He comenzado a leer la bellísima nueva encíclica de Benedicto XVI, Spe salvi [Salvados en la esperanza], que sigue muy de cerca la doctrina del Ratzinger teólogo y maestro. Más de un comentario le dedicaremos. Páginas apretadísimas, en que hay lugar incluso para el análisis filológico de la Escritura. Por el momento subrayo que despacha con mano maestra la doctrina de Karl Marx:
"Pero con su victoria se puso de manifiesto también el error fundamental de Marx. Él indicó con exactitud cómo lograr el cambio total de la situación. Pero no nos dijo cómo se debería proceder después. Suponía simplemente que, con la expropiación de la clase dominante, con la caída del poder político y con la socialización de los medios de producción, se establecería la Nueva Jerusalén (...). Así, tras el éxito de la revolución, Lenin pudo percatarse de que en los escritos del maestro no había ninguna indicación sobre cómo proceder. Había hablado ciertamente de la fase intermedia de la dictadura del proletariado como de una necesidad que, sin embargo, en un segundo momento se habría demostrado caduca por sí misma (...). Que no diga nada de eso es una consecuencia lógica de su planteamiento. Su error está más al fondo. Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables."
"Pero con su victoria se puso de manifiesto también el error fundamental de Marx. Él indicó con exactitud cómo lograr el cambio total de la situación. Pero no nos dijo cómo se debería proceder después. Suponía simplemente que, con la expropiación de la clase dominante, con la caída del poder político y con la socialización de los medios de producción, se establecería la Nueva Jerusalén (...). Así, tras el éxito de la revolución, Lenin pudo percatarse de que en los escritos del maestro no había ninguna indicación sobre cómo proceder. Había hablado ciertamente de la fase intermedia de la dictadura del proletariado como de una necesidad que, sin embargo, en un segundo momento se habría demostrado caduca por sí misma (...). Que no diga nada de eso es una consecuencia lógica de su planteamiento. Su error está más al fondo. Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables."
Junto a la alabanza a Marx, el garrotazo. A mí con este filósofo me pasa lo mismo.
ResponderEliminar¿No crees que pega cerrojazo a la Teología de la Liberación?.
Es profundísima la encíclica.
Hombre, el "Manifiesto Comunista" pertenece a ese puñado de libros que hay que conocer. Asombra su prognósis de la "globalización", a siglo y medio de nosotros. Pero sabiendo, como nos dice ahora Benedicto XVI, que el hombre no se reduce a la condición de "proletario".
ResponderEliminarEn cualquier caso, un crítico muy conocido de Marx, y que merece la pena siempre leer, es el economista Schumpeter. Le dedica el primer extenso ensayo de "Diez grandes economistas".
Lo paradójico del marxismo, con su insistencia en lo económico, es que en todas partes donde se ha aplicado ha fracasado ante todo en ese aspecto, y no ha podido vestir ni alimentar suficientemente a la población. Borraron la libertad, pero tampoco produjeron mantequilla. Eso sí, cañones que no faltaran.
ResponderEliminarSobre el fracaso del marxismo, o más bien de los llamados "socialismos reales" que pretendieron poner en práctica la lucha de clases y la dictadura del proletariado, Benedicto XVI hace un breve comentario que me salté por parecerme obvio:
ResponderEliminar"Había hablado [Karl Marx] ciertamente de la fase intermedia de la dictadura del proletariado como de una necesidad que, sin embargo, en un segundo momento se habría demostrado caduca por sí misma. Esta « fase intermedia » la conocemos muy bien y también sabemos cuál ha sido su desarrollo posterior: en lugar de alumbrar un mundo sano, ha dejado tras de sí una destrucción desoladora...".
Es el peligro de gobernar con ideas. Cuidémosnos de los políticos que nos digan que "tienen ideas"... Se me antoja que Marx (o quienes lo interpretaron) estaba en los antípodas del prudente Aristóteles.
Es el segundo lugar donde me recomiendan leer la encíclica.
ResponderEliminarCreo que es un hito no solo católico sino filosófico y de pensamiento.
Enhorabuena por la nota y por confirmarme en la necesidad de leerlo.
Saludos
Sí, sí, Bonhamled, esta encíclica tiene la impronta magistral de Ratzinger. Y llena de esperanza al lector.
ResponderEliminarSaludos.