El obelisco de la piazza Savoia de Turín conmemora la promulgación de la primera constitución de la monarquía moderna italiana, el Statuto albertino de 4 de marzo de 1848, y la abolición de los privilegios de la iglesia católica (singularmente, el fuero eclesiástico). La máxima la legge è uguale per tutti luce en todos los tribunales de justicia italianos, aunque como todo principio formal es insatisfactorio y enervante, y se le desfigura al modo orwelliano: La legge è uguale per tutti, ma per alcuni è più uguale.
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