Denso, suave, el aire
Orea tantas callejas,
Plazuelas, cuya alma
Es la flor del naranjo.
Resuenan cerca, lejos,
Clarines masculinos
Aquí, allí la flauta
Y oboe femeninos.
Mágica por el cielo
La luna fulge, llena
Luna de parasceve.
Azahar, luna, música,
Entrelazados, bañan
La ciudad toda. Y breve
Tu mente la contiene
En sí, como una mano
Amorosa. ¿Nostalgias?
No. Lo que así recreas
Es el tiempo sin tiempo
Del niño, los instintos
Aprendiendo la vida
Dichosamente, como
La planta nueva aprende
En suelo amigo. Eco
Que, a la doble distancia,
Generoso hoy te vuelve,
En leyenda, a tu origen.
Orea tantas callejas,
Plazuelas, cuya alma
Es la flor del naranjo.
Resuenan cerca, lejos,
Clarines masculinos
Aquí, allí la flauta
Y oboe femeninos.
Mágica por el cielo
La luna fulge, llena
Luna de parasceve.
Azahar, luna, música,
Entrelazados, bañan
La ciudad toda. Y breve
Tu mente la contiene
En sí, como una mano
Amorosa. ¿Nostalgias?
No. Lo que así recreas
Es el tiempo sin tiempo
Del niño, los instintos
Aprendiendo la vida
Dichosamente, como
La planta nueva aprende
En suelo amigo. Eco
Que, a la doble distancia,
Generoso hoy te vuelve,
En leyenda, a tu origen.
Et in Arcadia ego.
Cuando leo que el papa Francisco ha tenido la ocurrencia, y se está pensando, establecer una fecha fija de la Semana Santa en el mes de abril, y no según el calendario lunar [aciprensa], (una pavada, en Argentina), no he podido evitar acordarme de la "luna de parasceve" del gran poema del poeta sevillano Luís Cernuda. ¡Santo Padre, no por favor!
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