12 septiembre 2010

In principio


In principio creavit Deus caelum et terram: "al principio creó Dios los cielos y la tierra". Dios es el principio [initium sapientiae timor Domini], y así es manifiesto que con el nombre del más Clemente y Misericordioso principian las Escrituras, y la Ciencia Sagrada, y nuestra confesión: Credo in Deum Patrem omnipotentem, Creatorem caeli et terrae.

Ya que Dios no es evidente, no salta a la vista, pero el cielo y la tierra sí, los materialistas de todos los tiempos niegan con denuedo que el Universo mismo nunca tuviese principio. Es explicable entonces que para negar a Dios, se haya de negar el principio, como hace el astrofísico Stephen Hawking [link]: "Because there is a law such as gravity, the Universe can and will create itself from nothing. Spontaneous creation is the reason there is something rather than nothing, why the Universe exists, why we exist" (porque hay la ley de la gravedad, el Universo se crea de la nada. La creación espontánea es la razón de que haya algo en lugar de nada. de que el Universo exista, de que nosotros existamos).

Oponiéndose a esta inclinación espontánea del hombre a la crasa materialidad, las Escrituras, desde sus primeras palabras, inculcan a la humanidad la sabiduría radical (a radice), maridando lo visible y lo invisible. El fariseo Pablo lo explica así: quod noscibile est Dei, manifestum est in illis; Deus enim illis manifestavit. Invisibilia enim ipsius a creatura mundi per ea, quae facta sunt, intellecta conspiciuntur, sempiterna eius et virtus et divinitas, ut sint inexcusabiles [Rm 1, 19-20].

No es mi propósito hacer aquí una impertinente repetición del catecismo, sino, como propone el teólogo Pablo de Tarso, ascender de lo visible a lo invisible, o bien responder a la pregunta que nos hace Santo Tomás de Aquino: si el Universo principia en Dios [utrum sit necessarium omne ens esse creatum a Deo] (S.Th. 1, q.44 a.1), con el fin de mostrar que la antigua sabiduría bíblica es creíble.

El razonamiento de Tomás es muy difícil, a mí me lo parece [Corp. Tom.]. Pero no me voy a arredrar ahora, sino que voy a encarar el reto, haciendo cómplices a mis lectores. ¿Dónde encuentro el escollo, en el apretado responsum del maestro?


Para demostrar [necesse est dicere] que todo lo que es [omne quod quocumque modo est], recibe el ser de Dios [a Deo esse], Tomás parte de dos grandes premisas, tratadas antes en la Suma Teológica:

1) Dios es el Ser mismo [Deus est ipsum esse per se subsistens] (q.3 a.4); y

2) El Ser mismo no puede ser más que Uno [esse subsistens non potest esse nisi unum] (q.7 a.1 y 2).

Y entonces concluye [relinquitur ergo quod]:

3) Todo lo que no es Dios, no es el Ser mismo, sino que participa del Ser [omnia alia a Deo non sint suum esse, sed participant esse].

Pasemos las páginas, y volvamos a las primeras lecciones, a la pregunta de si Dios es el Ser mismo [suum esse] (q.3 a.4), de cuya respuesta pende la premisa principal del silogismo. Texto no menos difícil [Corp. Tom.], que vamos a analizar, es decir desmenuzarlo, sirviéndonos (como hacen los estudiantes), de papel y lápiz:

1) El ser mismo de una cosa es distinto de lo que esa cosa es [ipsum esse rei aliud ab eius essentia]. Y...

2) Ninguna cosa basta para darse el ser a sí misma, si el ser le viene dado [nulla res sufficit quod sit sibi causa essendi, si habeat esse causatum]. Luego...

3) Aquella cosa cuyo ser es distinto de lo que esa cosa sea, recibe el ser de otro, y no de sí misma [illud cuius esse est aliud ab essentia sua, habet esse causatum ab alio].

Y observa Santo Tomás que esto no puede decirse de Dios [hoc autem non potest dici de Deo], porque Dios decimos que es la razón primera de todo lo que hay [quia Deum dicimus esse primam causam efficientem]. Y así en Dios, y sólo en Dios, se cumple la identidad de ser lo que se es, y el Ser mismo [idem essentia et esse]. Todo lo demás recibe el Ser de Dios, pues no basta a  darse el ser a sí mismo.

Aún tendríamos que regresar al comienzo de la Suma, y repasar la secunda via ex ratione causae efficientis (q.2 a.3) [Corp. Tom.], donde se parte del principio de que no es posible que una cosa sea razón de sí misma, porque de lo contrario vendría a ser anterior a sí misma, lo que es imposible [nec est possibile, quod aliquid sit causa efficiens sui ipsius; quia sic esset prius seipso, quod est impossibile].

Nótese que esto es, precisamente, lo que estamos tratando de dilucidar: Si el Universo puede dar razón de sí mismo (an sufficit quod sit sibi causa essendi), o bien el Ser le viene dado, porque ha sido creado. La física moderna postula que el Universo es causa eficiente de sí mismo, en perspectiva física (todo lo que concierne a magnitudes medibles: materia, energía); pero ¿quid de la perspectiva metafísica (lo que concierne al ser mismo)? Antes de intentar explicar nuestra respuesta, regresemos al discurso de Santo Tomás, haciendo una recapitulación.

Comenzamos con el tratado de creatione (q.44 ss.) y hemos regresado a preguntas anteriores de la Suma Teológica. Vamos a ordenar entonces las respuestas:

1. Nada puede dar razón de sí mismo, sino Dios (q.2 a.3).
2. Puesto que Dios es razón de sí mismo, es el Ser mismo (q.3 a.4).
3. Todo lo que no es Dios, puesto que no puede dar razón de sí, no es el Ser mismo, sino que participa del Ser de Dios (q.44 a.1), es decir, ha sido creado.

Pienso que estoy siendo injusto con Santo Tomás, porque este sucinto y fatigoso sumario de su razonamiento, no me convence. Gráficamente, sigue un trazo circular. Tanto en el trayecto descendente (Dios creador del Universo), como en el trayecto ascendente (las cosas se explican porque Dios existe), está implicado un mismo principio: que las cosas no basten (non sufficint) para dar razón de su mismo ser. Pero eso es dar por descontado que Dios existe (Deus est), y que ha creado el cielo y la tierra, que es lo que se trata de demostrar. Nuestro empeño será entonces disolver esta dificultad (más nuestra que del mismo Tomás de Aquino, seguramente). Lo que dejamos para más tarde, y no cansarnos más.

6 comentarios:

  1. Mucho me temo que por este camino no vas a hacer otra cosa que dar vueltas en un camino que vuelve al principio de donde se parte.
    Se agradece el esfuerzo, pero no me convence. Esas vías, ya no.

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  2. Eso mismo sospecho yo, Miguel Ángel. Aunque la "demostración", hoy, tal vez deba consistir en explicar por qué las cinco vías tomistas nos parecen insatisfactorias.

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  3. Si estás animado, adelante. San Anselmo no me convenció. Rahner en su intento, me agradó y me ayudó mucho más.
    Ahora parece que quieren meter a Dios a martillazos, o sacarlo a patadas, según quienes intervengan en el asunto. Y me resulta cansino y me harta.
    Si tú quieres tocar la flauta, hazlo, unos querrán danzar y otros no. Ya lo dijo Jesús, y cada quien tendrá su respuesta en su momento.
    Si tocas, escucharé, que suena bien y contradice ese ruido asincopado que nos envuelve.

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  4. La investigación teológica es tan gratuita como la cosmología, o incluso el alpinismo. ¿Qué montañero respondió que subió al Himalaya, "porque estaba allí"? Pues yo lo mismo, sin olvidar que hasta el mismo Santo Tomás tiró la toalla, según se cuenta.

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  5. Ya supondrás que te imagino preparando todo para la excursión. ¿Has mirado ya dónde colocar el campamento base? Si hace falta ayuda para acarrear material, ya sabes, cuenta conmigo.

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  6. Me pillas calzándome las chirucas.

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