"Modern physics leaves no place for God in the creation of the Universe, Stephen Hawking has concluded... “Did the Universe need a creator?” The answer he gives is a resounding “no”. Far from being a once-in-a-million event that could only be accounted for by extraordinary serendipity or a divine hand, the Big Bang was an inevitable consequence of the laws of physics, Hawking says. “Because there is a law such as gravity, the Universe can and will create itself from nothing. Spontaneous creation is the reason there is something rather than nothing, why the Universe exists, why we exist,” he writes." [Richard Dawkins Foundation].
La física moderna no deja lugar a Dios en la creación del Universo, dice Stephen Hawking en su nuevo libro, The Grand Design. Aunque irriten sus afirmaciones estrepitosas, mérito suyo es inquietar el pensamiento de los oyentes, como ya logró con su Breve historia del tiempo (1988), un clásico, leído muy en serio por filósofos y teólogos, a pesar de reducirse a la condición de libro de "alta divulgación", y contener opiniones de profano en materia especulativa. Vamos a recoger el guante que nos lanza, porque es tema que nos interesa mucho.
El arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, ha dado ya la primera respuesta más precisa posible: Physics on its own will not settle the question of why there is something rather than nothing [la física por sí misma no resolverá la cuestión de por qué hay algo más bien que nada]. Belief in God is not about plugging a gap in explaining how one thing relates to another within the Universe [Creer en Dios no consiste en tapar agujeros para explicar cómo unas cosas se relacionan con otras dentro del Universo]. It is the belief that there is an intelligent, living agent on whose activity everything ultimately depends for its existence [Es la creencia de que existe un agente inteligente y vivo, de cuya actividad dependen últimamente todas las cosas para existir] [CNN].
Por nuestra parte, vamos a separarnos del Dr. Williams (del que dicho sea de paso, se acaba de traducir al castellano su erudito estudio sobre Arrio [Sígueme]), y enfocaremos la cuestión desde distinto punto de vista, intentando descubrir cuánta de razón pueden guardar las palabras de Stephen Hawking.
La dificultad de las afirmaciones de Hawking es tan típica como las que se presentan en las discusiones escolares, que consiste en no ponernos de acuerdo en el significado de las palabras; en este caso, qué se quiere decir con creación de la nada [creatio ex nihilo].
Sobre la nada, poco, nada, habría que decir, más que no es una magnitud física, y pongo en duda siquiera que lo sea metafísica (en este sentido, léase con provecho el diálogo Sofista de Platón), por lo que convenimos con el Dr. Williams en negar que la física tenga algo que decir sobre nada... Recomiendo también leer las especulaciones de Ilya Prigogine acerca de los estadios pretemporales del Universo (es un error grosero, seguro que no achacable al propio Hawking, confundir el vacuum con la nada: el vacío es algo).
Pensemos entonces qué quiere decir Stephen Hawking con creación del Universo. Crear algo es una expresión corriente que cualquiera entiende (como Geppetto creó a Pinocchio, tallándolo en un leño), y consiste en producir algo, darle vida o comienzo [etymology]. Que el Universo haya comenzado, en este sentido de haber sido creado, es discutible, tanto desde la física (a cualquier estado físico, incluso la singularidad inicial, antecede otro estado, de modo ilimitado), como desde la metafísica (de aeternitate mundi). De hecho, si no hemos leído mal a Stephen Hawking, él niega un comienzo entendido como singularidad (posición privilegiada de la dinámica del Universo). Podemos conceder a Hawking la autocreación del Universo (de un Universo se sigue otro), supuesto que el término a quo (el origen) sea el Universo mismo, y no la nada.
En este punto, Hawking (o quien escriba por él) es inconsecuente con la común opinión de los antiguos materialistas, que afirmaban: ex nihilo nihil fit (de la nada, nada se hace), y ni siquiera físicamente es sostenible un decurso de la nada a algo, puesto que la nada no es nada, en física. Así que, para intentar comprender a Stephen Hawking, habría que reconducir sus afirmaciones (dirigidas al gran público ayuno) al sentido de que unos estados siguen a otros en un mismo Universo, creándose los unos a los otros, ilimitadamente. Ésta es la imagen del que hoy se llama "Universo autocontenido". Comprendido así el sentido de sus palabras, es cierto que Dios no juega ningún papel aparente en esta sucesiva intracreación universal.
Pero junto al sentido corriente de la palabra crear, nos encontramos con el sentido restringido de la teología: la creación de la nada (creatio ex nihilo), propia de Dios (o como queramos llamar al fundamento o causa universalis). No me sorprende que, en este punto, la escueta enseñanza de Santo Tomás de Aquino, en la Suma Teológica (1, q.45), tenga plena vigencia, y aún gane un sentido más profundo leído desde las tesis de Stephen Hawking.
Para quien haya tenido la paciencia de seguir el hilo, me gustaría abrir un paréntesis. Quienes hemos sido bachilleres, tal vez sintiésemos en algún rato de estudio un gran vértigo tratándonos de imaginar cómo pudo ser ese salto de la nada a algo. Eso era porque intentábamos representarnoslo como una sucesión de estados físicos. Pero en física, la creatio ex nihilo no tiene sentido alguno, y por eso están equivocados quienes pretenden identificar el big bang con el "instante creador" (dejando al margen que la "gran explosión" pueda localizarse, como rechaza Stephen Hawking, en ningún instante privilegiado de la historia del Universo...). Vuelvo al hilo.
Santo Tomás no dice nada de eso, no entromete la física con la teología. Cita la vieja definición de que crear es hacer algo de nada [creare est aliquid ex nihilo facere]. Y distingue las cosas particulares (p.ej. que Geppetto hiciese de un leño a Pinocchio), de la universalidad de cosas [emanationem totius entis a causa universali, quae est Deus], a la que se designa específicamente con el nombre de creación. Pero ambos casos siguen la misma lógica, veamoslo.
En el hacerse de las cosas particulares, lo que surge, antes no estaba [non praesupponitur], y así Pinocchio nace a la vida de lo que no era Pinocchio [homo fit ex non homine]. Del mismo modo, del surgirmiento (emanatio) del Universo, que es la creación, el mismo Universo no se da (non praesupponitur), sino que el Universo se crea de lo que no es el Universo. Y arguye Santo Tomás: "Lo mismo es la nada que ninguna cosa que es" [idem est nihil quod nullum ens]. Por eso, igual que Pinocchio nace de lo que antes no era Pinocchio, la creación, que es el surgir de todo ser, viene de ninguna cosa que sea, que es nada [ita creatio, quae est emanatio totius esse, est ex non ente quod est nihil].
Obsérvese bien que Santo Tomás, para definir la emanatio, no describe el término a quo (no explica a Pinocchio por el leño, sino por lo que no es Pinocchio), y así tampoco es su propósito explicar la nada, nihil, nullum ens, que en el análisis de su razonamiento es pura negación, o no darse (non praesupponitur) del Universo. Lo que en metafísica, o en teología, es negación, en física es afirmación: el estado presente del Universo es precedido, o coexiste incluso, con otro estado posible: el Universo físico emana del mismo Universo (praesupponitur): la materia y el espacio-tiempo proceden del vacuum, etc.
Algunas consecuencias de lo anterior, que merecen discutirse en otro momento, son que la creatio ex nihilo no excluye la eternidad, o mejor dicho, la ilimitación del Universo, y es compatible con la imagen de un Universo autocontenido e intracreado (en el sentido que postula Stephen Hawking); y lo que parece más osado, que si entendemos rectamente a Santo Tomás, ni tan siquiera la teología tenga algo que decir sobre la nada, que sería un mero supuesto de la razón [id autem quod intelligitur ut terminus a quo, est simpliciter non ens]. O dicho en términos más plásticos, la física y la metafísica, en cuanto al origen de todo, como el agua y el aceite.
Tengo varios de los libros de Hawking, interesantes pero duros ya que requieren entender modelos físicos complejos. Me gustan en general.
ResponderEliminarPero siempre me ha sorprendido que físicos y científicos apoyen rechacen la existencia de Dios en base a resultados de desarrollos matemáticos y a modelos físicos que se asientan al fin sobre principios. Siempre me ha resultado absolutamente incongruente.
Un abrazo Joaquín
Ok, Capitán.
ResponderEliminarDice Stephen Hawking: "La física moderna no deja lugar a Dios en la creación del Universo".
En realidad, esta afirmación podría volverse como un calcetín: "La teología no deja lugar a la física en la explicación de la creación del Universo".
Ambas, teología y física, son explicaciones parciales del todo. Yo digo que son como el agua y el aceite. No se pueden mezclar.
Yo tengo un libro de Hawking. Me lo regaló un amigo que tras fustigarse durante unas vacaciones con su lectura no podía ya soportarlo cerca. Es un ladrillo.
ResponderEliminarLo más penoso es cuando evoca a Darwin a ver si su lío de la Selección Natural puede servirle para componer una teoría unificada. Eso es patético.
Lo he comentado aquí:
http://nuevabiologia.blogspot.com/2007/09/darwinismo-sideral-en-el-auto-de-choque.html
Vean también acerca de esta plaga de nuestro tiempo: el fundamentalismo en la ciencia, plaga atizada desde los medios de comunicación:
http://www.madrimasd.org/blogs/biologia_pensamiento/2010/08/27/131996
El libro exitoso de S. Hawking ("Historia del tiempo" ... título sorprendente, entonces: ¿el tiempo tiene historia) lo leí nada más aparecer, hace ya más de veinte años. Los pasajes pseudo-especulativos no son los que más recuerdo de esa lectura.
ResponderEliminarUn libro excelente, en el nivel de alta divulgación, es el del astrofísico sevillano Juan Pérez Mercader: "¿Qué sabemos del Universo?" (1996). Mucho más prudente que el de Hawking, me parece.
Es tan evidente su error...
ResponderEliminar¿DIOS?
Claudio, no lo llamaría error (quien yerra ha pretendido decir la verdad), sino pura ignorancia, o incluso mala fe. Aunque tal vez haya que cargarlo en la cuenta de los asesores de mercado de Hawking.
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