02 mayo 2013

El rico epulón y el pobre Lázaro

La de "El rico epulón y el pobre Lázaro" es una de las más populares parábolas o fábulas del evangelio de Lucas (16,19-31). Oída en contexto en nuestros días, parece un retrato cómico del fariseísmo entendido como actitud prototípica, antes que como descripción etnográfica de una secta judía (en la que tal vez militase el mismo rabbí Jesús). En el pasaje del evangelio lucano el Maestro dice a sus oyentes: "Ustedes aparentan rectitud ante los hombres, pero Dios conoce sus corazones. Porque lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios" (16,15). Estas palabras me parecen la más auténtica lectio de la parábola del pobre Lázaro. De la misma manera que los demás relatos propios de san Lucas, es una narración abierta, inconclusa, y de muchos significados. Sin embargo no todas las interpretaciones de la parábola me parecen de recibo. No me lo parecen estas moralejas, que resultan estrechas y simples:

1. Los fariseos eran malos [qui erant avari, 16,14]. Tal vez fuese la mente de Lucas, extraño ya al judaísmo, pero sería una interpretación más correcta si reemplazamos al fariseo por el amigo del dinero (el de cualquier tiempo y lugar). El evangelio no pretendía ser cuando se predicó en un principio, ni tampoco debe serlo ahora, una simple revista sociológica.

2. Los pobres son buenos [factum est autem ut moreretur pauper et portaretur ab angelis in sinum Abrahae, 16,22], y los ricos, malos [mortuus est autem et dives et sepultus est. Et in inferno elevans oculos suos, cum esset in tormentis..., 16,22-23]. Aquí san Lucas tira de brocha gorda, también para lograr el efecto cómico, porque la risa es pedagógica. Todos hemos visto en las películas del gordo y el flaco (las de Laurel y Hardy) que el mundo se divide en listos y tontos... Aunque en realidad de verdad sea entreverado, y ni los buenos sean tan buenos, ni los malos tan malos.

3. Hay cielo e infierno. Esto es coger el rábano por las hojas, porque no parece que sea el propósito principal de la parábola enseñar esta creencia. Sería más bien un suppositum en la mente del evangelista, obedeciendo al orfismo popular que ya se encontraba en los diálogos platónicos. El infierno de la parábola es un infierno a lo Offenbach, donde el rico se muere de sed [miserere mei et mitte Lazarum, ut intingat extremum digiti sui in aquam, ut refrigeret linguam meam, quia crucior in hac flamma, 16,24]. Cielo e infierno son aquí sólo el marco de la historieta, que se pinta como en los tebeos  [Et in his omnibus inter nos et vos chaos magnum firmatum est, ut hi, qui volunt hinc transire ad vos, non possint, neque inde ad nos transmeare, 16,26]. Pero asustar, asusta.

4. Si eres pobre, no por fuerza has de estar condenado al infierno [Fili, recordare quia recepisti bona tua in vita tua, et Lazarus similiter mala; nunc autem hic consolatur, tu vero cruciaris, 16,25]. La fábula lucana es demasiado tosca, incluso infantil, como para que pretenda entrar en los sutiles debates del libro de Job. Además, en esta interpretación de la parábola se desliza peligrosamente un sofisma escatológico (puesto que la pobreza no sería signo de condenación, tampoco debe serlo la riqueza). Pero ni la riqueza ni la pobreza es lo que está en juego aquí, sino la misericordia o el corazón despiadado [Quidam autem pauper nomine Lazarus iacebat ad ianuam eius ulceribus plenus et cupiens saturari de his, quae cadebant de mensa divitis, 16,20-21].

No se ha pretendido en esta parábola pintar ningún antagonismo de clases, ni dividir al mundo en buenos y malos. Precisamente lo que llama la atención del cuento es que no se diga en ningún momento que el rico fuese malo, o que el pobre fuese bueno: eran lo que eran: un rico, un pobre. El talento literario del evangelista nos pinta la escena en crudo, si bien con ciertas pinceladas patéticas [et canes veniebant et lingebant ulcera eius, 16,21], para que seamos nosotros la que la califiquemos: "Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino finísimo y cada día hacía espléndidos banquetes. A su puerta, cubierto de llagas, yacía un pobre llamado Lázaro, que ansiaba saciarse con lo que caía de la mesa del rico; y hasta los perros iban a lamer sus llagas...". Más o menos como cualquier otra escena parecida con que podemos encontrarnos andando por la calle.

Por eso me parece erróneo que se quiera ver en esta parábola la retribución de buenos y malos en la vida de ultratumba. Más bien anuncia la reversión del reparto de bienes y males: "Fili, recordare quia recepisti bona tua in vita tua, et Lazarus similiter mala; nunc autem hic consolatur, tu vero cruciaris" (16,25). De este modo la parábola es una poderosa ilustración gráfica de las maldiciones del mismo evangelio [Vae vobis, qui ridetis nunc, quia lugebitis et flebitis!, 6,25].

También es equivocado pensar que la parábola represente la vida en el cielo y en el infierno. No se refiere a la vida de ultratumba, sino a esta vida de aquí y ahora. Por eso dice el rico epulón: "Te ruego entonces, padre, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos: que él los prevenga, no sea que ellos también caigan en este lugar de tormento" (16,27-28). Pero qué ironía que el evangelista nos permita oír las palabras del mundo ultraterreno, como si pudiésemos oirlas aquí: "Tienen a Moisés y a los Profetas; que los escuchen" (16,29).

La parábola del rico epulón y el pobre Lázaro no nos quiere enseñar que seamos buenos, sino que nos instruye para que hagamos algo por cambiar el estado de cosas, porque los ricos ofenden a los pobres [vae vobis divitibus, quia habetis consolationem vestram!, 6,24]. O como dice el Maestro: lo que es estimable a los ojos de los hombres, resulta despreciable para Dios [quod hominibus altum est, abominatio est ante Deum, 16,15].

Las penas del infierno son como el coco que asusta a los niños. Aunque la parábola acaba por ser significativamente pesimita: "Si no escuchan a Moisés y a los Profetas, aunque resucite alguno de entre los muertos, tampoco se convencerán" (16,31). Así que no será por la vía de la amenaza con las penas del infierno, o de las apariciones truculentas, con lo que vamos a cambiar. Tenemos que cambiar por nosotros mismos, no por el temor a ningún castigo.

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3 comentarios:

  1. no es por nada hermano pero aún si fueras sacerdote ESTAS COMPLETAMENTE FALLADO en tus apreciaciones, ni porque está escrito puedes simplemente entenderlo? qué pena que saquen esas idioteces de que no se refiere al infierno o no se refiere a esto o a lo otro... qué no está escrito tienes acaso necesidad de que te lo traduzcan qué jodidos estamos, por eso hay tanta confusión en la iglesia por sus teorías idiotas y modernistas.

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  2. lo lindo de la posicion de muchos es decir: lo que leemos es incorrecto, lo que Lucas, Jesus, Marcos u otro querian decir es... " es no dejarlo contar lo que ellos dicen, mas bien se comienza a hacer malabares para acomodar las cosas al parecer propio. La biblia,como todo libro tiene un autor y el contenido hay que tomarlo en el contexto y unidad del mismo libro y no solo tomar partes tomando lo que quiero y descartando lo que no (yo puedo demostrar lo que quieras usando la seccion amarilla si me das tiempo y me dejas cortar frases y usarlas aleatoriamente)

    si leemos la biblia (y en especial los evangelios) correctamente, se habla de el fuego (a donde se lanza la mala hierba cuando se separa del trigo), de quedar afuera (en la parabola de las esposas descuidadas y las prevenidas), en el juicio final "vayan al fuego malditos de mi padre porque tuve hambre..." o "lancenlo afuera donde es desesperacion y rechinar de dientes" llamalo infierno, seol, hades, lugar de sufrimiento, winnie pho (puse el nombre de un personaje de ficcion para mostrar una respuesta aleatoria, e inclusive discordante) etc. el caso es el mismo

    Recordemos tambien que en las bienaventuranzas habla de LOS POBRES DE ESPIRITU que es distinto a los pobres en lo economico (aunque no excluyente) por lo que estoy de acuerdo que condenado es la dureza de corazon y la falta de accion por el otro puesto que los bienes terrenos (como los talentos) son para administrarlos y para hacer buen uso de ellos (las francachelas,comilonas, excentricidades etc no eran bien vistos por la ley judia)

    sugiero que ademas de sustituir fariseo por amigo del dinero, cambiemos a hedonista, relativista, fashonista, etc. y el resultado es el mismo.

    se usa fariseo porque eran personas por todos los judios en esa epoca conocidos, los que en lo exterior eran los mas estrictos en cumplir con la letra de la ley y se ufanaban de que ellos eran buenos y en el fondo no amaban ni respetaban el espiritu de la misma (algunos eran asi pero para fines didacticos eran utiles)

    Estamos hablando de ser solidarios con los demas por amor al Jesus "porque cuando lo hiciste por aquel mas pequeño conmigo lo hiciste". y estoy de acuerdo, debemos cambiar por nosotros mismos como dicen los monjes benedictions "ora et labora"

    Por ultimo, lo que Lucas escribio es exactamente una parabola, diseñada para ser entendida desde el mas sencillo como el mas inteligente cada uno entendiendola de acuerdo a su capacidad, sin muchos adornos donde perdernos ni con enseñanzas escatologicas rebuscadas, pero con las ideas claras de lo que exactamente quiere dar a entender y en eso cumple su cometido. En el momento en que a una parabola o fabula (no las pongo al mismo nivel) le quitas un pedazo diciendo "esto no sirve", le quitas la moraleja a todo

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