02 noviembre 2008

San Óscar Arnulfo Romero, profeta y mártir

La canonización es tan sólo un acto de gobierno por el que la Iglesia Católica incluye a un siervo de Dios en el "catálogo de los Santos", y hace lícita su veneración en culto público. Así pues, nada impide al pueblo de Dios que venere como santos a otros cristianos excelsos que aún no hayan sido catalogados, y darles culto oficioso.

Entre aquellos cristianos excelentes aún "sin catalogar", reconozco tener especial devoción a San Óscar Arnulfo Romero, obispo, profeta y mártir. La Buena Nueva escrita por su estrecho colaborador, el jesuíta Jon Sobrino (Un obispo con su pueblo) es, después de los santos evangelios, uno de los textos cuya lectura más me ha conmovido como testimonio heróico de la fe de un profeta. Puedo entender las razones diplomáticas que impiden a la Iglesia Católica canonizar a San Óscar Romero, pero ¡qué pena que no lo haga! Máxime, cuando todos los que han paseado por Londres conocen que la Iglesia de Inglaterra, a su manera, ya lo representa en efigie en la Abadía de Westminster, dándole culto como uno de los mártires del siglo XX (
wikipedia).

o

9 comentarios:

  1. Querido Joaquín: me temo que esta vez discrepamos completamente. Romero es venerable por su muerte martirial ... pero su ejecutoria arzobispal fue un desastre. Fue corresponsable del secuestro de la Iglesia salvadoreña por la secta de jesuitas marxistas encabezados por Ignacio Ellacuría (a quien su muerte violenta tampoco excusa de sus enormes desviaciones doctrinales y del enorme daño infligido por la "teología de la liberación" a la Iglesia hispanoamericana). Te recomiendo vivamente "Las puertas del Infierno" de Ricardo de la Cierva, del que copio el siguiente fragmento (donde De la Cierva reproduce a su vez el relato de Freddy Delgado, secretario de la Conferencia episcopal salvadoreña en los 70, y por tanto testigo de todos aquellos hechos):

    "La principal estrategia del partido comunista [salvadoreño] para hacer de El Salvador una república socialista de obreros y campesinos ha sido la instrumentación de la Iglesia Católica para la revolución, en el esquema aprobado por el primer congreso del Partido Comunista en Cuba. Tras el fracaso de Fidel Cstro y Salvador Allende en Chile -sigue diciendo monseñor Delgado- la estrategia cristiano-marxista tomó fuerza en El Salvador, donde ya en 1968 los jesuitas de izquierda organizaron un grupo de sacerdotes activistas. En ese año empieza la dedicación política del padre Ellacuría en la Universidad Centroamericana Simeón Cañas (UCA) en San Salvador. Por tanto Ellacuría es un precursor y además un promotor del liberacionismo antes de que Gustavo Gutiérrez inventase la teología de la liberación en 1971; antes del encuentro de El Escorial en 1972. [...] El equipo jesuita-marxista de ideólogos exaltó -sigue monseñor Delgado- la "interconexión de la conversión política al marxismo y la conversión religiosa, hasta casi identificarlas", mientras desde la UCA llegaban a todos los centros de activismo marxista-clerical orientaciones cada vez más radicales, a partir de un "centro de reflexión teológica", es decir, de irradiación marxista. Dice monseñor Delgado: Esta estructura se concretó con la llegada como rector de la UCA de Ellacuría y el equipo de jesuitas en una acción social y reflexión teológica pro-leninista. Las pruebas son abrumadoras. En 1977 las "Ligas Populares 28 de Febrero", integradas en el Frente Nacional de Liberación Farabundo Martí, se organizaron en la misma UCA. También en la UCA se tramó la formación de un gobierno socialista radical con ocasión del golpe de 1979. Un jesuita que luego abandonó, Luis de Sebastián [Curro: hoy profesor de economía y autor de libros de éxito], afirmó que ese golpe de Estado fue fraguado en la UCA y en el arzobispado. La UCA jugó un papel mportante en la formación de los cuadros de los diferentes grupos marxistas que hoy [1985] conforman el FMLN. Y Juan Ignacio Otero, líder de la guerrilla, reveló que se compraban armas en el extranjero utilizando cuentas bancarias de jesuitas radicalizados. [...] Ignacio Ellacuría se jactó después de que él mismo se encargaba de escribir las homilías del pobre arzobispo [Romero]. [...] Los jesuitas de la UCA se lanzaron frenéticamente, con eco de todos conocido, a la fabricación del mito del obispo mártir" ("Las puertas del Infierno", pp. 798-799).

    El informe de Delgado presenta a un Romero indeciso, zarandeado por unos y otros (llegó a emitir una condena de los excesos marxistizantes de la "Iglesia popular" ... curiosamente sólo unas semanas antes de su asesinato ...). Parece que, tras una visita ad limina, Juan Pablo II había empezado a quitarle la venda (liberacionista) de los ojos. Y justo entonces fue liquidado.

    Saludos, Curro.

    ResponderEliminar
  2. Bienvenidas las discrepancias, Curro.

    eppur..., tenemos un obispo muerto en el altar. Aun siendo ciertas las infiltraciones políticas revolucionarias, los motivos de monseñor Romero parece que fueron pastorales.

    Desde otro punto de vista, el "móvil político" nunca parece estar ausente del martirio, comenzando por el mismísimo Jesús, o el caso notorio de Tomás Moro, etc. No hay más que observar y meditar sobre las fachadas de la puerta oeste de la Abadía de Westminster, en que también figuran mártires protestantes: Martín Lutero King, o Dietrich Bonhoeffer.

    ResponderEliminar
  3. Querido Joaquín: creo que la suplantación de la doctrina cristiana por compromiso político marxistoide termina ocasionando la deserción de los fieles, sea en Hispanoamérica (donde la politización de la Iglesia Católica ha terminado provocando la deserción de millones de fieles a las Iglesias pentecostalistas, donde no se les habla de lucha de clases, sino de espiritualidad), sea en la Iglesia Anglicana (nada más desolador que un templo anglicano semivacía en el servicio dominical).

    Para colmo, la politización de la Iglesia en Hispanoamérica tuvo lugar en favor de una causa equivocada. Pues creo que ambos coincidimos en que el marxismo (y sus derivados populista-estatalistas) sólo ha traído catástrofes a aquellos pueblos (y, sobre todo, a las famosas "mayorías pobres").

    Un saludo cordial, Curro (y gracias por admitir tan deportivamente la discrepancia: ¡ojalá fueran todos los internautas tan tolerantes como tú! :-).

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cual doctrina la de los ricos y poderosos del mundo apañadores de pederastas y violadores alli no esta cristo por supuesto no hables de pureza dentro de esa iglesia de los dicen "hace lo que te decimos no lo que yo hago", la iglesia "oficial" arregla con el poder de turno en todo el mundo y asi va el mundo con la iglesia catolica tapando sus delitos, su tiempo ya fue.....

      Eliminar
  4. Gracias a ti, querido Curro. Aquí las discrepancias inteligentes y/o razonadas, son siempre bienvenidas

    :)

    Sí, estoy de acuerdo con que el socialismo real ha sido una experiencia desoladora para la humanidad. Algo de eso ha dicho Benedicto XVI en la "Spe salvi" (y me hice eco en una entrada aquí:

    El error fundamental de Marx.

    Tendríamos que hablar también de la coyuntura política y criminal de El Salvador de los años de monseñor Romero, aunque no era este mi propósito.

    Mantengo sin embargo la recomendación de leer el librito (casi un neo-evangelio, en sentido etimológico y cristiano) de Jon Sobrino. Al menos sirve para conocer "la otra versión".

    En el próximo post del blog volveré a la carga con (San) Óscar A. Romero.

    ResponderEliminar
  5. La tristeza es ver subordinado el Evangelio a las ideologías de turno, que medran a su costa y ocultan el rostro de Cristo. Magnificar a Romero es un error, negar su "martirio" otro.

    Desde nuestro fray Bartolomé de las Casas hasta las Reducciones del Paraguay y las Guerras Cristeras - hechos tan distintos pero con semejante denominador común - la batalla es casi la misma.

    Con el fatal añadido de los USA y su "reserva" americana (Monroe dixit).

    Y me parece obvio que cuando la intención política ha prevalecido sobre el espíritu cristiano, ha sido la Iglesia la que ha pagado un precio más caro, doblemente: Con sangre y/o con descrédito.

    '

    ResponderEliminar
  6. Pero creo, Terzio, que monseñor Romero no hacía política, ni estaba contaminado de ideología. Era, sobre todo, un pastor preocupado por su pueblo.

    ResponderEliminar
  7. Hola, estimados Internautas, mi nombre es Victor (Colombia) y estoy muy complacido por encontrar un espacio en el cual se opine con mucho respeto y admiración por los demás foristas.
    Me gusta mucho leer sobre la vida y obras de Mons. Óscar Romero, ya que en nuestro días es muy difícil encontrar hombres buenos de fé y carísma, y que además fueron dedicados a cumplir su misión pastoral SIEMPRE al servicio de los más necesitados del alimento espiritual del evangelio. Espero que Dios me tenga con vida para cuando llegue el momento de escuchar esta canonización tan esperada por muchos latinos que clamamos por la paz de nuestros pueblos.
    santis.victor@gmail.com

    ResponderEliminar