La evolución natural de los meteoros nos hacen la ilusión de que todo muda y cambia. Nos lo tomamos como una afrenta, nosotros, que nos pensamos inmortales. Tememos que la tierra que habitamos se hunda ante nuestros ojos. Pero los poetas saben ver que la naturaleza es eterna y los hombres frágiles. Cuando se despedía de su tierra, la poetisa coruñesa Rosalía de Castro exclamaba:
¡Adiós!, sombras queridas; ¡Adiós!, sombras odiadas;
outra vez os vaivéns da fertuna
para lonxe me arrastran.
Cando volver, se volvo, todo estará onde estaba;
os mesmos montes negros i as mesmas alboradas...
El mundo, como un monte imponente, sobrevivirá a nuestras andanzas. Somos nosotros los que cambiamos, padeciendo diversa fortuna. Y el sol seguirá naciendo.
[Blog Action Day 2009: Climate Change]
¡Adiós!, sombras queridas; ¡Adiós!, sombras odiadas;
outra vez os vaivéns da fertuna
para lonxe me arrastran.
Cando volver, se volvo, todo estará onde estaba;
os mesmos montes negros i as mesmas alboradas...
El mundo, como un monte imponente, sobrevivirá a nuestras andanzas. Somos nosotros los que cambiamos, padeciendo diversa fortuna. Y el sol seguirá naciendo.
[Blog Action Day 2009: Climate Change]
Al final la escala con la que veamos nuestro mundo hace que las conclusiones sean diversas.
ResponderEliminarCuando estudiaba mecánica de fluidos "mirar de cerca" o "mirar de lejos" cambiaba absolutamente el comportamiento del líquido.
Un saludo
PLOF, PLOF...
ResponderEliminarCapitán, para un lego como yo, la lectura de los libros divulgativos de Prigogine es altamente instructiva...
ResponderEliminarJavier... "plof, plof" no sé si es el ruído del pedrisco, hablando de clima...
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