En memoria del sacerdote sevillano Carlos Ros (1941-2020), fallecido el día de la Epifanía.
El segundo domingo de Navidad, en las iglesias católicas se ha leído el himno solemne que prologa el evangelio de San Juan:
Ἐν ἀρχῇ ἦν ὁ λόγος, καὶ ὁ λόγος ἦν πρὸς τὸν θεόν, καὶ θεὸς ἦν ὁ λόγος. Algunas veces pensé que este prólogo fuese dificilísimo de entender, si no eres un metafísico, un filósofo medio platónico, o algo parecido. Ahora he comprendido que no, que es todo lo contrario. Lo que me maravilla es que el pueblo sencillo entiende perfectamente este evangelio: que Dios se ha hecho uno de nosotros, y está con nosotros. Por eso la devoción popular se manifiesta estos días en los belenes (en las casas, calles e iglesias), en cantar villancicos, o en las cabalgatas de reyes magos, que el papa Francisco admira [Abc], y en fin en la adoración al Niño Jesús, que es la visibilidad de la Encarnación, del Dios hecho hombre.
La otra cosa que me maravilla del prólogo de San Juan, es que relata una creencia muy remota, que llega hasta nosotros: que Dios habla a la humanidad, y está en medio de los hombres. Esta es la fe que une a los cristianos contemporáneos con la sabiduría del pueblo de Israel. Los estudiosos del cuarto evangelio (quiero mencionar ahora a C. H. Dodd [ver]) destacan su entronque con las escrituras sapienciales. Por eso, muy meditadamente, la liturgia del día acompaña el evangelio de San Juan con la lectura de la Sabiduría Sirácida. También mencionaría ahora, del lado judío, a Daniel Boyarin (n. 1946), profesor de Talmud en Berkeley. En su libro Espacios fronterizos. Judaísmo y cristianismo en la Antigüedad tardía (
Border Lines: The Partition of Judaeo-Christianity, 2004) [
Trotta], defiende que los 13 primeros versículos del prólogo son un
midrash o exégesis judía del Génesis:
bereshit bará Elohim, ΕΝ ἀρχῇ ἐποίησεν ὁ Θεὸς [
Septuagint]. Tan sólo desde el versículo 14,
Καὶ ὁ λόγος σὰρξ ἐγένετο καὶ ἐσκήνωσεν ἐν ἡμῖν, Et Verbum caro factum est, et habitavit in nobis, se enuncia la novedad de la creencia de los cristianos en que Dios se ha encarnado, se ha hecho hombre.
No es mi propósito comentar ahora el prólogo de San Juan. Tan sólo ofrecer mis apuntes con los que me he entretenido, el día de Reyes, comparando las traducciones de este versículo 14, con las que algo puede aprenderse y avanzar en la comprensión del mensaje. Mis notas las divido en tres palabras significativas: Verbum (λόγος), caro (σὰρξ), habitavit (ἐσκήνωσεν).
VERBUM
La traducción directa de Verbum debe ser la Palabra (de Dios), como hace Knox: And the Word was made flesh [knox], o la Biblia alemana: Und das Wort ward Fleisch, o incluso en lengua árabe: al-kalima. Es singular, en cambio, que las lenguas románicas sean literalmente dependientes de la versión latina de λόγος, verbo:
(esp.) Y el Verbo se hizo carne (Nácar-Colunga)
(fr.) Et le Verbe s'est fait chair.
(it.) E il Verbo si fece carne.
(pt.) E o Verbo fez-Se carne.
Traducir λόγος por Verbo, es un cultismo, un latinismo, que no está justificado si no es por la tradición. La traducción del escriturista Juan Mateos, y la del Libro del Pueblo de Dios, ya dicen la Palabra [vat], así como también la versión catalana de los monjos de Montserrat (1970): I
la Paraula es va fer home [
cvc].
En sentido idiomático, Verbo significa, según el Diccionario de la Lengua Española, "En el cristianismo, segunda persona de la Santísima Trinidad", en la 5ª acepción. En las ediciones más antiguas del Diccionario, aparecía en primera acepción, como "Segunda persona de la Santísima Trinidad" (suponiendo que todos los hablantes compartiesen la creencia de los cristianos). La definición del Larousse es poco menos que idéntica (con una precisión dogmática muy interesante): "La deuxième personne de la Sainte-Trinité, incarnée en Jésus-Christ. (Avec une majuscule)". Esto es el Verbo por antonomasia, pero ya no es adecuado traducir el prólogo de San Juan con esta palabra, porque el evangelista no pensaba todavía aquí en la doctrina trinitaria, sino que pensaba en el λόγος en que creían los judíos de su tiempo.
CARO
Literalmente, carne (σὰρξ): Y el Verbo se hizo carne. Pero tenemos tan sabido y repetido este pasaje, que ya no nos espanta esta afirmación (que la Palabra de Dios se haga carne) como debió conmocionar a los devotos judíos de aquel tiempo. Le pasa como a la palabra Verbo (un latinismo), pero en este caso pensamos que decir aquí carne es un semitismo, como en el libro del Génesis, 2, 24: y los dos llegan a ser una sola carne, καὶ ἔσονται οἱ δύο εἰς σάρκα μίαν, afirmación que no se entiende al pie de la letra, porque la unidad esponsal es personal, espiritual, y no en rigor carnal (aunque se deba suponer, y sólo relativamente, o como metáfora, como la antigua de la media naranja).
Estas razones deben pesar para que se prefiera aquí, en Jn 1, 14, traducir por hombre, como hizo Juan Mateos: y la Palabra se hizo hombre; y también la Biblia de Montserrat: I
la Paraula es va fer home. El dogma de la Encarnación puede comprenderse como creencia en la humanización (incluso hominización) de Dios con nosotros, porque somos hombres y mujeres, entidades espirituales por encima de todo (no "cachos de carne con ojos", como dice el chascarrillo).
HABITAVIT
La traducción de la Vulgata de la línea καὶ ἐσκήνωσεν ἐν ἡμῖν, et habitavit in nobis, es ya una simplificación, que hace perder (como en el caso de ὁ λόγος) toda la evocación de creencias antiguas que están presentes en el texto. No obstante, también por respeto a la tradición, las traducciones actuales prosiguen con esta interpretación. Así, la de Knox (que por elección tradujo de la Vulgata, no del griego): and came to dwell among us, pero también la alemana: und wohnte unter uns, y desde luego la española (de Nácar y Colunga): y habitó entre nosotros.
Los diccionarios de griego definen σκηνόω como 'acampar', 'plantar una tienda', del sustantivo σκῆνος, 'tienda' (pero también "i.e. (figuratively) the human body") [Strong]. Este sentido se ha perdido en las traducciones posteriores a la latina. Pero las ediciones modernas anotan que el texto orginal evocaba la carpa o tienda del encuentro, que plantó Moisés fuera del campamento de los israelitas (Ex 33, 7). De las traducciones que he podido consultar, tan sólo la de la Nueva Biblia Española de J.L. Alonso Schökel y Juan Mateos, ha sabido conservar, hasta donde permite nuestra lengua, el primitivo sentido de la frase griega: Y la Palabra se hizo hombre, y acampó entre nosotros.
También es digna de citar, por única que yo sepa, la traducción catalana de Montserrat: La Paraula es va fer home i posà entre nosaltres el seu tabernacle. 'Tabernáculo' deriva de la palabra latina tabernacŭlum, que significa 'tienda', por excelencia el Tabernáculo o Santuario de los judíos. El Diccionario de la Lengua Española lo define como "lugar donde los hebreos tenían colocada el arca del Testamento" (en primera acepción, "Sagrario donde se guarda el Santísimo Sacramento"). Todas estas evocaciones de la religión antigua del pueblo de Israel se perdieron en la traducción plana et habitavit in nobis. Excusándome por mi irresistible tendencia al poliglotismo (que más quisiera yo) no encuentro mejor manera de concluir, que reproducir la nota a Jn 1, 14, que figura en la New American Bible [vat], y que ratifica lo que responsablemente he comentado:
[14] Flesh: the whole person, used
probably against docetic tendencies (cf ⇒ 1 John
4:2; ⇒ 1:7). Made his dwelling: literally,
"pitched his tent/tabernacle." Cf the tabernacle or tent of meeting
that was the place of God's presence among his people
(⇒ Exodus 25:8-9). The incarnate Word is the new
mode of God's presence among his people. The Greek verb has the same consonants
as the Aramaic word for God's presence (Shekinah).
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