Fumar es tontería, pero yo he fumado. Cuantos hemos estado pegados al cigarrillo, sabemos qué estimulante es para las ideas. Hasta el punto de que dicen que cuando dejas de fumar, te vuelves medio lelo. No diré que no, porque de las tonterías el último en darse cuenta es el perpetrador, pero bueno. El caso es que no me acuerdo que he sido fumador hasta que me lo recuerdan (es obvio). Vamos, que se me ha olvidado que existen los pitillos hasta que veo a la gente fumando en la calle, o en los bares. Pero es horrorosa la perspectiva de meterse entre pecho y espalda humo caliente, de forma cadenciosa. Hay que estar hecho un yonki para cometer esa burrada de ir de chimenea andante, y lo digo con la libertad de espíritu de haber sido por largo tiempo cañón de humo de tabaco. Ah, ¡pero qué bien se respira sin fumar!
29 mayo 2009
26 mayo 2009
Santiago Agrelo
El fraile franciscano Santiago Agrelo es el arzobispo de Tánger. De todos los blogs religiosos que conozco, el suyo es uno de los que más me gustan, por su incisiva humanidad y sencillez (debe ser la impronta y manera de ser y conducirse de los franciscanos). Una frase suya, muy significativa en el contexto de convivencia de las tres religiones: Todos los hombres y mujeres buscamos al mismo Dios, aunque le demos nombres o figuras distintas. Creo de interés reproducir su último comentario: "Cada día, el sistema de los elegidos mata de hambre a 25.000 niños":
Hace setenta años comenzaba a correr en Europa la sangre humana del Holocausto nazi de los judíos. Un pueblo tuvo entonces en sus manos la capacidad de quitar a sus líderes endiosados los resortes del poder. Y no lo hizo. Sus brazos señalando hacia la gloria, sus «Heil» resonando como truenos, lo hicieron cómplice de opciones que causaron millones de muertos, dejaron la tierra devastada, y llevaron a dimensiones tan monstruosas el sufrimiento que agrietaron incluso los cimientos de la fe.
Hoy corre por el mundo sangre humana de otros sacrificios. Hay nuevos dioses en las tribunas, y vieja complicidad en los devotos. Los horizontes son siempre de gloria, de progreso, de grandeza, de felicidad para el pueblo de los elegidos. Mientras tanto, la muerte recoge en campos invisibles de exterminio su cosecha de desechos. Cada día, el sistema de los elegidos mata de hambre a 25.000 niños. Cada día 200.000 personas se agregan a la muchedumbre de los que en el mundo padecen hambre crónica. Cada día el aborto profana a millares los santuarios de la vida. Cada día… droga… armas… explotación laboral… explotación sexual… Para hablar de nuevos Holocaustos, sólo falta que el fuego devore la memoria de las víctimas. Y eso, mejor que el fuego, ¡lo hace la propaganda!
Los pueblos tienen en sus manos la capacidad de oponerse a la antihumanidad; aunque todo hace temer que no lo harán. Si así fuese, si hoy callamos, otros recordarán mañana con horror y vergüenza nuestra complicidad aturdida con los dioses de la frivolidad y de la muerte.
Hace setenta años comenzaba a correr en Europa la sangre humana del Holocausto nazi de los judíos. Un pueblo tuvo entonces en sus manos la capacidad de quitar a sus líderes endiosados los resortes del poder. Y no lo hizo. Sus brazos señalando hacia la gloria, sus «Heil» resonando como truenos, lo hicieron cómplice de opciones que causaron millones de muertos, dejaron la tierra devastada, y llevaron a dimensiones tan monstruosas el sufrimiento que agrietaron incluso los cimientos de la fe.
Hoy corre por el mundo sangre humana de otros sacrificios. Hay nuevos dioses en las tribunas, y vieja complicidad en los devotos. Los horizontes son siempre de gloria, de progreso, de grandeza, de felicidad para el pueblo de los elegidos. Mientras tanto, la muerte recoge en campos invisibles de exterminio su cosecha de desechos. Cada día, el sistema de los elegidos mata de hambre a 25.000 niños. Cada día 200.000 personas se agregan a la muchedumbre de los que en el mundo padecen hambre crónica. Cada día el aborto profana a millares los santuarios de la vida. Cada día… droga… armas… explotación laboral… explotación sexual… Para hablar de nuevos Holocaustos, sólo falta que el fuego devore la memoria de las víctimas. Y eso, mejor que el fuego, ¡lo hace la propaganda!
Los pueblos tienen en sus manos la capacidad de oponerse a la antihumanidad; aunque todo hace temer que no lo harán. Si así fuese, si hoy callamos, otros recordarán mañana con horror y vergüenza nuestra complicidad aturdida con los dioses de la frivolidad y de la muerte.
16 mayo 2009
Noticia de libros [Jesús y Pablo]
Tengo encima de la mesa el último libro traducido al castellano del biblista y teólogo italiano Giuseppe Barbaglio (1934-2007), Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso. Confrontación histórica (Salamanca, Secretariado Trinitario, 2009). Me parece que es el tema más arduo al que puede dedicarse un estudioso de la teología en la esfera cristiana, éste de la confrontación de las personalidades históricas de Jesús de Nazaret, el rabí de Galilea, y Pablo de Tarso, enviado de misión por los primeros cristianos a la gentilidad.
La historia es irreversible, no tiene vuelta de hoja, y así ocurre también con la historia eclesiástica y teológica. El poderoso motivo histórico (las cosas son como fueron), podría hacer parecer gratuito polemizar, como se hace con intensidad desde hace algo más de un siglo, sobre la contribución paulina a la invención del cristianismo. Es un hecho que los cristianos creemos en Jesús al modo paulino. Sin embargo, me parece muy serio ese propósito, en teología, muy similar al de los filósofos que quieren volver a las cosas mismas, de regresar a la fuente de nuestra fe y al mensaje primitivo de Jesús. Ayuda a comprender el perfil histórico de la religión cristiana. La alternativa Jesús o Pablo, a pesar de todo, tiene algo de discusión bizantina e inagotable, porque seguro que sus mensajes no son excluyentes.
La historia es irreversible, no tiene vuelta de hoja, y así ocurre también con la historia eclesiástica y teológica. El poderoso motivo histórico (las cosas son como fueron), podría hacer parecer gratuito polemizar, como se hace con intensidad desde hace algo más de un siglo, sobre la contribución paulina a la invención del cristianismo. Es un hecho que los cristianos creemos en Jesús al modo paulino. Sin embargo, me parece muy serio ese propósito, en teología, muy similar al de los filósofos que quieren volver a las cosas mismas, de regresar a la fuente de nuestra fe y al mensaje primitivo de Jesús. Ayuda a comprender el perfil histórico de la religión cristiana. La alternativa Jesús o Pablo, a pesar de todo, tiene algo de discusión bizantina e inagotable, porque seguro que sus mensajes no son excluyentes.
03 mayo 2009
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