02 noviembre 2012

The philosophy of common sense

Lo que dice G.K. Chesterton sobre la filosofía de Santo Tomás de Aquino, me parece que no es de recibo. En el principio del capítulo VI de su biografia del Aquinate, "The approach to Thomism", dice: The fact that Thomism is the philosophy of common sense is itself a matter of common sense ("Que el tomismo sea la filosofía del sentido común, es por sí mismo de sentido común"). Pues no, en mi opinión ni el tomismo es "una filosofía de sentido común", ni esa afirmación puede ser aceptable, cuando menos, para la generalidad de la corporación de los filósofos (incluídos los filósofos tomistas).

Todos tenemos nociones elementales de cómo cuidar la salud (p.ej. que "cuando hace frío hay que abrigarse para no coger un catarro"), pero ni esas nociones forman una medicina de sentido común, ni nos hace médicos (que son quienes saben de medicina). Los enfermos, por sólo sentido común, no saben curarse, sino que procuran buscar a un médico, que es quien sabe medicina. ¿Por qué habríamos de admitir, en cambio, que la filosofía, que es otro saber (y no otro saber cualquiera, sino el saber supremo), habría de ser un saber corriente, de sentido común, y no más bien un saber especialísimo que requiere estudio, que no todos pueden alcanzar? Esto no es soberbia filosófica, sino, modestamente, la naturaleza de la cosa misma, la naturaleza del saber de los filósofos, que es tan peculiar y especializado como pueda serlo el saber de los médicos, el saber de los juristas o el saber de los arquitectos e ingenieros.

En realidad, toda la filosofía marcha en sentido opuesto al common sense, el sentimiento espontáneo de la gente corriente. No otra cosa quería decir Aristóteles, y toda la caterva de filósofos que le siguió, incluído Santo Tomás: Los hombres comienzan y comenzaron siempre a filosofar movidos por la admiración; al principio, admirados ante los fenómenos sorprendentes más comunes; luego, avanzando poco a poco y planteándose problemas mayores, como los cambios de la luna y los relativos al sol y a las estrellas, y la generación del universo... (Metafísica, A,2, trad. Valentín García Yebra). Muy por el contrario, el sentido común y espontáneo consiste en no sorprenderse de que las cosas sean como son. Ese saber espontáneo, común, acomodaticio, es lo que expresa nuestro refrán: "al pan, pan, y al vino, vino"; o como dice Chesterton, eggs are eggs. Por eso nunca podrá existir tal cosa como una filosofía del sentido común, porque mezclar filosofía y sentimiento espontáneo (o saber superior y saber común) es aberrante. Y desde luego la filosofía de Santo Tomás tampoco puede ser una philosophy of common sense, como pretendía vendernos G.K. Chesterton.

Y como Chesterton se ha empeñado en decir que el tomismo es de sentido común, la filosofía moderna, que al parecer se le opondría, no habría de ser más que paradójica ("opuesta a la común opinión y al sentir de las personas"). Dice Chesterton: "Since the modern world began in the sixteenth century, nobody's system of philosophy has really corresponded to everybody's sense of reality: to what, if left to themselves, common men would call common sense. Each started with a paradox: a peculiar point of view demanding the sacrifice of what they would call a sane point of view. That is the one thing common to Hobbes and Hegel, to Kant and Bergson, to Berkeley and William James".

Leyendo aquí a Chesterton me he acordado del pasaje del diálogo Teeteto, en que Platón se reía de los partidarios de Heráclito de Éfeso, porque de tanto sostener que "todo fluye, y nada permanece", habrían llegado al extremo de la mudez, porque con que tan siquiera dijesen que "esto o aquello es así o asá", ya se estarían contradiciendo. Esto es una manera un poco tonta de no haber entendido el heraclitismo. Pero la paradoja (del griego paradoxos) no es un juego, sino una posibilidad de la mente; y toda filosofía es paradójica, porque el saber filosófico se aparta conscientemente de la vida ordinaria en que estamos sumergidos como el pez en el agua (donde los huevos son huevos, y el pan, pan, y el vino, vino). El tomismo no es una excepción.

Afirmar, como hace Chesterton, que "the philosophy of St. Thomas stands founded on the universal common conviction that eggs are eggs", no sólo es una ordinariez, y una falta de respeto a Santo Tomás (desacato que no parecen advertir los chestertomistas), sino que delata que Chesterton no entendió a Santo Tomás, ni siquiera la materia de la filosofía. Se ponía como un ogro cuando le sugerían (leyendo los escritos del P. Martin D'Arcy) que el tomismo pudiese tener algún contacto o semejanza (likeness) con la filosofía de Hegel. Pero eso, señalar contactos, es ni más ni menos lo que con el tiempo ha hecho el P. Cornelio Fabro (1911-1995) [web], porque es forzoso que el Doctor Angélico, aún habiendo sido genial, no haya sido más que un eslabón de la cadena del pensamiento filosófico y teológico (lo que salta a la vista nada más que asomándose a sus escritos).

La filosofía de Santo Tomás de Aquino no es de sentido común, sino tan paradójica como pueda serlo la de Kant, Hegel, Bergson o William James. ¿Cuál sería, según mi parecer, la raíz última de la filosofía de Santo Tomás? No puede ser nada corriente, de todo los días (como sería decir "las cosas claras, y el chocolate espeso"), sino algo paradójico, lo que según la etimología es decir lo más apartado del common sense. Si nos guiásemos tan sólo por el sentido común (las cosas son lo que son, eggs are eggs), no llegaríamos más allá de un craso epicureísmo (manducemus et bibamus, cras enim moriemur).

La ligereza de Chesterton en calificar al tomismo como filosofía del sentido común, parece más bien movida por intereses propagandístico. Lo que a Chesterton parecía interesarle en el fondo no eran las que le parecían abstrusas doctrinas de Santo Tomás, que no tuvo tiempo de estudiar ("there are passages I do not in the least understand myself; there are passages that puzzle much more learned and logical philosophers than I am..."), sino sostener el sentido común de la gente corriente: "The only point I am stressing here is that Aquinas is almost always on the side of simplicity, and supports the ordinary man's acceptance of ordinary truisms".

Esta visión tan simplista no me parece aceptable. También sería una osadía por mi parte comprimir en un breve párrafo en qué consiste, según pienso, el tomismo. Pero hay que intentarlo. Si uno se asoma a la Suma Teológica, I, q.84, quomodo anima intelligit corporalia (que fue el objeto de la tesis de Karl Rahner, Geist in Welt. Zur Metaphysik der endlichen Erkenntnis bei Thomas von Aquin), tal vez comencemos a aceptar que el tomismo pueda ser tan paradójico, y tan apartado del sentido común, como el kantismo o el hegelianismo, y que reducirlo a afirmar que las cosas son como son (eggs are eggs) es una simplicidad que nada tiene que ver con su doctrina. En fin, sin más tiempo para discutirlo, yo compendiaría el tomismo en la idea de que el hombre es imagen de Dios (imago Dei), de la Suma Teológica, I, q.93 a.4, noción de estirpe platónica y agustiniana, y no es para nada  un truísmo ni nada evidente, que pueda aceptar la gente ordinaria. No es casual que la noción, procedente del psalterio, sea el lema de la Universidad de Oxford: Dominus Illuminatio Mea.

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