Salamanca, Editorial Sígueme, 2008). Es un estímulo para ponernos, manos a la obra, a estudiar el griego koiné.

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19 octubre 2008

Política y religión en los USA

Uno de los aspectos que más sorprende a un observador externo de la política USA, es su particular relación con las iglesias. Una causa remota es la impronta dejada por los pilgrims del barco Mayflower, cuyo pasaje eran puritanos que huían de la persecución religiosa en Inglaterra, y que precisamente instituyeron el "Día de acción de gracias" (Thanksgiving Day) en la colonia de Virginia (1619). El hecho ya fue observado por Alexis de Tocqueville: "América es el país más democrático de la tierra y, al mismo tiempo, allí donde la religión católica hace los mayores progresos. De entrada, esto sorprende" (La democracia en América, III, 6).

Pero se impone una explicación más pragmática. En un país donde se garantiza, desde los tiempos de colonia, la
libertad de religión, los políticos saben que han de mostrar y exhibir ante los ciudadanos un respeto exquisito por la práctica religiosa. No se entiende de otra manera que, en la campaña presidencial en curso, los dos candidatos, McCain y Obama, en pocos días se hayan reunido con un telepredicador protestante, y ayer en la cena de caridad de la Alfred E. Smith Memorial Foundation (en la imagen, los candidatos se saludan antes de cenar, junto al cardenal arzobispo de Nueva York, Edward Egan).

El atroz pasado confesional del suelo europeo, que por reacción genera actitudes anticlericales, explica que este particular respeto a la religión de la política USA sea inédito en Europa.

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17 octubre 2008

Enseñar y aprender: Platón

Nueva entrada en el Parvulario Tomista (pínchese el enlace). Al hilo de la discusión sobre el orden que debe seguirse en el estudio, nos detenemos a leer las opiniones de Platón, el viejo maestro en la Academia: sólo se aprende después de largo trato con los problemas, repensándolos, hasta que nos llegue la iluminación que nos haga comprenderlos en su totalidad. Puede leerse en un pasaje de la Carta VII, en que el relato de las desventuras políticas del filósofo se interrumpe, para meditar sobre el modo en sea posible enseñar y aprender los saberes más elevados.

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15 octubre 2008

A la recogida del algodón

Recuerdo, joven estudiante en la universidad, a un profesor que nos amonestaba al estudio advirtiendo que, si teníamos la insolencia de quejarnos de la fatiga de pasar largas horas en una biblioteca oscura y fría, con los codos hincados delante del libro, mejor haríamos en marchar una temporada a recoger algodón, para enterarnos de lo que es el trabajo duro de verdad.

En mi Andalucía recuerdo que algunos padres que tenían campo, solían mandar a sus vástagos la temporada de verano a compartir la vida con los jornaleros, como parte de su educación. ¿Sigue haciéndose, en este tiempo de vida muelle?

Se me ha venido este pasaje de mis estudios a la memoria, porque tengo la impresión de que muchas opiniones ligeras que se dicen de la crisis económica, que como siempre castigará a los más débiles, provienen del acomodo de quienes poco tengamos que perder en esta coyuntura. Parte de nuestro tiempo debieramos dedicarlo a conocer el sufrimiento ajeno, a imitación del joven príncipe Siddhārtha Gautama.

[Blog action day 2008: Poverty]

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13 octubre 2008

Del orden que debe seguirse en el estudio

Como la multiplicación de blogs es un fastidio, aunque venga impuesto para separar cosas que no deben ir mezcladas (o "majadas"), a partir de ahora avisaré sistemáticamente en el majao de la aparición de nuevas entradas en el Parvulario Tomista. Reanudamos el estudio con temas propedéuticos y epistemológicos (perdón por tanta esdrújula). Toca ahora tratar del orden que debe seguirse en el estudio, asunto sobre el que, siguiendo nuestra habitual parsimonia, dedicaremos varias entradas, hasta que los párvulos muestren cansancio, irritación o impaciencia: para el mosqueo, pastillas "Timoteo"...


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11 octubre 2008

Panpsiquismo

En la revista electrónica Tendencias 21, Javier Monserrat SJ (profesor de Psicología de la Universidad Autónoma de Madrid, y de la Pontificia de Comillas) ha publicado un interesante artículo ("La visión es una puerta al enigma del psiquismo "). Se trata de un extracto de las reflexiones del profesor Monserrat sobre el origen del psiquismo humano.

El artículo repite en realidad una intuición antigua, que el matemático inglés William Kingdon Clifford formuló sosteniendo que el constituyente último de la realidad es mental: el universo consiste por entero en una cosa mental ("the universe consists entirely of mind stuff"). La contribución del profesor Monserrat ahora (en la línea de otras reflexiones, como la de Francis Crick), es fundar el análisis de la visión, y a una escala más global, de todos los fenómenos de percepción y conciencia, en la comprensión del mundo material que nos suscita la mecánica cuántica.

Según el profesor Monserrat, la "cuestión crucial" de la ciencia de la visión (y por extensión, añadimos nosotros, del estudio científico de la conciencia) es explicar las causas evolutivas reales del psiquismo.

Razona así: "Puesto que el psiquismo ha emergido dentro de la evolución cósmica y el cosmos evolucionó durante miles de millones de años sin que existieran ni “sensación” ni seres vivos, el supuesto científico inicial es que la sensación surgió desde el mundo físico dentro de una continuidad evolutiva. La suposición derivada es inevitable: la ontología germinal de la materia que ha producido evolutivamente el universo debe de tener aquellas propiedades que hagan explicable que, dadas ciertas formas de organización, emergiera lo que llamamos “sensación” en los seres vivos".

Estas afirmaciones nos conducen a revisar la doctrina del
panpsiquismo. El panpsiquismo no es más que una conjetura, destinada por principio a nunca ser confirmada o refutada. Sin embargo, se sustenta en indicios y observaciones, que nos impelen a adherirnos a esta visión del universo. El panpsiquismo ("todo es psique") afirma que todo lo que hay en el universo, sea orgánico o inorgánico, tiene algún grado de conciencia. En sentido amplio, como lo define Skrbina, esta doctrina sostiene que
todas las cosas tienen mente, o una cualidad mental.

Estas definiciones pueden provocar extrañeza, perplejidad o asombro. ¿Acaso es posible que una piedra, un árbol, un electrón, o un gato, "piensen"? Pregunta impertinente, porque con decir que la materia tiene cualidades mentales, no se afirma sin más que una piedra o un leño tenga sensaciones y pensamientos como los nuestros. No hay que desconocer que muchas mentes brillantes, en la historia intelectual de la humanidad, se han tomado muy en serio la conjetura panpsiquista, que si bien no puede validarse, tiene todas las papeletas de ofrecer una explicación suficiente y omnicomprensiva de la pasta de la que está hecho el universo.

Una implicación muy interesante de la doctrina panpsiquista, es la que se refiere al alma inmortal. El panpsiquismo no es una doctrina forzosamente materialista, y puede cohonestarse con la perspectiva sobrenatural del fundamento último de la realidad (Dios, creador de la materia y de la mente del universo, y tal vez del constituyente único y último, y desconocido, del cosmos).

Por eso la indagación y prueba de nuestra inmortalidad no debiera ya sustentarse sobre el análisis de la psique (como razonó Sócrates horas antes de ingerir la cicuta), porque los resultados de la investigación científica nos hacen ver que también los fenómenos psíquicos (nuestra autopercepción de la realidad y de nuestra vida interior) son estrictamente naturales, aunque nos parezcan radicalmente extraños a los fenómenos materiales. La contemplación de la enigmática existencia de las partículas subatómicas, que son observables de soslayo, pero apenas tienen otra entidad que la matemática, nos hace ver que el mundo no es tan consistente y corpóreo como en principio nos parece.

[La imagen que ilustra el post es la cubierta del libro de Skrbina, D. (2005): Panpsychism in the West, Cambridge, MA: MIT Press. Lo acepto como regalo de Reyes Magos, haciendo pareja con el de Javier Monserrat: La Percepción Visual. La arquitectura del psiquismo desde el enfoque de la percepción visual (Madrid, Biblioteca Nueva, 2008)].

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07 octubre 2008

Judas Iscariote y la crisis financiera internacional

Judas Iscariote, uno de los doce, que tenía encomendado administrar los dineros del Maestro y sus seguidores, tendría mucho que decir en la actual coyuntura financiera mundial. Hoy Mr. Iscarioth sería un gurú de la banca, y se dedicaría a impartir conferencias en las principales universidades y plazas bursátiles sobre la crisis de las "hipotecas subprime". De algún modo me lo sugiere el último post de la excelente bitácora de Mary White. Y también lo que nos dice Don Francisco de Quevedo:

"He reparado que el sagrado Evangelista llama a Judas ladrón y robador, y no se lee en todo el Testamento Nuevo que hurtase nada, y esto dijo de él en la ocasión del ungüento de la Magdalena, donde no hurtó cosa alguna. Señor, en esta ocasión del ungüento, ya que Judas no hurtó el ungüento, se metió a arbitrista; y en todos los cuatro evangelios no se lee otro arbitrio, ni que escriba ni fariseo tuviese desvergüenza de dar a Cristo Jesús arbitrio. Que Judas fue arbitrista, y que el suyo fue arbitrio, ya se ve; pues sus palabras fueron «que se podía vender el ungüento, y darse a los pobres.» Resta averiguar si el arbitrista es ladrón. No sólo es ladrón, sino robador. Por esto no se contentó el texto sagrado con llamarlo Fur, sino justamente Latro; Fur erat, et latro. «Era robador y ladrón.» Sólo el arbitrista hurta toda la república, y en ella uno por uno a todos. Tránsito es para traidor, arbitrista; y no hay traición sin arbitrio. Judas le dio para vender a Cristo y para entregarle: arbitrio fue la venta. No le faltó a Judas el entremetimiento tan propio de los arbitristas, pues sólo él metía la mano en el plato con su Señor. Al que dan el arbitrio, le quitan lo que come. Éstos, Señor, no sacan la mano del plato de su príncipe: quien quisiere conocerlos, búsquelos en su plato, que hallará su mano entregada en su alimento. En toda la vida de Cristo no se hace mención de Judas, sino en arbitrio y traición. Y debe ponderarse que sólo en el huerto le hizo caricias, besó a Cristo y le saludó, llamándole Rabbi, Maestro. Mucho deben temerse aquellos ministros que son arbitristas, y meten la mano en el plato con su señor, y sólo le saludan, y agasajan y besan en el huerto." [Política de Dios y gobierno de Cristo,
segunda parte, capítulo VII).

[En la imagen, recuerdo del lema de
Gordon Gekko, greed is good (la avaricia es buena)].

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05 octubre 2008

Malos con premio: Judas

Me proponía recorrer la historia de los "buenos castigados", pero un lector del blog me ha sugerido mejor hacer una lista de ejemplos contra ejemplares, buscando los casos inagotables de "malos con premio". Con algo de mala uva, podríamos comenzar con algún político español contemporáneo (cada uno según sus fobias), pero eso es tan fácil (así se las ponían a Fernando VII) que vamos a descartar al governo ladro de momento. ¿Por qué no empezar por Judas, el malo malísimo por antonomasia? Así relata el evangelista Mateo la traición (y el arrepentimiento):

"Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando una oportunidad para entregarle. [...] Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: «Sentaos aquí, mientras voy allá a orar.» [...] ¡Levantaos!, ¡vámonos! Mirad que el que me va a entregar está cerca.» Todavía estaba hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de un grupo numeroso con espadas y palos, de parte de los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo. El que le iba a entregar les había dado esta señal: «Aquel a quien yo dé un beso, ése es; prendedle.» Y al instante se acercó a Jesús y le dijo: «¡Salve, Rabbí!», y le dio un beso. Jesús le dijo: «Amigo, ¡a lo que estás aquí!» Entonces aquéllos se acercaron, echaron mano a Jesús y le prendieron. Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato. Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «Pequé entregando sangre inocente.» Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás.» El tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó. Los sumos sacerdotes recogieron las monedas y dijeron: «No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque son precio de sangre.» Y después de deliberar, compraron con ellas el Campo del Alfarero como lugar de sepultura para los forasteros. Por esta razón ese campo se llamó «Campo de Sangre», hasta hoy." (Mt, 26-27).

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29 septiembre 2008

Intelectuales en prisión

Una nueva edición crítica del tratado De los nombres de Cristo, del maestro fray Luís de León, nos recuerda que padecer sufrimientos e injusticias es destino común de todos los hombres, por tanto también de los más excelsos intelectuales. No hay otra manera de callar el pensamiento, que encerrando y matando al pobre cuerpo del pensador.

Nuestro modelo es Jesús, que ante las autoridades judías y romanas padeció en silencio la condena a morir en una cruz. A su lado, la de Sócrates, relatada por los testigos, parece una muerte olímpica. Hacer un catálogo de intelectuales condenados sería tarea interminable: el teólogo Orígenes, el mismo fray Luís de León y fray Juan de la Cruz, Thomas More, Francisco de Quevedo, o ya en nuestro siglo, el pastor Dietrich Bonhoeffer, Nelson Mandela, o el cardenal F.X. Nguyen van Thuan... Estos son los nombres que ahora recuerdo, y que otros podrían ayudarme a completar.

Los escritos de prisión, como las cartas del defenestrado Lord Chancellor Moro, o del pastor Bonhoeffer, son de extremado interés: en ellas habla la verdad. Cuando el cuerpo del hombre ha sido despojado de todo lo supérfluo, de todo signo de distinción, y ha perdido la esperanza de salvar la vida, o de recuperar la libertad, el espíritu del pensador vuela más alto, a regiones más libres. Sus escritos por fuerza han de estar iluminados por la profecía. No es en los escritores acomodados, vanos y triviales, donde encontraremos la palabra que nos guíe por nuestros senderos.

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27 septiembre 2008

En recuerdo de Paul Newman


La foto de primer plano de Paul Newman, y James Mason, en estrados, de una de mis películas favoritas, El veredicto (1982). Reconozco que me gustan las películas "de juicios", no sé por qué (o sí sé por qué).

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26 septiembre 2008

La estirpe de Garcilaso

"La obra de fray Luís se asocia a menudo a la de otra cima de nuestra lírica, la de San Juan de la Cruz, alumno que fue de la Universidad de Salamanca por los años en que fray Luís enseñaba en ella, y aunque no consta que se trataran, en todo caso, sí es justo reunir sus nombres culminantes, si bien hay que señalar enseguida su profunda divergencia. Ni una sola reminiscencia clásica ha podido hallarse en el carmelita, aunque lo sabemos educado en las letras clásicas. Comparten dos bases comunes: el modelo bíblico y el ejemplo de Garcilaso. Fue la aptitud para conducir el sentimiento a un extremo emocionado y su maestría idiomática lo que ambos recibieron del toledano. Desde esa base, iban a seguir caminos muy diferentes, impulsados ambos por una extrema originalidad: fray Luís, fundándose en los claros ejemplos latinos, añorando transparentemente el ascenso al más allá; San Juan, haciéndose hermosamente enigmático para expresar el ascenso ya logrado.

"Dos cimas, más bien, dos llamaradas de arte verbal español que pueden fundar el derecho de nuestra lengua a contarse entre las muy primeras del mundo. En una parte decisiva, gracias a fray Luís de León, campeón de la memoria histórica que nos une al ser mismo de Europa, el de la clasicidad grecolatina, de la que España arranca. Esa memoria que hoy parece desvanecerse sacrificada a otros altares. Y con ese desvanecimiento, el de la dignidad suprema de la lengua castellana, y no sólo por su dilatada extensión. Al igual que Lope, podríamos decir que, si hoy viviera, fuerte león en su defensa fuera".


Fragmento del "estudio preliminar" de Fernando Lázaro Carreter, a la nueva edición del tratado De los nombres de Cristo (Barcelona, 2008).

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24 septiembre 2008

El hombre invisible

A cierta altura, uno ya vive de las rentas de sus lecturas juveniles. Parece que ya hay poco que descubrir, o que uno ya se ha enterado de casi todo. Con gran gusto vuelvo una y otra vez a los viejos relatos (el Quijote, la Biblia), pero ya no leo novelas, que son afición de mozo.

En un simpático y concurrido post del blog de Ignacio, nos hemos entretenido en recomendarnos los unos a los otros cosas que echarnos a leer, como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, igual que cuando teníamos quince años. Ahora yo siempre recomiendo un breve puñado: el Criticón (para el que tenga pulso y paciencia), el Lazarillo, La Tesis de Nancy, El arpa birmana, Rayuela, los cuentos de Borges...

También diría que quien tenga el privilegio de leer en inglés con soltura (en un país, España, tan incomprensiblemente negado a los idiomas) posee la llave de ingreso a un oceáno inagotable de fábulas. Un gran país, los USA, síntesis de todo lo bueno y lo malo de este mundo, también ha prohijado una inmensa literatura, de elevado tono moral. Moby Dick, The adventures of Huckleberry Finn (de imposible traducción) o The catcher in the rye, no son sólo "grandes novelas norteamericanas", sino también un importante patrimonio espiritual de la humanidad, que merece ser conocido.

Tengo un vago recuerdo, atmosférico y nebuloso, de la lectura de Invisible man, de Ralph Waldo Ellison (el escritor que posa en la foto). Quizá así sea como se recuerdan los grandes relatos (suele decirse que el "argumento" o historia del Quijote puede resumirse en dos líneas). Pero aún retengo la lección moral de esta fábula de Ellison: en nuestro mundo, todos ambicionamos la fama, y ser reconocidos. Pero la contrapartida a tanta desmesura, es que la inmensa parte de la humanidad está condenada a la invisibilidad. Estudiamos el concepto de persona, e invocamos a Boecio, y no advertimos que muchos individuos, muy cercanos, próximos (prójimos) a nosotros, se ven con su dignidad personal negada.
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12 septiembre 2008

Benedicto XVI en el Collège des Bernardins

En su Viaje Apostólico a Francia, con motivo del 150 aniversario de las apariciones de Lourdes, hoy 12 de septiembre Benedicto XVI ha pronunciado un importante discurso en el Collège des Bernardins, sobre la Palabra como lugar de encuentro con el Dios que buscamos. Puede leerse en la página web de la Santa Sede: Los orígenes de la teología occidental y las raíces de la cultura europea. Me gustaría reproducir un extracto sobre la palabra bíblica, en el que señalo que descarte, de una vez por todas, las lecturas fundamentalistas de la Biblia, aunque os recomiendo sinceramente la lectura completa de este discurso papal [el subrayado es mío]:

"El cristianismo capta en las palabras la Palabra, el Logos mismo, que irradia su misterio a través de tal multiplicidad. Esta estructura especial de la Biblia es un desafío siempre nuevo para cada generación. Por su misma naturaleza excluye todo lo que hoy se llama fundamentalismo. La misma Palabra de Dios, de hecho, nunca está presente ya en la simple literalidad del texto. Para alcanzarla se requiere un trascender y un proceso de comprensión, que se deja guiar por el movimiento interior del conjunto y por ello debe convertirse también en un proceso vital. Siempre y sólo en la unidad dinámica del conjunto los muchos libros forman un Libro, la Palabra de Dios y la acción de Dios en el mundo se revelan en la palabra y en la historia humana.

"Todo el dramatismo de este tema está iluminado en los escritos de san Pablo. Qué significado tenga el trascender de la letra y su comprensión únicamente a partir del conjunto, lo ha expresado de manera drástica en la frase: «La pura letra mata y, en cambio, el Espíritu da vida» (2 Cor 3, 6). Y también: “Donde hay el Espíritu… hay libertad” (2 Cor 3, 17). La grandeza y la amplitud de tal visión de la Palabra bíblica, sin embargo, sólo se puede comprender si se escucha a Pablo profundamente y se comprende entonces que ese Espíritu liberador tiene un nombre y que la libertad tiene por tanto una medida interior: «El Señor es el Espíritu, y donde hay el Espíritu del Señor hay libertad» (2 Cor 3,17)."

[Imagen vía: Le Figaro]

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10 septiembre 2008

El dinero, visto por Miguel Brieva


Comienza la temporada libresca con fuerza. Aparece en librerías, editada por Mondadori, la reedición de Dinero, "Revista de Poética Financiera e Intercambio Espiritual", del joven dibujante sevillano Miguel Brieva. En principio "Dinero" fue un fanzine, publicado entre 2001 y 2005. Desde entonces la carrera del ilustrador y viñetista ha sido meteórica. Sus ilustraciones aparecen en un libro antológico, casi de coleccionista, el manual de Educación para la ciudadanía de Akal (2007). Incluso el año pasado ya ha expuesto en una caja de ahorros de la ciudad una muestra retrospectiva, "Sobras maestras".

Miguel Brieva se define a sí mismo como "un ente ectoplasmático surgido de los delirios etílicos de un oso perezoso tras una exagerada ingesta de hojas de eucalipto maceradas". Aunque se me ocurre que ésta, más que una definición, es la ocultación de la persona del artista detrás de sus creaciones, que son las que de verdad cuentan y hablan por él.

Su humor negro se compara al de El Roto, aunque el antecedente de todos ellos es Chumy Chúmez. Miguel Brieva practica el sarcasmo contra los valores convencionales de las clases medias y acomodadas, y de paso nos hace sonreír y pensar sobre nuestros modos ridículos de vivir. Un tema habitual es Dios (representado siempre con un triangulito en la cabeza) que se muestra complacido de su creación, este mundo tan desastroso en apariencia. Sin embargo, aunque estos dibujos se inspiran en las ideas antisistema o anticonsumistas, me ha sorprendido no encontrar ninguno que ataque al blanco preferido de los grupos rebeldes, la Iglesia Católica. Es un aspecto de su obra, este respeto implícito a la religión, que me intriga.

Se critica al autor que sea incoherente y haya terminado por venderse al vil metal, publicando sus dibujos en el grupo Random House (pero bajo licencia Creative Commons). No estoy de acuerdo con esta forma de verlo. Su humor ideológico, que dicen inagotable, tiene valores proféticos. Es importante que un artista nos recuerde, cada tanto, nuestra hipocresía y materialismo consumista, nuestra vulgaridad. Sólo por eso habría que buscarle a Miguel Brieva un buen mecenas.

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06 septiembre 2008

Contradiciendo a Ratzinger

Hasta ahora no había comentado aquí el libro de Joseph Ratzinger, Jesus von Nazareth (2007), por la sencilla razón de que no lo he leído. Aún aguarda su turno, en el limbo de los libros vírgenes, si bien que reposando en inmejorable compañía, ahora que lo he retirado del anaquel, donde fue a parar por azares de la topología entre la Interpretación del cuarto evangelio (1954), de Charles Harold Dodd, y El instante (1855), de Kierkegaard. Pero no se le busque la lógica a esta secuencia, porque no tiene otra más que el confuso desorden de una biblioteca de uso personal.

Algunos próximos y amigos, más sabios y religiosos que yo, sí han leído "el libro del Papa". Yo no, y confieso que no he podido con él, porque se me cae de las manos. Pero sí he repasado enterito el prólogo y la bibliografía. Ahora que al comenzar el curso anidan en nuestros corazones píos propósitos, he vuelto a hojearlo, y vuelto a desestimar su lectura, en provecho de otras más urgentes. No obstante, en un rato perdido he usado de técnicas de lectura veloz, haciendo algunas calas en el texto, para explicar ahora mi resistencia a esta obra. No descarto que, como me pasa con muchos otros libros, simplemente le haya cogido manía; pero quién sabe.

El prólogo contiene una declaración, justamente destacada en los medios, y que voy a reproducir: Sin duda, no necesito decir expresamente que este libro no es en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda personal "del rostro del Señor" (cf. Sal 27, 8). Por eso, cualquiera es libre de contradecirme. Pido sólo a los lectores y lectoras esa benevolencia inicial, sin la cual no hay comprensión posible.

Pues bien, tomándole la palabra al profesor Ratzinger, me permitiré aquí hacer una módica contradicción del libro, que seguramente estará falta de la sabiduría y temple que requiere el empeño. En cuanto a la "benevolencia inicial", creo que ya la he demostrado, habiendo comprado el libro y leído su prólogo y algunas de sus páginas. Y también porque tengo en general buena disposición hacia Ratzinger el teólogo, del que soy lector de su Introducción al cristianismo (1968) desde mis ya lejanos años de bachiller. Por no hablar de mi admiración, ya en el terreno magisterial, de su hermosa encíclica Spe salvi, que he comentado repetidas veces aquí.

No pondré en duda jamás que el libro Jesús de Ratzinger sea, en doctrina, católico-católico, como el café-café (no podría ser de otra manera, en la persona del doctor que hoy ocupa la
cátedra de San Pedro). Pero como este libro es resultado, como él mismo dice, de una "búsqueda personal", tal vez refleje sus propias y particularísimas opiniones teológicas, que no su magisterio de Supremo Pontifice. No hay más que repasar otro libro famoso de Ratzinger, el Informe sobre la fe (1985), donde sin ambages reconocía, dialogando con el periodista Vittorio Messori, que en la Iglesia polemizan corrientes conservadoras y progresistas, que siguen todavía hoy discutiendo en torno a la vigencia del Concilio Vaticano II.

Mi primera crítica se refiere a la aptitud del libro para enseñar. El Jesús de Ratzinger se sitúa, como decimos coloquialmente, en un quiero y no puedo. No explica con el orden, la sencillez y claridad debidas, la vida y milagros y las enseñanzas de Jesús el nazareno, que seguramente es lo que piden de corazón los cristianos sencillos, deseosos de aprender y de oír hablar del Maestro. Pero por otro lado, tampoco alcanza un aseado nivel que satisfaga a los estudiosos del Nuevo Testamento, de los evangelios y de su teología. Destinado al gran público, irremediablemente incurre en una rapsodia de temas teológicos y escriturísticos, de imposible vulgarización, pensando quizá en ese hipotético y modélico lector medio que, como cualquier "media estadística", no existe.

Me imagino que muchos de los tropecientos mil compradores del "libro del Papa", que se lo llevaron de la pila de los grandes almacenes, o del hipermercado, como quien compra el último premio Planeta, se habrán llevado un buen chasco si se han asomado a sus páginas. A los pocos días de tenerlo en mis manos, ya avisé que el prólogo, repleto de consideraciones de alta erudición teológica, cumple a la perfección la tarea de disuadir de la continuación de la lectura. Claro está que hablo de ese "lector medio" hipotético, y que no desconozco que lectores más instruídos, entre la clerecía y el personal con estudios, sí habrán llegado a buen puerto leyéndolo en su integridad.

¿Y en cuanto al lector estudioso, informado? Para valorar los quilates del libro, me he dirigido al capítulo 8, "Las grandes imágenes del evangelio de Juan". Confieso que tengo un motivo personal para hacerlo, y es que este cuarto evangelio, a diferencia de los sinópticos, siempre se me ha atragantado, nunca lo he entendido bien. Me parecía, puede ser que con razón, demasiado filosófico. Por eso dos libros que me aguardan impacientes son los comentarios del teólogo inglés Charles Harold Dodd, que he mencionado arriba: Interpretación del cuarto evangelio (1955) y Tradición histórica en el cuarto evangelio (1963) [ambos publicados por ediciones Cristiandad]. Quien de verdad quiera aprender y comprender el sentido del evangelio de Juan, debe leer estas colosales obras exegéticas. Pero si a continuación dirigimos nuestra mirada al capítulo 8 del libro de Ratzinger, observaremos que se queda en un nivel divulgativo de saberes teológicos y escriturísticos, que difícilmente calarán en aquel "lector medio".

En resumidas cuentas, el que llaman "libro del Papa", que más propiamente se debe llamar "último libro del teólogo Ratzinger", como él mismo honradamente advierte en el prólogo, porque no es una obra magisterial, se queda a mi juicio en un nivel intermedio, equidistante, forzosamente catequístico, que procurará algún barniz teológico a lectores interesados, pero que no satisfará las expectativas de los lectores sencillos (que no rudos), que quieren conocer el mensaje de Jesús, y tendrá poco interés para quienes ya estén sumergidos en la ciencia teológica y en el estudio riguroso de las Escrituras.

Para terminar y no alargarme, una vez explicadas mis impresiones sobre el nivel retórico del libro de Ratzinger, debo referirme a su contenido ideológico, analizando al menos alguna de sus opiniones teológicas. Comentarlo por entero está fuera de lugar, y muy lejos de mi capacidad y sabiduría. Esta vez me he dirigido al capítulo 4, donde se habla de "el Sermón de la Montaña". El comentario que voy a hacer evidenciará el acierto de la elección. En este pasaje saltan a la vista, a mi juicio, las opiniones que animan el pensamiento actual de Ratzinger el teólogo. Para no andarme por las ramas copio un párrafo muy significativo, de la página 105 de la edición española:

"El Sermón de la Montaña como tal no es un programa social, eso es cierto. Pero sólo donde la gran orientación que nos da se mantiene viva en el sentimiento y en la acción, sólo donde la fuerza de la renuncia y la responsabilidad por el prójimo y por toda la sociedad surge como fruto de la fe, sólo allí puede crecer también la justicia social. Y la Iglesia en su conjunto debe ser consciente de que ha de seguir siendo reconocible como la comunidad de los pobres de Dios. Igual que el Antiguo Testamento se ha abierto a la renovación con respecto a la Nueva Alianza a partir de los pobres de Dios, toda nueva renovación de la Iglesia puede partir sólo de aquellos en los que vive la misma humildad decidida y la misma bondad dispuesta al servicio".

Un lector "no benevolente" quizá entrevea en esa afirmación tan tajante de que el Sermón de la Montaña "no es un programa social", la contestación previsible de Ratzinger a la Teología de la Liberación. No quiero entrar en esta materia, porque me alejaría indebidamente del texto explícito de Ratzinger. Pero hay que llamar la atención sobre la interpretación que de la pobreza hace el conjunto del capítulo 4, y en particular este párrafo: pobre es el miembro de la Iglesia, con humildad decidida y bondad dispuesta al servicio. Creo que no he sido infiel al interpretarlo. Entonces, ¿podemos imaginarnos quienes son esos "pobres" de los que habla Ratzinger? Pienso que Ratzinger lleva aquí la "imaginación teológica" muy lejos, porque desde la lectura del evangelio, y oyendo las palabras de Jesús, el pobre es simplemente el pobre.

Leyendo este texto de Ratzinger, que dice que Jesús no predicó en la montaña ningún programa social, me pregunto en qué desván eclesiástico ha quedado arrumbada la opción preferencial por los pobres, que nos recuerdan los teólogos
Jon Sobrino y Gustavo Gutiérrez. Al menos hemos comprendido que el evangelio obliga a "tomar una decisión", a hacer una opción. ¿Pero nos concede el evangelio margen para interpretar, a nuestro gusto y conveniencia, esa palabra tan solemne como es la de la pobreza? Sancte Óscar Romero, ora pro nobis!

Voy a concluir este comentario al Jesús de Ratzinger refiriéndome, ya muy ligeramente, a las disputas teológicas en que se embarca el autor. Disputar, debatir, altercar, contender, discutir, son formas de ejercer los oficios retóricos, como son los de los abogados, filósofos y teólogos. En general, el debate de opiniones está presente en todo arte y ciencia. También debaten los médicos, sobre el mejor tratamiento del enfermo, o los ingenieros, sobre la mejor construcción de un puente.

Por eso mismo, también en este libro de Ratzinger hay debate (por ejemplo, como era de esperar, con Bultmann). Sin embargo, he querido ver una gran distancia con el desarrollo de los debates en su juvenil Introducción al cristianismo. En este último libro, originado en unas conferencias universitarias en Tubinga, Ratzinger dialoga con los intelectuales de su tiempo. Pero en el que comentamos, Ratzinger ataca e impugna. Creo intuir que en esta diferencia de estilo (tan sólo es una impresión apresurada) asoma la senescencia del pensamiento del autor. Por eso creo, y ésta puede ser una conclusión razonable, que esta tardía obra del teólogo Ratzinger, no añade nada, como tantas veces ocurre en muchísimos creadores y pensadores, a sus brillantes obras juveniles. Volvamos, si queremos, a su Introducción al cristianismo.

Actualización: Las "paradojas" del libro del Papa.

"... Paradójicamente, mientras él mismo nos dice que este libro no es un documento del magisterio papal, sino el fruto de su personal compromiso teológico, tenemos la clara impresión de que leyendo estas páginas contamos con una clave preciosa para comprender mejor muchos aspectos de su pontificado: sus homilías, sus catequesis de los miércoles, el estilo de su gobierno y del orden de su vida, en cierto sentido también las prioridades y diversas elecciones de su gobierno. Sabemos mejor quién es el Papa, qué es verdaderamente esencial para él, y por lo tanto qué nos quiere decir a todos los creyentes en Jesucristo, a los hombres y a las mujeres de hoy. Le estamos profundamente agradecidos."

P. Federico Lombardi [vía: Zenith]

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05 septiembre 2008

Ramón Carande (1887-1986)

Uno de nuestros sevillanos ilustres es Don Ramón Carande, quien fue rector de la Universidad de Sevilla. Se le recuerda por una gran obra historiográfica: Carlos V y sus banqueros. Era personaje notorio de la ciudad, y "raro", o más bien "muy suyo". Yo le conocía desde niño, y me intrigaba su imagen de sabio distraído, con gafas de pasta y vistiendo en invierno un poncho andino...

Años más tarde, en la facultad, aún pude escuchar de su propia voz, en una tertulia, una de sus más repetidas anécdotas. Siendo joven investigador en Europa, no recuerdo si dijo que en Berlín, paseando cierto día con un compañero de estudios, éste le señaló a un personaje que pasaba de largo: ¡era Lenin!

A sugestión de
Morgenrot, buscando referencias en el oráculo, me acabo de enterar de que la Universidad de Córdoba ha publicado este año una nueva biografía del profesor Carande, del historiador Luís Palacios. Digo nueva, porque el hijo de Carande, Bernardo Víctor (+) ya publicó una interesantísima biografía ilustrada (Sevilla, Fundación El Monte, 2003), que fue precedida de un delicioso relato de "la primera juventud" de Ramón Carande, Regino y la cultura (Sevilla, Alfar, 2001).

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02 septiembre 2008

Derecho y sentido común


Otra anécdota de facultad, de hace veintipico años. Uno de nuestros viejos maestros (que aún vive), amigo de contar chascarrillos finos para hacer más saladas las lúgubres lecciones, nos contó un día una anécdota del Rector Ramón Carande... Explicaba un día la moneda y el crédito. Un alumno levantó la mano: "Don Ramón, ¿por qué el Banco de España no imprime más billetes, para repartirlos entre todos, y así acababa con la pobreza? Y el profesor Carande, repuesto de la sorpresa, le contesto: "Hijo mío, que Dios le conserve la inocencia...". Y así este viejo maestro, discípulo de Carande, nos inculcaba la importancia para un jurista de obedecer sobre todo, antes que a las leyes, sentencias y doctrinas, al sentido común.

Ese juez que aparece en una de las inmortales planchas de Daumier, resume para mi la actitud contraria al buen sentido: la insensatez de los juristas. El juez, repantingado en su sillón, a la vista del ladrón atado de pies y manos, que acaba de excusarse porque no tenía qué
comer, le está contestando: "Tenías hambre... tenías hambre... Ésa no es una razón. Yo también tengo hambre todos los días, y no por eso robo".

Un gran profesor de derecho, Álvaro d'Ors, enseñaba: "Para un jurista, basta el sentido común. El sentido común es la verdadera filosofía de los juristas. Y el sentido común no se determina por estadísticas plebiscitarias, sino por una simplicidad de la razón individual de cada uno: no es el sentir de las multitudes, sino el de cada hombre no-demente con el que nos podemos encarar...".

Estaba yo tentado a hacer eso que llaman "crónica de tribunales", al hilo de las insensateces de las que nos informan las primeras planas de los periódicos. Pero entre el miedo reverencial, y el comprender que no tienen mucho recorrido las ocurrencias de vuelo gallináceo de nuestras altas magistraturas, he preferido dar esta modesta lección sobre un principio áureo de la práctica forense: tener la cabeza sobre los hombros. Porque no son justas las leyes y las sentencias que contravienen el sentido común, esto es lo que puede entender la gente de la calle mediante su sentido primario de lo que es recto y justo, por mucho que se apoyen esas leyes y esas sentencias, como decía el jurista d'Ors, en las "estadísticas plebiscitarias".

(¡Shsssssssss...!).

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31 agosto 2008

La rentrée del Parvulario Tomista

Amigos, las vacaciones han terminado, y en unos días se reanudan las clases del Parvulario Tomista...

Id desempolvando vuestras Sumas Teológicas, y vuestros diccionarios latinos, que vamos a comenzar fuerte y con las pilas puestas... ¡Ah, y no os olvidéis del baby... (a rayas azules y blancas)!

Principiaremos por el principio: primera parte, primera pregunta, primer artículo... De Sacra Doctrina...

El plazo de admisión está abierto. A los párvulos asistentes que participen con asiduidad, el magister les expedirá un certificado de aprovechamiento...

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27 agosto 2008

Humilitas

Estos días se cumple el trigésimo aniversario del pontificado de Albino Luciani, Juan Pablo I, que tan sólo se extendió durante treinta y tres días. Una gran impronta en tan breve tiempo debió dejarnos cuando aún le recordamos y lloramos, nostálgicos de una Iglesia menos comprometida con los poderes de este mundo. También quiero compartir con vosotros un texto muy hermoso que le recuerda, leído aquí en internet:

"Hace treinta años se lloraba a Paulo VI y Dios entregó a la Iglesia un papa bueno y fiel. Mucho se ha especulado sobre el destino de la Iglesia si no hubiera muerto de forma inesperada; sin embargo, el mensaje del papa Albino es actual y vigente para la Iglesia que se ve sacudida por las tempestades del escándalo, del cisma, de la reprensión y falta de testimonio. El breve pontificado de Juan Pablo I tuvo directrices contundentes: sencillez, humildad y santidad. Era un mensaje para que la Iglesia se bajara de su aire imperial y hacerse una con el mundo, sin ser del mundo, para volver a la sencillez del Evangelio y guardar, para siempre, la tiara del poder temporal. Juan Pablo I será recordado por sus palabras sencillas que escondían la más grande de las elocuencias; por su imagen frágil que guardaba la voluntad férrea sostenida por el poder del Dios Eterno; por la sinceridad de la sonrisa del sucesor de Pedro que transparentaba la sonrisa del rostro del rabí de Nazareth que extendió la mano al pecador arrepentido.

"Y hoy en este mundo donde parece dominar la soberbia, donde muchos quieren aparecer como los únicos y con la autoridad precisa e indiscutible en sus dichos, resplandecen las palabras del papa Juan Pablo I, como lección a todos los que creemos en Cristo, en el tercer milenio que necesita del testimonio sencillo y poderoso de cada bautizado: “A nadie le dan ganas de creerse casi un santo o medio ángel cuando sabe que ha cometido faltas graves. El Señor lo ha recomendado insistentemente: sed humildes. Aunque hayáis hecho grandes cosas, decid: somos siervos humildes."


Guillermo Gazanini:
26 de agosto de 1978, “Tempestas magna est super me”

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Italian souvenir


Un gran Papa de la Iglesia Católica. Nací durante su pontificado.

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23 agosto 2008

Juan Manuel de Prada, sobre la muerte

Nunca tuve al escritor Juan Manuel de Prada como santo de mi devoción, aunque tengo que quitarme el sombrero con este magistral artículo, publicado en el Abc, a propósito del accidente aéreo de Barajas de este mes de agosto, que quiero reproducir para dar lustre a mi blog:

Las sociedades idolátricas, a diferencia de las sociedades religiosas, no saben afrontar la muerte con naturalidad. Mientras el hombre está sano, la idolatría de la ciencia y el progreso le inspira ideas fatuas, haciéndole creer que es un semidiós; en cambio, cuando está enfermo y no tiene cura (es decir, cuando la ciencia y el progreso se revelan insuficientes o inútiles), al hombre se le dice que vale menos que un gusano. Exactamente lo contrario sucede en las sociedades religiosas, donde al hombre sano se le repite que está hecho de barro y al hombre enfermo se le recuerda que su cuerpo maltrecho será semilla de resurrección. Pero las grandes mentiras de las sociedades idolátricas se muestran todavía más desnudas cuando la muerte acude sin avisar para segar vidas sanas a mansalva, como acaba de ocurrir en este accidente aéreo de Barajas. Ante un acontecimiento luctuoso de esta magnitud, ¿cómo habría reaccionado una sociedad religiosa? Pues habría reaccionado representando autos sacramentales en las calles donde se explicase el poder igualatorio de la muerte, que no respeta ni a los jóvenes, ni a los ricos, ni a los poderosos. Y, al acabar el auto sacramental, un sacerdote habría proclamado las palabras del Evangelio: «No atesoréis tesoros en la tierra, donde hay polilla y herrumbre que corroen, y ladrones que socavan y roban. Amontonad más bien tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que socaven ni roben». Y con esto la gente alcanzaría el consuelo, pues sabría que, si bien la muerte es un ladrón presto siempre a lanzar su zarpazo, hay un territorio donde ese ladrón no tiene jurisdicción, donde florece una vida nueva bajo el sol de la inmortalidad.

Y, frente a este consuelo religioso, ¿qué se nos ofrece en las sociedades idolátricas? Aquí, en lugar de autos sacramentales, tenemos telediarios y noticieros dándonos un tabarrón que no cesa, tratando de explicar cuál ha sido la causa del accidente: que si una avería en el motor, que si un fallo humano, que si patatín, que si patatán. Y, en lugar de un sacerdote que proclame el Evangelio, tenemos una patulea de politiquillos municipales, autonómicos y nacionales hormigueando por doquier, leyendo declaraciones institucionales de un lugarcomunismo grimoso, convocando minutines de silencio («padrenuestros de la nada», que dice mi admirado Ruiz Quintano; esto es: la oración autista y sordomuda de las sociedades que se han olvidado de rezar), prometiendo que tarde o temprano se determinarán responsabilidades, etcétera. Ni las reconstrucciones virtuales del accidente con que nos apedrean los telediarios ni las comparecencias de los politiquillos sirven para nada; pero unas y otras, repetidas machaconamente, dan una impresión de hiperactividad aturdidora que logra espantar del alma las grandes preguntas. Y de eso se trata, al fin y a la postre: pues, si la gente se formulara las grandes preguntas, inevitablemente concluiría que toda la filfa de progreso y bienestar que le han colado como sucedáneo idolátrico de la religión no vale una mierda. Concluiría, en fin, que aquel Paraíso terrenal que le vendieron los politiquillos sigue siendo el valle de lágrimas del que nos hablaba la religión; sólo que la idolatría del progreso, a cambio de un Paraíso terrenal fantasmagórico, nos arrebató la esperanza en el verdadero Paraíso, allá donde no hay polilla ni herrumbre que corroan, ni ladrones que roben. Y toda esa hiperactividad aturdidora que despliegan en estos días -tan retórica, tan archisabida, tan inútil- no es sino el aspaviento de los farsantes que se esfuerzan por mantener entretenida a la gente a la que previamente le han arrebatado el consuelo. Pues consuelo contra la muerte sólo puede traernos quien tiene palabras de vida eterna; lo que nos traen los idólatras es tan sólo cháchara para los telediarios
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"La cháchara de los idólatras" (Abc, 22 de agosto de 2008).

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