Ha sido providencial que, preparando esta nota, haya encontrado una imagen muy adecuada para las ideas que pretendía comunicar: esta fotografía, datada en 1960, del teólogo católico Romano Guardini (izq.) y el filósofo judío Martin Buber (dcha.), cambiando impresiones en algún encuentro público [via]. Ambos fueron, desde sus respectivos campos católico y hebreo, maestros influyentes en la universidad alemana, y es muy llamativo que sufrieran el mismo proceso en las mismas fechas, debido al régimen nazi. Guardini fue destituido de su cátedra de Berlín en 1939; Buber renunció a su cátedra de Frankfurt en 1933, y logró emigrar a Palestina en 1938. Compartieron el mismo clima intelectual, y su reacción fue semejante. Es el antihumanismo de Friedrich Nietzsche, que dominaba las mentes europeas (incluída España), a la que dieron respuesta en sus escritos y conferencias. No es posible fundar una sociedad humana si no es en la presencia de Dios, en el temor de Dios. Judíos y cristianos europeos (personificados en estas dos grandes figuras, Guardini y Buber) convergían en la misma visión. La BAC acaba de publicar algunas conferencias de Romano Guardini de los años 4o (aún no concluída la guerra), defendiendo la perspectiva creyente y la fe en el Salvador, agrupadas en un volumen con el título Experiencia religiosa y fe [BAC]. Las leo, y si logro desprender el componente confesional católico (muy destacado, en todos los escritos de Guardini), reconozco las mismas ideas apasionadas de Martin Buber de sus conferencias de 1951 en universidades americanas sobre El eclipse de Dios. Estudios sobre las relaciones entre religión y filosofía [Sígueme]. La enfermedad de nuestro tiempo es la desesperanza (no esperar nada), un mundo que no logra escapar de sus propias dinámicas infernales. Hemos perdido la referencia más importante.
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