Tengo encima de la mesa el último libro traducido al castellano del biblista y teólogo italiano Giuseppe Barbaglio (1934-2007), Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso. Confrontación histórica (Salamanca, Secretariado Trinitario, 2009). Me parece que es el tema más arduo al que puede dedicarse un estudioso de la teología en la esfera cristiana, éste de la confrontación de las personalidades históricas de Jesús de Nazaret, el rabí de Galilea, y Pablo de Tarso, enviado de misión por los primeros cristianos a la gentilidad.
La historia es irreversible, no tiene vuelta de hoja, y así ocurre también con la historia eclesiástica y teológica. El poderoso motivo histórico (las cosas son como fueron), podría hacer parecer gratuito polemizar, como se hace con intensidad desde hace algo más de un siglo, sobre la contribución paulina a la invención del cristianismo. Es un hecho que los cristianos creemos en Jesús al modo paulino. Sin embargo, me parece muy serio ese propósito, en teología, muy similar al de los filósofos que quieren volver a las cosas mismas, de regresar a la fuente de nuestra fe y al mensaje primitivo de Jesús. Ayuda a comprender el perfil histórico de la religión cristiana. La alternativa Jesús o Pablo, a pesar de todo, tiene algo de discusión bizantina e inagotable, porque seguro que sus mensajes no son excluyentes.
La historia es irreversible, no tiene vuelta de hoja, y así ocurre también con la historia eclesiástica y teológica. El poderoso motivo histórico (las cosas son como fueron), podría hacer parecer gratuito polemizar, como se hace con intensidad desde hace algo más de un siglo, sobre la contribución paulina a la invención del cristianismo. Es un hecho que los cristianos creemos en Jesús al modo paulino. Sin embargo, me parece muy serio ese propósito, en teología, muy similar al de los filósofos que quieren volver a las cosas mismas, de regresar a la fuente de nuestra fe y al mensaje primitivo de Jesús. Ayuda a comprender el perfil histórico de la religión cristiana. La alternativa Jesús o Pablo, a pesar de todo, tiene algo de discusión bizantina e inagotable, porque seguro que sus mensajes no son excluyentes.
Yo personalmente no creo en Jesús, al modo de Pablo.
ResponderEliminarPienso que Pablo no fue "objetivo".
Un abrazo.
Buen comentario para empezar, Javier. Pablo no fue "objetivo", aunque yo diría que predicaba desde cierta perspectiva. El problema o cuestión paulina sería por tanto el perspectivismo. Conforme el mensaje, el evangelio (la buena noticia) se predicaba más lejos de Jerusalén, el escenario de los hechos anunciados, el relato fue cobrando nuevas perspectivas ideológicas, doctrinales, teológicas... Si se dice que Pablo hizo universal al cristianismo (al mensaje de Jesús) fue al precio de hacerle perder el color local ierosolomitano.
ResponderEliminarPersonalmente creo que afirmar que "los cristianos creemos en Jesús al modo paulino" necesita de alguna matización. Siempre he creído que, como poco, tanto o más grande ha sido la influencia de San Juan, o por lo menos de los libros del Nuevo testamento que la Tradición le ha atribuido. Desde "En el principio fue el Verbo" hasta el final de los tiempos que señala el Apocalipsis, la teología paulina ha sido fundamental.
ResponderEliminarUn saludo
Joaquín
Acertada precisión, Joaquín. Hay que recordar que los escritos más antiguos del Nuevo Testamento son, precisamente, las cartas de San Pablo. El Evangelio de San Juan sigue en la misma línea teológica (porque es un evangelio más teológico que narrativo o sapiencial, en contraste con los sinópticos).
ResponderEliminarSobre vida y obra de San Pablo no he estudiado con la suficiente profundidad.
ResponderEliminarEl motivo: cada vez que lo he leído ha surgido en mí la duda y algún choque con la palabra de Jesús. Si empiezo por las cartas a los Corintios , hay afirmaciones en relación a la mujer difíciles de encajar con una misma dignidad hombre-mujer.
No obstante, hay sentencias de Pablo que encierran todo el Amor de Dios. Crea polémica, en definitiva.
Saludos más que cordiales
Me pasa, o pasaba, lo mismo que a tí, Morgenrot. Pablo es un autor, un teólogo muy difícil. En gran medida, sus coordenadas mentales no parecen ser las nuestras, aunque en otros aspectos, su mensaje liberador sigue interpelando a las sociedades modernas.
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