MANTENER
"Se han de conservar: a) los libros de valor (los llamados raros y curiosos); b) los que tienen utilidad inmediata, presente (libros de referencia), o remota, futura (obras del campo de la cultura y aficiones del propietario); c) los necesarios (tratados, manuales, monografías); d) los de uso ocasional (por ejemplo, los que sin ser infantiles pueden servir para entretener a un niño, ¡no para levantarle el asiento!); e) los regalados o dedicados por personas queridas; f) los volúmenes portadores de afectividad, evocadores de recuerdos sentimentales; g) las obras bellas de literatura o arte; en fin, h) los llamados de consumo o mero entretenimiento, ficción o frivolidad cuyos límites con la venerable literatura no siempre son fáciles de precisar."
DESECHAR
"Hay que tener el valor de desechar, con buenos modales: a) los inservibles no restaurables (escolares manoseados, noveluchas consumidas); b) los incompletos (faltos de tomos, de páginas, de láminas o mapas); c) los no deseados (aunque útiles) por estar duplicados o por cambio de ocupaciones o de aficiones del poseedor, y los condenados por éste basado en motivos de política, religión o costumbres."
Tomado del librito de Fernando Huarte Morton: Los libros de casa. Formación y cuidado de una biblioteca (Barcelona, Caralt, 1984).
Fernando Huarte Morton (1921-2011), ilustre bibliotecónomo, fue en su día director de la Biblioteca Complutense [cisne]. El librito al que hago referencia, lo tengo sobado y consumido (como se dice en la jerga bibliotecaria), y lo he manoseado largas horas, instruyéndome en la afición a los libros. Es un manualillo entrañable, con un cuarto de siglo a cuestas, aunque parezca haber transcurrido una eternidad, del tiempo en que los libros se catalogaban con fichas de cartulina, que yo todavía conocí en las bibliotecas universitarias de Sevilla, cuando aún ni soñábamos con manejarnos con los ordenadores.
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Estos criterios me parecen razonables, pero siempre interfiere la sentimentalidad, y desbarata los órdenes a priori.
ResponderEliminarSaludos.
José Miguel, por experiencia te diré que un coleccionista no suelta prenda. O con palabras de Huarte Morton:
ResponderEliminarPero no prestemos demasiada atención a la cuestión del expurgo. El amigo de los libros ha de manifestarse siempre más inclinado a guardar que a perder, más dispuesto a comprar que a vender. Acercado a la coincidencia del círculo de libros necesarios y deseados, con el de los efectivamente conservados, le habrá llegado la ocasión de atender a la adquisición de los ue faltan.