31 octubre 2011
30 octubre 2011
Voyelles
A noir, E blanc, I rouge, U vert, O bleu : voyelles,
Je dirai quelque jour vos naissances latentes:
A, noir corset velu des mouches éclatantes
Qui bombinent autour des puanteurs cruelles,
Golfes d'ombre ; E, candeur des vapeurs et des tentes,
Lances des glaciers fiers, rois blancs, frissons d'ombelles;
I, pourpres, sang craché, rire des lèvres belles
Dans la colère ou les ivresses pénitentes;
U, cycles, vibrements divins des mers virides,
Paix des pâtis semés d'animaux, paix des rides
Que l'alchimie imprime aux grands fronts studieux;
O, suprême Clairon plein des strideurs étranges,
Silence traversés des Mondes et des Anges :
- O l'Oméga, rayon violet de Ses Yeux ! -
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27 octubre 2011
Ni más ni menos
NI MÁS NI MENOS
(MAÑARA)
Un río y una torre descomponen la luz,
un río y una torre que irisan de colores
la luz del pensamiento.
La ciudad se desdobla. La verdad
se divide por siete, y en las atarazanas
un discurso, un rosal y una leyenda:
Ni más ni menos.
La vida es un relámpago fugaz,
la muerte un parpadeo.
¿La vanidad del todo?
¿La plenitud terrible de la nada?
Se despliega en el muro la ecuación del rosal.
Ni más ni menos. Cruz y raya.
Y entre signos contrarios se eliminan las rosas.
AQUILINO DUQUE
Del libro Las nieves del tiempo (1993).
El mío me lo dedicó el autor una tarde en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras: "A Joaquín Alegre, con afecto y simpatía, Aquilino Duque. Sevilla, 13-XII-95".
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21 octubre 2011
Notas de un asilo diplomático (1936-1939)
Una gran noticia de libros, un verdadero acontecimiento, es la publicación del manuscrito que los editores (los historiadores Enrique Aguilar, de la universidad de Córdoba, y Julio Ponce, de la de Sevilla) han rotulado con el título de Memorias de una guerra, de José Cruz Conde, o Notas de un asilo diplomático (1936-1939), que permanecían inéditas.
Cruz Conde, distinguido militar artillero, fue mano derecha del general Primo de Rivera, y desempeñó entre otros honores la alcaldía de Córdoba, y de ahí en trampolín la comisaría regia de la Exposición Iberoamericana de Sevilla [cordobapedia]. Cuando he ido a buscar una imagen a propósito, me he parado en la que parece menos obvia, la del espléndido lienzo de Alfonso Grosso, expuesto en el Alcázar de Sevilla, que capta la escena de la inauguración de la Exposición de 1929, en que el pobre comisario José Cruz Conde aparece también, en el ostracismo (es la cabecita de la izquierda, que se asoma justo debajo del penacho, observándonos desde lejos) [flickr].
Acosado por los envidiosos (el gran pecado nacional de los españoles) Cruz Conde se retiró de la milicia y de la política en Madrid. Era aliado político de Calvo Sotelo, y en el año 36 estuvo en un tris de correr su misma suerte. Cuando se declaró la rebelión militar, corrió a refugiarse en casas particulares, y terminó por asilarse sucesivamente en las embajadas del Perú, la Argentina y la República Dominicana, donde se distrajo escribiendo este diario. Falleció de muerte natural el primero de febrero de 1939 (dos meses antes de la toma de Madrid) en el hospital de pabellón francés de la calle López de Hoyos, 4, al que fue conducido bajo amparo del diplomático chileno Morla Lynch.
El libro lleva un salado prólogo del sobrino nieto, Fernando Cruz Conde, hoy arcediano de la catedral de Córdoba, donde dice que "en este diario, escrito no para la galería sino para su familia, José Cruz Conde desnuda su alma y deja ver sus más arraigados y verdaderos sentimientos". Así es, porque lo de menos en estas notas son las vicisitudes de la guerra en el Madrid rojo y sitiado, o las opiniones sobre la situación política, sino la vida pendiente de un hilo de un refugiado. La primera anotación del diario, en la embajada del Perú, es de 19 de agosto de 1936, y comienza con estas palabras:
"Llevo cuatro días en esta Legación. Después de los seis siguientes a la catástrofe, pasados casi sin contacto con nadie con quien hablar, con el alma abierta y en un constante y continuo peligro de morir asesinado como tantos otros. Estos días de relativa seguridad personal y de conversaciones con Osma [el embajador], han equilibrado un poco mi espíritu, y quiero aprovechar mi obligada soledad y aislamiento para reconstituir un poco mi azarosa vida en estos trágicos e inolvidables días...".
Hay que dar la enhorabuena a la editorial Almuzara, de Córdoba, por esta espléndida edición. Una congratulación a la que no me lleva ningún otro interés más que el amor a los libros, porque los libros son testimonio del espíritu humano. Pues lo diré con las palabras inmortales de don Antonio Machado: Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. / A mi trabajo acudo, con mi dinero pago / el traje que me cubre y la mansión que habito, / el pan que me alimenta y el lecho en donde yago...
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Cruz Conde, distinguido militar artillero, fue mano derecha del general Primo de Rivera, y desempeñó entre otros honores la alcaldía de Córdoba, y de ahí en trampolín la comisaría regia de la Exposición Iberoamericana de Sevilla [cordobapedia]. Cuando he ido a buscar una imagen a propósito, me he parado en la que parece menos obvia, la del espléndido lienzo de Alfonso Grosso, expuesto en el Alcázar de Sevilla, que capta la escena de la inauguración de la Exposición de 1929, en que el pobre comisario José Cruz Conde aparece también, en el ostracismo (es la cabecita de la izquierda, que se asoma justo debajo del penacho, observándonos desde lejos) [flickr].
Acosado por los envidiosos (el gran pecado nacional de los españoles) Cruz Conde se retiró de la milicia y de la política en Madrid. Era aliado político de Calvo Sotelo, y en el año 36 estuvo en un tris de correr su misma suerte. Cuando se declaró la rebelión militar, corrió a refugiarse en casas particulares, y terminó por asilarse sucesivamente en las embajadas del Perú, la Argentina y la República Dominicana, donde se distrajo escribiendo este diario. Falleció de muerte natural el primero de febrero de 1939 (dos meses antes de la toma de Madrid) en el hospital de pabellón francés de la calle López de Hoyos, 4, al que fue conducido bajo amparo del diplomático chileno Morla Lynch.
El libro lleva un salado prólogo del sobrino nieto, Fernando Cruz Conde, hoy arcediano de la catedral de Córdoba, donde dice que "en este diario, escrito no para la galería sino para su familia, José Cruz Conde desnuda su alma y deja ver sus más arraigados y verdaderos sentimientos". Así es, porque lo de menos en estas notas son las vicisitudes de la guerra en el Madrid rojo y sitiado, o las opiniones sobre la situación política, sino la vida pendiente de un hilo de un refugiado. La primera anotación del diario, en la embajada del Perú, es de 19 de agosto de 1936, y comienza con estas palabras:
"Llevo cuatro días en esta Legación. Después de los seis siguientes a la catástrofe, pasados casi sin contacto con nadie con quien hablar, con el alma abierta y en un constante y continuo peligro de morir asesinado como tantos otros. Estos días de relativa seguridad personal y de conversaciones con Osma [el embajador], han equilibrado un poco mi espíritu, y quiero aprovechar mi obligada soledad y aislamiento para reconstituir un poco mi azarosa vida en estos trágicos e inolvidables días...".
Hay que dar la enhorabuena a la editorial Almuzara, de Córdoba, por esta espléndida edición. Una congratulación a la que no me lleva ningún otro interés más que el amor a los libros, porque los libros son testimonio del espíritu humano. Pues lo diré con las palabras inmortales de don Antonio Machado: Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito. / A mi trabajo acudo, con mi dinero pago / el traje que me cubre y la mansión que habito, / el pan que me alimenta y el lecho en donde yago...
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15 octubre 2011
Me importa un pimiento
"Me importa un pimiento..." es una posible versión libre de la famosa réplica de Rhett Butler a Escarlata O'Hara: Frankly, my dear, I don't give a damn. Presiento que la lengua castellana es más rica y dúctil que la inglesa para expresar finos matices en ese desplante, desde el culto y desusado me importa una higa, pasando por los rábanos, pimientos, cominos y otros productos de la huerta, hasta las expresiones más groseras y agresivas de me importa un carajo, o un huevo, de más uso en los bajos fondos. Todas estas alternativas responden al mismo esquema: ME IMPORTA UN + [nombre de cosa despreciable]. Por encima de todo, está el vivo carácter de Rhett Butler, cuya elegancia no estriba en las buenas maneras, o en las finas palabras, sino en una actitud liberal ante la vida, y en el honor a la palabra dada. El polo opuesto de Escarlata, que a pesar de ser estúpida, artera, interesada, mentirosa y manipuladora, no se sabe cómo, logra ganarse las simpatías de buena parte de los espectadores. Mi escena favorita de la película es la de Butler en prisión después de la guerra, dejándose ganar en la mesa de juego. Todo un caballero.
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12 octubre 2011
Gregorio Marañón y la pobreza
Una destacada novedad libresca de este otoño en España no sucede en las librerías, sino en los quioscos. La editorial Planeta DeAgostini ha tenido el acierto de lanzar una serie escogida de ensayos de "Grandes Pensadores Españoles" [ver], muy cuidada y elegante (en tela y buen papel), a precio asequible, al menos de momento. Apenas por 4 euros nos hicimos con una dignísima edición, merecida, del unamunesco Sentimiento trágico de la vida, y ahora, ya por 6 euros (en escalada comercial aún aceptable), nos hemos hecho con otra, en un volumen, de Raíz y decoro de España (1933) y los Ensayos liberales (1946) de Gregorio Marañón.
Entretenido con el libro de Marañón, me he ido derecho a uno de sus ensayos, "Elogio de la sabiduría", que es una meditación de la vida del biólogo Louis Pasteur. Los subtítulos de las partes del ensayo son muy sugerentes: Conveniencia de la pobreza.- El estudiante brillante y el estudiante rebelde.- Verdad y Belleza.- La vocación pedagógica.- El derroche de la vida.- Pasteur y las mujeres.- El catolicismo de Pasteur.- Merece la pena que nos detengamos en los primeros párrafos del ensayo, en que Marañón hace una caracterización profunda e incisiva de Pasteur:
"Pasteur, como nuestro Cajal, como la mayor parte de los hombres verdaderamente grandes de la Humanidad, nació en un hogar humilde, casi pobre. Fácilmente se comprende que no se trata de un hecho casual. Sería injusto negar que ha habido en el mundo hombres ricos desde que nacieron, educados en el bienestar material y cuya inteligencia logró alcanzar alturas elevadas: tal Bacon. Pero se trata de casos excepcionales. La ciencia, sobre todo, no crece más que en los ambientes austeros. Como la llama del fósforo, necesita un frote áspero con la realidad para encenderse (...). Para mí no tiene duda que uno de los enemigos mortales de la ciencia es el lujo. Pasteur tuvo que sufragarse la modesta pensión de estudiante dando clases particulares; comía por unos cuantos reales, y durante todos sus estudios en plena juventud -y en París, esto es, en plena tentación- no fue más que tres o cuatro veces al teatro..."
Lo que me ha llamado la atención de este texto es la sensibilidad con la pobreza, que me parece un signo distintivo de los humanistas, como lo fue en grado eximio el doctor Marañón. La profesión de médico, como otras que conviven con la gente necesitada, es muy receptiva a la auténtica dimensión de la menesterosidad. Los maestros y profetas siempre han dirigido su predicación a los pobres y a los que han querido hacerse como ellos, imitando las virtudes de la pobreza ("recuerda que fuiste esclavo en Egipto..."). Los ricos son sordos a la predicación, porque piensan ser dueños de sus propias vidas. La pobreza es el sentido de que nada nos pertenece, y la condición para ser generosos.
Marañón tuvo un contacto muy estrecho con los pobres, desde su puesto de director del Hospital Provincial de Madrid (el más antiguo "albergue de mendigos" de la capital), y acompañó al rey Alfonso XIII en su histórica visita a la comarca deprimida de Las Hurdes (1922), donde tomó notas, que han sido publicadas. Para Marañón, la pobreza no era un concepto metafísico refinado, sino una realidad tangible y ubicua, y una dimensión importante de la condición humana. La agudeza de Marañón en el estudio de los grandes y pequeños personajes históricos sólo puede ser explicada desde su conocimiento directo de la miseria intrínseca de la humanidad.
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01 octubre 2011
Contemptus mundi
Lo más apetecido en este mundo es el logro de riqueza, bienestar y honores, y por mucho que se los busque siempre van huyendo del hombre; en cambio, quien de ellos se aparta y no necesita ayuda humana será estimado, es rico y se regocija en su porción, descansa en sí, pues ha desterrado al mundo de su corazón y alcanza su ideal sin ansiedad ni esfuerzo.
No es propio del sabio gozarse en la abundancia de riqueza, ni dolerse por la penuria, sino complacerse en su inteligencia y en sus anteriores buenas obras, pues confía en que nadie podrá despojarle, ni será responsable de las del prójimo.
Quien no acata los designios del Creador, sentirá descontento ante el curso del mundo; quien reduce la gracia de Dios a mero alivio de las necesidades humanas, demuestra ignorancia; y el que envidia lo que otro posee, prolonga su angustia y su irritación no tiene límite.
¡Cuán superior es la pobreza a la riqueza!, exclamó el sabio, pues jamás se ha visto que nadie para empobrecerse se rebele contra su Creador, como para enriquecerse.
¿Qué es lo que hace amable la vida y destierra la tristeza? --La justa estimación de lo que al mundo debemos y el mundo nos debe. Ya se dijo: Al que le desprecia, él honra, y al que le honra, él desprecia, porque a la riqueza sucede la pobreza; y a la grandeza, la humillación, y a la saciedad, la penuria.
Selección de perlas, o máximas de SHLOMÓ IBN GABIROL
(Traducción de David Gonzalo Maeso).
Imagen: estatuta de Ibn Gabirol en su ciudad natal, Málaga [vía].
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