09 marzo 2015

La biblioteca de Arturo Pérez Reverte

En mi último articulillo hablaba de la biblioteca del músico Joaquín Sabina, y resulta que este fin de semana el dominical del diario Abc dedicaba su portada a la biblioteca del novelista y académico Arturo Pérez Reverte [wiki], "El reino de Arturo". En otro sitio [jotdwon] leo que posee 30.000 libros, una cifra de una magnitud borgiana, arduo de creer.

Lo que quiero comentar es que esa biblioteca de Pérez Reverte no me parece la de un escritor típico, de mesa revuelta, con intensa vida intelectual. Más bien es la de un señor que padecería una bibliomanía obsesivo compulsiva (compulsive hoarding), que en los pobretones como yo se manifestaría simplemente en un síndrome de Diógenes [wiki].

Es una biblioteca que quita el hipo, digna del castillo de un lord inglés. Esa pregunta de si Pérez Reverte habría leído alguno de sus libros, parece incluso impertinente, en este caso. Pero es una biblioteca de ostentación, no de vida vivida y leída, casi de mírame y no me toques, como decía mi abuela. Aunque me ha hecho gracia que en la fotografía se vislumbre en un rincón una breve colección de libritos viejos de la colección Austral.

Contemplando esta inalcanzable biblioteca en las fotografías, he recordado otro coleccionista de ficción, Charles Foster Kane, que en su lecho de muerte, abandonado del mundo, no tuvo en pensamiento ningún objeto particular de su infinita colección de arte y antigüedades, sino el trineo de su infancia pobre en un remoto lugar del distrito minero del Colorado, "Rosebud" [Drove].

Mirando mis libros, me pregunto yo qué pensamiento les reservaré en mi último suspiro. No soy tan cursi (ni tan estúpido) como para pedir que cuando me encuentre en la agonía, si fuese posible me pusiesen como música de fondo algunta cantata de Johann Sebastian Bach, u otra pieza religiosa semejante. Más bien creo que en ese momento, si Dios me tuviese reservado morir a la antigua, uno no estará para hacer inventario de las posesiones que deja atrás. El papa Francisco lo ha dicho con gracia porteña: "Nunca vi un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre" [zenit].

No, no me acordaré de ningún libro mío. Kane se acordó de su trineo, porque en realidad se acordaba de cuando era niño, en la nieve. Así también puede ser que los coleccionistas de libros, cuando vayamos a morir, no nos acordemos de ningún de esos libros aparatorosos que hubiésemos allegado a golpe de dinero, sino tal vez de la humilde edición (de la colección Austral o Ebro), en que leíamos por vez primera a Quevedo o a quién sé yo, y que escondemos con vergüenza en algún rincón de la biblioteca.



Francisco Umbral : "La piscina" [aquí].

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2 comentarios:

  1. Hombre, si son 30.000 libros los que tiene, según el periodista que estuvo allí, imagino que esa parte será la más vistosa, y por eso sale en las fotos. Habrá muchos otros sectores más sobados. Me hace gracia que insinúes que la del Reverte es una biblioteca que no ha leído. Lo que está claro es que tú, desde luego, no lo has leído nunca a él. O no se te nota. Pocos novelistas y articulistas españoles demuestran poseer una cultura tan amplia como la del Reverte, unida a una vida tan intensa como la suya.

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  2. No, no he leído a Pérez Reverte. Prefiero a Bernal Díaz del Castillo.

    Anoto también un comentario privado: "para biblioteca la de Paco Umbral, que como sabes era la piscina de su casa, donde tiraba cada libro leído".

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