"Alcanzándome un programa impreso
en papel crema, Don Pérez me condujo a mi platea. Fila nueve, ligeramente
hacia la derecha: el perfecto equilibrio acústico. Conozco bien el teatro
Corona y sé que tiene caprichos de mujer histérica. A mis amigos les
aconsejo que no acepten jamás la fila trece, porque hay una especie de
pozo de aire donde no entra la música; ni tampoco el lado izquierdo de
las tertulias, porque al igual que en el Teatro Comunale de Florencia,
algunos instrumentos dan la impresión de apartarse de la orquesta, flotar
en el aire, y es así como una flauta puede ponerse a sonar a tres metros
de uno mientras el resto continúa correctamente en la escena, lo cual
sería pintoresco pero muy poco agradable. Le eché una mirada al
programa. Tendríamos El sueño de una noche de verano, Don Juan, El mar y
la Quinta sinfonía. No pude menos de reírme al pensar en el Maestro. Una
vez más el viejo zorro había ordenado su programa de concierto con esa
insolente arbitrariedad estética que encubría un profundo olfato
psicológico, rasgo común en los régisseurs de music—hall, los
virtuosos de piano y los match—makers de lucha libre. Sólo yo de puro
aburrido podía meterme en un concierto donde después de Strauss,
Debussy, y sobre el pucho Beethoven contra todos los mandatos humanos y
divinos. Pero el Maestro, que conocía a su público, armaba conciertos
para los habituales del teatro Corona, es decir gente tranquila y bien
dispuesta que prefiere lo malo conocido a lo bueno por conocer, y que
exige ante todo profundo respeto por su digestión y su tranquilidad. Con
Mendelssohn se pondrían cómodos, después el Don Juan generoso y
redondo, con tonaditas silbables. Debussy los haría sentirse artistas,
porque no cualquiera entiende su música. Y luego el Plato fuerte, el gran
masaje vibratorio beethoveniano, así llama el destino a la puerta, la V
de la victoria, el sordo genial, y después volando a casa que mañana hay
un trabajo loco en la oficina..."
Fragmento del relato "Las Ménades", de Final de juego (1956). Julio Cortázar, valor literario "refugio" en tiempos desabridos. Lectura recomendada para el verano (para quien guste).
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