09 mayo 2011

Una comprensión defectuosa de la resurrección

El mensaje de la Resurrección es importante, porque nos habla de nuestra esperanza de que no moriremos del todo. En cuanto a los testimonios de las apariciones de Jesús después de muerto y resucitado (que si hemos de creer ad litteram al evangelio, llegó a celebrar una barbacoa en la playa con los discípulos), hay un amplísimo debate en la teología actual, que desestima su lectura en un craso sentido literal. Resucitar no es regresar al cuerpo. El teólogo Joseph Ratzinger de Tubinga explicaba la resurrección observando lo que ahora nos parece una obviedad, que la muerte es la extinción del cuerpo biológico (bios), y que la resurrección es el ingreso a una vida distinta (zoe), inimaginable, que trasciende de suyo las leyes físicas, químicas y biológicas.

Los vívidos relatos evangélicos de las apariciones de Jesús resucitado tienen un propósito pedagógico, pero no pueden tomarse como descripción empírica si se quiere que el mensaje de la buena nueva sea creíble para nuestro tiempo. La resurrección mal comprendida haría también incomprensible la muerte de Jesús (si resucitó en el sepulcro, ¿es que no murió, es que estaba dormido?). Nuestra réplica a Pablo será entonces: si Jesús no murió como nosotros habremos de morir, vana es nuestra fe. Ahora bien, las creencias son libres (como ilustra el argumento de la tetera de Russell), y son irrefutables.

A propósito, la mañana del domingo me he desayunado, leyendo el diario Abc, con un artículo del escritor Juan Manuel de Prada, "Cuerpo glorioso" [enlace], que demuestra una comprensión defectuosa de la resurrección. Defectuosa, porque no sabe de lo que habla (en rigor nadie en la vida presente sabe cómo es la resurrección), ni se hace composición de para qué sirve la teología (que no consiste en explicar un catecismo), ni asume que el defensor moderno de la fe, a imitación de los apóstoles, debe procurar cohonestar las creencias religiosas con nuestro conocimiento actual del universo.

Me enoja esta lectura literalista de Prada porque el fundamentalismo bíblico ya no está bien visto en la iglesia. Lo ha repetido Benedicto XVI en su exhortación Verbum Domini (44): "el «literalismo» propugnado por la lectura fundamentalista, representa en realidad una traición, tanto del sentido literal como espiritual, abriendo el camino a instrumentalizaciones de diversa índole (...) El aspecto problemático de esta lectura es que, «rechazando tener en cuenta el carácter histórico de la revelación bíblica, se vuelve incapaz de aceptar plenamente la verdad de la Encarnación misma. El fundamentalismo rehúye la estrecha relación de lo divino y de lo humano en las relaciones con Dios... Por esta razón, tiende a tratar el texto bíblico como si hubiera sido dictado palabra por palabra por el Espíritu, y no llega a reconocer que la Palabra de Dios ha sido formulada en un lenguaje y en una fraseología condicionadas por una u otra época determinada» [Verbum Domini].

Dice Prada en el Abc: "Jesús comió y bebió con sus discípulos después de resucitar, como atestiguan insistentemente los evangelistas y Pedro certifica (Hch 10, 41)." Eso de decir que Pedro certifica, evidencia que nuestro Prada lee las Escrituras como si de un atestado de la policia se tratase, y las interpreta de modo nada sutil. Peor parece que se apoye en disparates: «Pero —repite el cientifista, exasperado—, ¿qué ocurrió en el interior del sepulcro?». Lo que allí ocurrió sobrepasa nuestro entendimiento; pero el jesuita Manuel Carreira, profesor de física y teólogo, ha probado a imaginarlo, basándose en los últimos avances de la mecánica cuántica, que han logrado observar en el laboratorio fenómenos de movimiento discontinuo, compenetración y multilocación en partículas elementales (...)" [negritas y cursivas son mías].

Si la resurrección sobrepasa nuestro entendimiento, ¿a qué viene imaginarlo?  Por no hablar de que un cientifista (como puedo serlo yo), al contrario de como ridículamente lo presenta Prada, nunca se interrogará qué pudo ocurrir en el interior del sepulcro, porque la resurrección es un hecho teologal, no localizable de suyo ni en el tiempo (al tercer día, según las Escrituras) ni en el espacio (resucitar no es levantarse de la tumba, desembarazarse de la mortaja, y abandonar el sepulcro...). Las circunstancias de tiempo y lugar son imaginaciones que repugnan a lo que, por glorificación, trasciende las dimensiones mundanas (el espacio y el tiempo, la materia y la energía). Y si la resurrección de suyo no puede implicar la materia del cuerpo, es ociosa la disparatada invocación a la mecánica cuántica, que se refiere a hechos materiales, por extraños que nos parezcan a nuestra escala. Y en fin, si algún fenómeno subatómico observado en laboratorio lograse validar en algo la resurrección de Jesús, tendríamos que repetir, con Pablo, que ¡vana sería nuestra fe, si se fundase en la mecánica cuántica!

Quien siga la sola letra de los evangelios sin captar su sentido, no podrá entender qué es resucitar. Y en cuanto a cómo se resucita es una pregunta sin sentido, porque quōmodo? es una categoría predicable de hechos mundanos, no de hechos teologales o gloriososExplicar la resurrección como un fenómeno físico, es teológicamente aberrante (tanto como confundir cosas disímiles: el mundo material y la vida eterna), y demuestra una esperanza muy pobre, que se apega a vivencias conocidas del mundo sin saber lo que nos aguarda a la hora de morir. Si hubiese sido un evento físico observable, Jesús no habría resucitado (¡y vana sería nuestra fe, entonces sí!), porque un aparecido no es un resucitado. Quien resucita no regresa a la vida conocida, sino que ingresa en otra vida nueva. Y los aparecidos (como el padre de Hamlet, príncipe de Dinamarca) son eventos de este mundo, no de otro.

Creo por eso que los evangelios, cuando relatan las apariciones del Señor, hablan más de la fe de los discípulos, que de los avatares del cuerpo de Jesús, muerto y sepultado. La resurrección, que es liberación del cuerpo biológico, no puede ser un hecho empírico de este mundo. Así lo explicaba Ratzinger en Tubinga. Sobre esto espero volver en otro momento.

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