En el post anterior se me ocurrió citar al premio Nobel de Economía Paul Samuelson, que en las primeras páginas de su Curso aleccionaba a los estudiantes para que aprendiesen "a ver las cosas tal como son, objetiva y desapasionadamente, sin relacionarlas con sus preferencias o sus deseos personales". Los economistas de profesión habrán reconocido ese principio (economía positiva vs. economía normativa) que se les inculca casi en los primeros días de estancia en las aulas. Cuando hace poco he leído esas palabras de Samuelson, me pareció bien recordar distinción tan elemental, porque en el momento presente, en que tantos arbitristas pretenden hacer diagnóstico de la coyuntura, se confunden realidades, deseos e intereses de parte. Muy agudamente decía Samuelson, a la altura de 1951, que "no existe una teoría económica para los republicanos y otra para los demócratas, ni una para los obreros y otra para los patronos".
Es cierto que unos mínimos principios éticos son un ingrediente de la práctica económica, aunque los hechos desnudos no son buenos ni malos de por sí (como tampoco ni el dinero ni la riqueza son intrínsecamente perversos), sino que es buena o mala la conducta de la gente. La película ¡Qué bello es vivir!, del buenazo de James Stewart, ilustra la necesidad de separar los buenos propósitos de la mejor praxis profesional. Por más que en la historia se nos retrate al banquero Potter como un malvado, lo cierto es que no hay más que una única manera de hacer banca sin causar serios perjuicios a los clientes, trabajadores y accionistas (y en última instancia a los contribuyentes), y que en el mundo de los negocios los finales no son casi nunca tan felices como nos lo pinta la película. Los banqueros, por el sólo hecho de serlo, no son malos, aunque haya malos banqueros.
La separación de hechos y valores es patrimonio universal de las ciencias. Por ejemplo, el derecho no es bueno ni malo (el derecho es una idea pura, sin ideología), aunque haya leyes buenas o malas según el parámetro de justicia que adoptemos. Y los médicos aprenden a curar las enfermedades de la gente, aunque unos se hagan por elección médicos de pobres (me acuerdo de una escena de la película Gigante), mientras otros encuentran un desahogado modus vivendi en curarle la jaqueca a las marquesas. Pero unos y otros practican la misma medicina.
En esas estaba, cuando me ha llegado la propaganda de un libro que me ha hecho gracia, Economía básica para católicos, de un Samuel Gregg, que debe corresponder al que en inglés suena un tanto mejor, Economic Thinking for the Theologically Minded [Acton Institute]. El título en español me hizo dar un respingo, porque no parece que exista, como advertía Samuelson, una teoría económica para los católicos, y otra para los demás. Esa es la cualidad de la ciencia, que es universal. Me callo, sin embargo, si el libro de Mr. Gregg pretende enseñar algo así como doctrina social de la iglesia aplicada a la práctica económica; aunque no está de más recordar que la iglesia católica no patrocina ningún sistema ni modelo económico, ni ninguna ideología, conservadora o progresista.
Poco me resta por decir, más que un detalle. Paul Samuelson es un economista de ascendencia judía polaca, y fue discípulo en Harvard de Joseph Schumpeter, un moravo de familia católica. El credo de estos dos grandes economistas me parece accidental, lo importante es su contribución a la Economía, que como las demás ciencias, es ajena a la confesión religiosa que cada uno profese.
Como sabes, esta editorial solo publica libros de una determinada tendencia, tendencia que coincide con los defensores del modelo que nos ha puesto donde estamos. En 2007 publicaba un libro titulado "Por qué el Estado sí es el problema". Imagino que tras el rescate de la supuesta libertad de mercado que suelen defender por parte, precisamente, del "problema", retirarían la edición.
ResponderEliminarHay otro libro que creo que se subtitula "una defensa católica de la economía libre" y a fe que debe ser bueno, porque lo que llaman economía libre no coincide con lo que la Tradición cristiana entiende por "economía" católica.
Coincido contigo, Bernardo. Lo que me parece abusivo es que se trate de identificar la doctrina católica (o cristiana, en amplio sentido) con opciones conservadoras o neoliberales. Por eso he subrayado en el post que la iglesia católica, magisterialmente, ya ha dejado claro que no patrocina ninguna opción ideológica, ni conservadora (liberal) ni progresista (materialista, marxista, etc.).
ResponderEliminarInteresantísima entrada y comentarios.
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