Contra principia negantem, non est disputandum (no hay diálogo posible con quien niega los principios). Esta antigua máxima de escuela explica sabiamente la decepción de cualquier debate sobre Dios, que es el máximo principio, la causa universalis. Lo explica bien el téologo Bernardo Pérez Andreo [Rara temporum].
Santo Tomás de Aquino repite esta vieja enseñanza (Suma Teológica, 1 q.1 a.8), observando que a los saberes superiores, como la metafísica, compete disputar con el adversario, si en algo coincide con nosotros [metaphysica disputat contra negantem sua principia, si adversarius aliquid concedit]. Pero si en nada convenimos con el adversario como punto de partida, por principio, no se puede discutir con él, sino resolver sus argumentos [si autem nihil concedit, non potest cum eo disputare, potest tamen solvere rationes ipsius].
Y lo mismo en teología, porque la fe se funda en la verdad [fides infallibili veritati innitatur], y es imposible demostrar nada contrario a la verdad [impossibile sit de vero demonstrari contrarium].
Esta explicación nos puede parecer insatisfactoria, porque nuestro adversario (quien niega los principios, quien niega que exista Dios) tampoco nos concederá que la verdad esté de nuestra parte. También es doctrina tomista que la verdad tiene un despliegue histórico, y que no todos los hombres participan de unos mismos saberes y unos mismos principios. Puede leerse tranquilamente (en latín o en castellano, ad libitum), como ilustración de lo que digo, la respuesta a la pregunta S.Th. 1 q.44 a.2, que comienza así: antiqui philosophi paulatim, et quasi pedetentim, intraverunt in cognitionem veritatis... [Corpus Thomisticum].
Pues sí, querido Joaquín, da la sensación que estos nuevos "filósofos" son como aquellos antiguos de los que habla Santo Tomás en la cita que reseñas. Es como si no hubiéramos avanzado nada en la reflexión.
ResponderEliminarTe agradezco que respondas tan apropiadamente a la pregunta que te planteaba en el anterior post. Estas citas que regalas del santo pueden ser útiles herramientas, si no para debatir, pues no se puede con quien no acepta los principios, sí para tener claro que no tiene ningún sentido hacerlo.
Pero, seguiremos intentándolo, opportune et importune.
Gracias por tu consideración.
Un abrazo
Con gran osadía, Bernardo, yo replicaría a Santo Tomás que, en teología, no se dá avance ni progreso, sino interiorización.
ResponderEliminarDe los antiguos filósofos para acá, a escala cosmológica, el tiempo que nos separa es nada, ni un parpadeo. Somos contemporáneos de Heráclito y de Anaxágoras.
El Universo tiene historia, y parte de esa historia es que los seres vivientes hayamos llegado al punto de conocernos, de conocer el propio universo en toda su amplitud, y de presentir oscuramente su origen o principio.
Entro sólo para saludar a los dialogantes y para dejar un recado: he conseguido el texto íntegro del Catecismo Holandés y lo he colgado de mi blog. Se puede leer y creo que también descargar. No he querido poner las Indicaciones que desde la superioridad obligaron a adjuntarle, porque se pueden encontrar muy fácilmente y carecen de interés, al menos a mí me lo parece.
ResponderEliminarLas primeras líneas que he leído del Catecismo Holandés son impresionantes: un lenguaje fresco, directo, vivo. Habría que reeditarlo con urgencia.
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