"Hay una lucha tremenda en el Cosmos entero entre la luz y la oscuridad. Esto ya lo descubrió la filosofía persa antigua, desde Zaratustra y anterior a él, que la vida es una constante o permanente lucha entre la luz y la oscuridad. De ahí surge la vida misma. Es una filosofía de hace cinco mil años. Es fascinante.
"El sentimiento, el amor y el desamor, el sufrimiento y el placer, tienen una función, pero sólo a nuestra escala. La razón profunda de su existencia tiene que ver con nuestra condición y nuestro paso por la Tierra. Nosotros necesitamos el dolor y el placer porque formamos parte de esa lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Estamos en un cosmos dentro de infinitos cosmos, no podemos penetrar todas dimensiones con nuestra mente, por eso necesitamos avanzar, elevarnos, pasar por esta fábrica de arreglos, arreglo de almas, que es la vida. Isaac Luria dijo otra cosa muy interesante, y es que nosotros, al hacer el bien, ayudamos a Dios a la creación y el equilibrio del mundo. Hacer mal es ayudar al proceso de destrucción. Aquí hay una contradicción, pues si no existiera el mal no sabríamos lo que es el bien. Todo el tiempo el mal enseña el bien, y el bien, el mal. Son inseparables.
"Así que todo esto del bien y el mal, el sufrimiento y la felicidad, tiene un propósito más elevado, el de llevarnos después de la muerte a una escala de entendimiento y responsabilidades más altas. Ayudamos a Dios a mantener el equilibrio dentro de la creación. Si millones de alemanes van con un psicópata, están alimentando el mal, pero después de este mal saldrá una cosa buena, una Europa sin fronteras, por ejemplo... El mal es algo que está por debajo del bien, todo el tiempo atacando el bien, porque hay más luz que oscuridad, la oscuridad quiere ganar terreno y cuanto más terreno quiere ganar, más luz sale".
[De las Memorias de un judío sefardí. La verdadera historia de Dan Kofler].
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