He dicho, de manera un tanto simple, que Chesterton me parece un escritor chabacano, sin arte, o grosero y de mal gusto... Aunque para decirlo de manera más elegante y menos hiriente (con las palabras de mi amigo Juan José Delgado Utrera), es "su permanente andarse por las ramas, dar vueltas y más
vueltas hasta culminar con una argumentación realmente brillante, pero
para la que bastan dos líneas". Como muestra un botón, de su biografía de St. Thomas Aquinas (1933). Dejo el texto en inglés, confiando en que el curioso lector sabrá interpretarlo (no es tan difícil), y porque para juzgar su estilo, hay que leerlo en la lengua en que se expresó. Es del capítulo VI, "The approach to Thomism":
"... the philosophy of St. Thomas stands founded on the
universal common conviction that eggs are eggs. The Hegelian may say
that an egg is really a hen, because it is a part of an endless process
of Becoming; the Berkeleian may hold that poached eggs only exist as a
dream exists; since it is quite as easy to call the dream the cause of
the eggs as the eggs the cause of the dream; the Pragmatist may believe
that we get the best out of scrambled eggs by forgetting that they ever
were eggs, and only remembering the scramble. But no pupil of
St. Thomas needs to addle his brains in order adequately to addle his
eggs; to put his head at any peculiar angle in looking at eggs, or
squinting at eggs, or winking the other eye in order to see a new
simplification of eggs. The Thomist stands in the broad daylight of the
brotherhood of men, in their common consciousness that eggs are not hens
or dreams or mere practical assumptions; but things attested by the
Authority of the Senses, which is from God."
Como G.K. Chesterton era, a lo que parece, un guasón, creo que me perdonaría si dijese que esto es algo así como explicar el tomismo por huevos... Algo más en serio, párrafos como éste me decepcionan, en su perpetuo andarse por las ramas, porque el empeño, en principio plausible, pero en el fondo descabellado, de hacer entender Santo Tomás al hombre de la calle (lit. the man in the street), termina por subestimar al lector y tenerlo por un tonto, un dummy.