Recuerdo, joven estudiante en la universidad, a un profesor que nos amonestaba al estudio advirtiendo que, si teníamos la insolencia de quejarnos de la fatiga de pasar largas horas en una biblioteca oscura y fría, con los codos hincados delante del libro, mejor haríamos en marchar una temporada a recoger algodón, para enterarnos de lo que es el trabajo duro de verdad.
En mi Andalucía recuerdo que algunos padres que tenían campo, solían mandar a sus vástagos la temporada de verano a compartir la vida con los jornaleros, como parte de su educación. ¿Sigue haciéndose, en este tiempo de vida muelle?
Se me ha venido este pasaje de mis estudios a la memoria, porque tengo la impresión de que muchas opiniones ligeras que se dicen de la crisis económica, que como siempre castigará a los más débiles, provienen del acomodo de quienes poco tengamos que perder en esta coyuntura. Parte de nuestro tiempo debieramos dedicarlo a conocer el sufrimiento ajeno, a imitación del joven príncipe Siddhārtha Gautama.
[Blog action day 2008: Poverty]
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En mi Andalucía recuerdo que algunos padres que tenían campo, solían mandar a sus vástagos la temporada de verano a compartir la vida con los jornaleros, como parte de su educación. ¿Sigue haciéndose, en este tiempo de vida muelle?
Se me ha venido este pasaje de mis estudios a la memoria, porque tengo la impresión de que muchas opiniones ligeras que se dicen de la crisis económica, que como siempre castigará a los más débiles, provienen del acomodo de quienes poco tengamos que perder en esta coyuntura. Parte de nuestro tiempo debieramos dedicarlo a conocer el sufrimiento ajeno, a imitación del joven príncipe Siddhārtha Gautama.
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