21 junio 2011

Crisis política de libro

"Se admite, en general, que los países desarrollados son muy sensibles a las crisis económicas graves, y que éstas provocan un traumatismo que pone en peligro las instituciones liberales. Las sociedades acostumbradas a un nivel medio de confort bastante elevado, en el que la necesidad de seguridad es fuertemente sentida y relativamente satisfecha, son trastornadas profundamente por una depresión económica que lleva consigo una baja muy fuerte de los ingresos de una gran parte de la población, que se encuentra sumergida en la inseguridad. La lucha de clases, adormecida por el desarrollo técnico, se despierta y las masas más perjudicadas por la crisis se oponen violentamente a las minorías más protegidas. El consenso necesario a las instituciones se rompe. Las clases medias, duramente afectadas por la depresión económica y temiendo la presión revolucionaria de las clases populares, se inclinan hacia soluciones autoritarias que cuentan igualmente con el favor de los privilegiados. La instauración del nazismo en Alemania se aproxima bastante a este esquema, que tiene un valor general".

MAURICE DUVERGER, Institutions politiques et droit constitutionnel (1970). 11e édition entièrement refondue. 5ª edición española, totalmente refundida, dirigida por Jorge Solé-Tura (pp. 85-86).

El Agujetas por seguiriyas



Música radical, pura, transparente, absoluta. Agujetas, artista, el más grande.

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05 junio 2011

Se acabó la fiesta


En Portugal, el país hermano de España (un hermano separado, para los iberistas), se han celebrado hoy elecciones legislativas, que marcan tendencia, porque España y Portugal también están hermanadas por una grave coyuntura económica y financiera. Han ganado sobradamente las derechas, lideradas por Pedro Passos Coelho. ¿Qué está pasando? Yo tal vez sea un simple, en materia política, pero es que lo veo así de simple: la gente tiene miedo del futuro, y se ha vuelto conservadora, temerosa. No es tiempo de agitación anarquista, sino de regresar de la fiesta al refugio del hogar. Y lo mismo va a pasar, muy pronto, en España (no es fatalismo, es realpolitik).

La gente busca oráculos, y yo, que también soy gente, creo encontrarlo, no sé si por pedante, en el Platón de la Politeía (rehúyo el título tradicional de La República). Es un diálogo extenso, y sólo se entiende leído en panorámica, pero por ahora conduzco a los interesados a los textos conclusivos, los libros VIII y IX, donde se describen las formas corrompidas de gobierno. Todos tenemos en la cabeza una idea bastarda de corrupción (la del político que sisa del presupuesto, de variadas maneras creativas), aunque en la mente del griego la generación y la corrupción son las fuerzas que gobiernan el devenir de las cosas del mundo (genial intuición de lo que hoy conocemos como termodinámica). Claro que hay muchos que no tragan a Platón, porque pensaba que la democracia, el poder de los antojos del pueblo, es también otra forma corrupta de la política.

Dice Platón, por boca de Sócrates (544d): "¿Y sabes que es forzoso que existan también tantas especies de caracteres humanos como formas de gobierno? ¿O crees que los gobiernos nacen acaso de alguna encina o de alguna piedra y no de los caracteres que se dan en las ciudades, los cuales, al inclinarse, por así decirlo, en una dirección, arrastran tras de sí a todos los demás?"

La idea magistral de Platón es que la política se reduce a psicología colectiva, y en esto me manifiesto como platónico. Las estadísticas electorales, única forma objetiva de pulsar el estado emocional de la gente, en un instante, que sólo se dan en las democracias, donde rige el sufragio universal, traducen en signos (one man, one vote) lo que quiere y espera la gente de sus gobiernos. Y el pueblo no es tonto, ni se deja engañar constantemente: You can fool all the people some of the time, and some of the people all the time, but you cannot fool all the people all the time (Abraham Lincoln).

O en palabras del clásico: vox populi, vox dei.

[La traducción del pasaje de Platón es de José Manuel Pabón y Manuel Fernández Galiano]
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