26 octubre 2007

Nuestros mártires

"Cualquier resumen, por breve que sea, del calvario de la Iglesia española en 1936 tiene que mencionar obligadamente la inmolación brutal de 23 religiosas adoratrices en la madrugada del 10 de noviembre junto a las tapias del cementerio madrileño del Este. Un desafuero en el que se acumularon todas las agravantes de los códigos civilizados, desde el desprecio de sexo y edad hasta la nocturnidad y el descampado. Se trataba de un grupo de enfermas y ancianas, entre las que apenas podía contarse media docena de mujeres sin achaques (…) Es cosa probada que desde comienzos de noviembre el convento de la Costanilla de los Ángeles vivía en la convicción del inminente exterminio de todas y cada una (…) En efecto, a la tarde siguiente [9 de noviembre de 1936] surgió, no se sabe cómo, el pretexto ansiosamente buscado. Por lo visto, debió de caer muerto en aquella calle o en sus inmediaciones un miliciano, y sus correligionarios acudieron en tropel al número 15, dando por incontrovertible que era una monja quien había disparado. La especie era tan burda que doña Fermina, la señora del entresuelo, se encaró varonilmente con los asaltantes, pero no hubo manera de reducirlos. Una por una salieron detenidas madres y hermanas, incluso la hermana Lucila, enferma e inmovilizada, a la que bajaron en una silla. Tras lo dicho, presenciado por todos los vecinos, se rompe el hilo de la historia hasta que una adoratriz, sorprendida al encontrar días más tarde cerrado el piso, supo que en la Dirección General de Seguridad se encontraban las fotografías de todos los fusilados en la mañana del 10 de noviembre. Pudo comprobar, en efecto, que todas habían sido fusiladas (…) Ocho de ellas cayeron, por fuerza de la descarga, en el término de Vicálvaro y las otras quedaron en zona municipal de Madrid (…) Además de las 23 mencionadas, fueron fusiladas en Madrid, el 31 de agosto de 1936, las MM. Felisa María de San Julián y Petronila Hornedo Huidobro del Sagrado Corazón. Detenidas al llegar a Madrid procedentes de la comunidad de Guadalajara, fueron trasladadas a una checa inmediata a la estación. Puestas en libertad, fueron acribilladas a balazos al poner el pie en la calle."

Antonio Montero Moreno, Historia de la persecución religiosa en España. 1936-1939 (1961), pp. 495-498 (2ª ed., 2004)

20 octubre 2007

Los libros de seis peniques

En su Pequeña historia del libro (1987) don José Martínez de Sousa califica con acierto de "revolución en el mundo de la cultura" la creación en Inglaterra en 1935 de la colección Penguin Books, por el editor Allen Lane. Libros de calidad por el precio de un paquete de tabaco, seis peniques de entonces. Nuestra Colección Austral fue una feliz secuela.

Penguin y Austral son ejemplos de cómo las editoriales pueden favorecer la cultura popular sin perjudicar su negocio lícito. Hoy también, por las cuatro perras de una ronda de cervezas se pueden encontrar buenos libros a precio barato. No hay excusa para leer los pseudolibros que editan los que nos venden la moto (o la burra coja, dicho más castizamente).

En la web oficial de Penguin Books puede leerse una
breve historia de la Compañía.

09 octubre 2007

No todo se lo ha tragado la tierra


Dice la esperanza: un día
la verás, si bien esperas.
Dice la desesperanza:
sólo tu amargura es ella.
Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra.

ANTONIO MACHADO

Estos versos, del libro Campos de Castilla, los he tomado de un libro al que tengo en gran aprecio, La teología de Antonio Machado (1975), de José María González Ruiz. La imagen del entierro del poeta en Collioure procede de la página Abel Martín. Revista de estudios sobre Antonio Machado.

08 octubre 2007

Esperanza y conocimiento

Prosigo con esta lectura saltuaria de la Summa Theologiae, y viendo que nuestro coloquio nos ha llevado por caminos azarosos a la virtud de la esperanza, he arribado a unas sagaces observaciones morales de Santo Tomás en la prima secundae (artículos 5 y 6 de la pregunta 40). El objeto de la esperanza, nos dice, es lograr un bien futuro dificultoso mas posible [bonum futurum arduum possibile adipisci].

¿Esperan igual jóvenes y mayores? Dice Aristóteles, en su tratado sobre la Retórica (1390a), que los viejos, por experiencia, difícilmente esperan [senes sunt difficilis spei, propter experientiam], en tanto que los jóvenes, por el motivo contrario, por inexperiencia de las dificultades y limitaciones, tienen buena esperanza [sunt bonae spei]. Enseña Santo Tomás que la experiencia conduce a la esperanza de dos maneras: una, porque hace al hombre diestro en hacer las cosas con facilidad [per experientiam homo acquirit facultatem aliquid de facili faciendi]; y de otra, porque le convence de que sea posible lo que antes le parecía imposible [fit homini existimatio quod aliquid sit sibi possibile]. Y así dice que es causa de la esperanza la ciencia [doctrina] o la creencia [persuasio]. Aunque acaba reconociendo Tomás que la experiencia, e converso, conduce de la misma manera a perder la esperanza. Completaremos en unos días estas observaciones, con la esperanza propia de los jóvenes.

05 octubre 2007

Noticia de libros, 2

En uno de mis comentarios pasados, sobre las lecciones de verano de Ratzinger en Tubinga, me quejaba de que la "fiebre ratzingeriana" parecía no haber alcanzado a su tratado sobre la Escatología. La muerte y la vida eterna (1977). No estaba bien informado. Acabo de ver en la librería la segunda edición española, publicada por la editorial Herder de Barcelona (2007). Contiene el epílogo a la 6ª edición alemana, "sobre la disputa acerca de la resurrección y la inmortalidad" (1990) y un esclarecedor prólogo fechado en Roma, en la Solemnidad de Todos los Santos, 2006, que ya firma como Benedicto XVI. Sobre la muerte y la resurrección, copio este párrafo (página 178 de la nueva edición):

"De la vida futura podemos tener alguna idea en cuanto al hecho de que se da, por extrapolación y a partir de la vida presente; el mensaje de la fe puede echar mano de una cierta evidencia del pensamiento. Pero el qué de esta nueva vida está, por el contrario, absolutamente fuera de lo que nuestra experiencia abarca, siendo imposible conocerla a partir de nosotros".

03 octubre 2007

Hölderlin y la esencia de la poesía

Pero ¡amigo! venimos demasiado tarde.
En verdad viven los dioses
pero sobre nuestra cabeza, arriba en otro mundo
trabajan eternamente y parecen preocuparse poco
de si vivimos. Tanto se cuidan los celestes de no herirnos.
Pues nunca pudiera contenerlos una débil vasija,
sólo a veces soporta el hombre la plenitud divina.
La vida es un sueño de ellos.
Pero el error nos ayuda como un adormecimiento.
Y nos hacen fuertes la necesidad y la noche.
Hasta que los héroes crecidos en cuna de bronce,
como en otro tiempo sus corazones son parecidos en fuerza a los celestes.
Ellos vienen entre truenos.
Me parece a veces mejor dormir, que estar sin compañeros
Al esperar así, qué hacer o decir no lo sé.
Y ¿para qué poetas en tiempos aciagos?
Pero, son, dices tú, como los sacerdotes sagrados del Dios del vino,
que erraban de tierra en tierra, en la noche sagrada.

Friedrich Hölderlin


Citado por: Martin Heidegger, Hölderlin y la esencia de la poesía

(Traducción del filósofo mexicano Samuel Ramos).