23 diciembre 2016

El Quijote en sefardí o judeoespañol


Ayer, viendo las noticias de la tele, leí sorprendido en el news ticker del lower third de la pantalla, que se ha descubierto una versión sefardí del Quijote. El hallazgo se debe a la profesora María Sánchez Pérez (en la imagen), de la Universidad de Salamanca [usal], que ha encontrado alguno fragmentos quijotescos (en concreto, las atractivas historietas de "El curioso impertinente" y la de Cardenio), publicados como serial en un periódico de Estambul, “El Amigo de la Familya”, en 1881. Se ha dado noticia en el número de diciembre de la revista Ínsula. Al parecer, la profesora está preparando la edición de estos textos. A mí, este descubrimiento me parece sensacional. Es, lo que se dice, un fenómeno de traducción, que el texto castellano del Quijote hubiese sido vertido a una de las variedades (¿dialectales?) de la lengua, como es el sefardí o (como se le denomina en el ámbito académico) judeoespañol. Tiene además su miga que el Quijote (o algunos de sus capítulos) haya sido vertido a una variedad de la lengua, tal vez más primitiva que la que empleó Cervantes, aunque el sefardí hubiese experimentado, ya a la altura del siglo XIX, su propia evolución autónoma. A lo que hay que sumar que, por desaparición de sus hablantes (sobre todo en Europa oriental y Asia Menor, por asimilación, por migraciones, o por genocidio) la lengua sefardí se encuentre en trance de muerte como lengua hablada. Con todo, el pasado mes de abril ha sido noticia [Radio Sefarad] que Pilar Romeu ha publicado una versión moderna aljamiada de los primeros capítulos del Quijote. Buenas noticias quijotescas (recuérdese el episodio del manuscrito encontrado de Cide Hamete Benengeli...).

16 diciembre 2016

Adiós a la librería Céfiro


Nos ha llegado la noticia de que el próximo año, después de Reyes, habrá cerrado otra librería sevillana, tan excelente como la que ha sido la librería Céfiro, situada en una calle de nombre tan a propósito como la de Virgen de los Buenos Libros (en la esquina estratégica junto a la trasera de El Corte Inglés de la plaza del Duque, el colegio de las Esclavas, la antigua comisaria de policía de centro, y el bar "Los niños del Flor"). Este viernes me llegué a saludar a sus propietarios, Eduardo y Luís, y decirles, un poco en plan protocolario, que ha sido privilegio conocerles y ser un cliente de la librería de largo.

Lo tengo en la memoria, de tantos años. Leo por ahí [Repiso] que la librería Céfiro abrió el año 1985, cuando yo andaba de estudiante todavía. Ha cumplido ya, por tanto, treinta y tantos años de existencia, y los propietarios se jubilan. Me decían que nos hacemos mayores, y estos tiempos son más difíciles para los libros. Han subsistido ganándose a pulso contratos de organismos oficiales (incluído el ayuntamiento de la ciudad), pero la gente joven ya no lee libros, y los que sí leen todavía, se han hecho mayores, o simplemente, se mueren. "La tormenta perfecta".

Que cierre Céfiro me parece una gran pérdida espiritual para la ciudad. Ha sido una librería excelente por muchas razones, comenzando por su espléndido escaparate. Una de las vitrinas (que no se ve en la fotografía) la dedicaban a mostrar, de semana en semana, una exhibición bibliográfica por una materia a propósito (es evidente que cuando llegaba la Cuaresma en Sevilla, la dedicaban a los libros cofrades, de procesiones y de Semana Santa).

Me parece que la mejor despedida de esta librería, en que hemos echado tantos ratos mirando libros, puede ser con el verso de Pablo Neruda: nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos...

.

14 diciembre 2016

El intelectual y el obrero


¿Cómo se hará sabio el que maneja el arado y se enorgullece de empuñar la picana, el que guía los bueyes, trabaja con ellos, y no sabe hablar más que de novillos? Él pone todo su empeño en abrir los surcos y se desvela por dar forraje a las terneras.

Lo mismo pasa con el artesano y el constructor, que trabajan día y noche; con los que graban las efigies de los sellos y modifican pacientemente los diseños: ellos se dedican a reproducir el modelo y trabajan hasta tarde para acabar la obra.

Lo mismo pasa con el herrero, sentado junto al yunque, con la atención fija en el hierro que forja: el vaho del fuego derrite su carne y él se debate con el calor de la fragua; el ruido del martillo ensordece sus oídos y sus ojos están fijos en el modelo del objeto; pone todo su empeño en acabar sus obras y se desvela por dejarlas bien terminadas.

Lo mismo pasa con el alfarero, sentado junto a su obra, mientras hace girar el torno con sus pies: está concentrado exclusivamente en su tarea y apremiado por completar la cantidad; con su brazo modela la arcilla y con los pies vence su resistencia; pone todo su empeño en acabar el barnizado y se desvela por limpiar el horno.

Todos ellos confían en sus manos, y cada uno se muestra sabio en su oficio. Sin ellos no se levantaría ninguna ciudad, nadie la habitaría ni circularía por ella. Pero no se los buscará para el consejo del pueblo ni tendrán preeminencia en la asamblea; no se sentarán en el tribunal del juez ni estarán versados en los decretos de la Alianza. No harán brillar la instrucción ni el derecho, ni se los encontrará entre los autores de proverbios. Sin embargo, ellos afianzan la creación eterna y el objeto de su plegaria son los trabajos de su oficio.

Eclo 38,25-34 [va]