El blogger Pseudópodo (aún no sé si "Pseudópodo" es nombre o apellido) me manda un mem, y yo, tomándomelo con cierta libertad, en lugar de contestarle retrotraigo mi memoria a una conferencia escuchada en el colegio, hace veintitantos años, sobre el aborto (aún no gobernaba la PSOE). Lamento no recordar el nombre del inteligente catedrático que nos habló a los bachilleres en el salón de actos. Aún no se me ha olvidado su gran lección: no hay que confundir ética y estética. Es cierto, una "pelota" de células madres, un cigoto no nos parece humano porque (estéticamente) no es humano. Otra cosa es que con nuestra razón debamos (éticamente) sobreponernos a la primera impresión de nuestros sentidos y reconocer que no debemos hurgar con nuestras sucias manos en la vida humana. Si fuese de otra manera, el campo estaría abierto para eliminar físicamente a los fetos, los viejos, los ciegos, los inválidos o enfermos incurables, los subnormales, los ezquizofrénicos, los drogadictos, los homosexuales y travestidos, los pobres, los inmigrantes, los chinos, negros, gitanos, judíos o moros en general, los marxistas, los comunistas, los falangistas, los sindicalistas radicales, los ladrones de casas, los terroristas, los parados de larga duración, los vagos y maleantes, las prostitutas... A todos, porque por un motivo u otro estéticamente no nos gusten: y el caso es que éticamente todos son hombre y mujeres como nosotros, ¿y no tendrían ellos algún motivo para desear nuestra recíproca eliminación?
[En la imagen, el doctor Soria y el Presidente Sr. Rodríguez Zapatero. Vía: Las Provincias].
[En la imagen, el doctor Soria y el Presidente Sr. Rodríguez Zapatero. Vía: Las Provincias].