"Una solidaridad universal une todos los gestos e imágenes de los hombres, no sólo en el espacio, sino también y sobre todo en el tiempo" (Elie Faure).
Parece que no hubiese cosa más caduca y volandera que un libro viejo, cuyo destino final es perecer en el fuego (aunque ardan mal), o arrojado a la basura, triturado y hecho pasta. Sin embargo, son los libros que amarillean, sucios, arrugados, los que mueven las mayores simpatías de los bibliófilos (o por lo menos de este que escribe), y la afición a los libros de chamarileros debe ser el último grado de la bibliofilia, porque el libro con huellas del tiempo parece un signo de inmortalidad.
Hoy volvía a casa a almorzar, silbando y de buen humor, a pie (porque el tráfico en Sevilla es un carajal en la semana de la Feria de Abril), y pues la experiencia enseña que el espíritu positivo atrae la buena fortuna, he tenido un golpe de suerte con un libro viejo. En una calle del barrio, un trapero se había apostado en la esquina de la farmacia y había extendido una manta con libros. Cuando llegué a su lado iba a pasar de largo, pero aunque ya eran las tres, me paré un rato a husmear, encontrándome de golpe y porrazo con un librito de Juan Eduardo Cirlot (no todos los días se encuentra uno con un Cirlot). En concreto, El espíritu abstracto desde la prehistoria a la edad media (Madrid, Editorial Labor, 1970), por el que se me pidió 1,50 euros (en internet cotiza el título entre los 10 y los 50 euros [iberlibro]).
El trapero me estuvo contando que tiene ocho hijos (la chica de 21 años, y el mayor, de 35), algunos parados. Vende libros, y es un chapú (hace chapuzas a domicilio). Un espíritu emprendedor que vive en un dúplex, según me dice, no lejos del barrio. Le pregunto que hasta qué hora va a estar vendiendo libros. Después de comer, le llevé un paquetón de libros de los que me he desprendido (algunos nuevos, sin estrenar). El de Cirlot también se lo había regalado una señora del barrio esta misma mañana, y ha ido a parar a mis manos. De este modo, el mercado informal de libros es una excelente vía de relocalizar los libros, y situarlos donde puedan continuar haciendo el bien, en una segunda vida.
http://www.youtube.com/watch?v=WlBiLNN1NhQ
ResponderEliminarEs que no me puedo resistir al ver el título del post.
Está puesto con toda intención. La canción se ha convertido en un himno.
ResponderEliminarUn buen debate sería tratar si la película (La vida de Brian) tiene alcance blasfemo (yo creo que no, tal vez porque me río mucho con la película).