En el tedio de la tarde del domingo, hasta que comenzase la final de la Copa del Rey, me eché a leer los Ensayos de George Orwell. Son inagotables, enganchan. Casi centenarios, del siglo pasado, y parece que allí nos habla un contemporáneo, hasta tal punto fue asistido Orwell por el don de la profecía. Los abrí por el extenso Inside the Whale, del año 1940. Lo iba leyendo arrullado por el partido (que ganó el Barça). Comienza, y concluye, como un juicio crítico de la novela Tropic of Cancer (1934), de Henry Miller. Orwell conocía a Miller, y se lo encontró de camino a la guerra de España el año 36, donde Miller le previno que ir a esa guerra era una estupidez. Inside the Whale
es un ensayo magistral, porque toma como motivo las novelas de Henry
Miller para enseguida ganar altura (o profundidad, si de un mostruo marino se
trata), y hacer un incisivo recorrido ideológico por la narrativa y poesía inglesa de los años veinte y treinta. "En el vientre de la ballena", está pensando en el profeta Jonás. Es una metáfora debida al propio Miller (que se refería así a los diarios de Anaïs Nin). El profeta Jonás recibió un mandato de Dios, convertir a la ciudad de Nínive, pero navegando, en medio de la tempestad, acabó arrojado al agua y engullido por un gran pez, en cuyas entrañas se vio protegido de todo peligro. George Orwell sigue esa alegoría para pensar en una peculiar categoría de escritores, que como Jonás se han visto apartados de las dificultades del mundo, porque son incapaces de comprender, y viven de espaldas a la realidad (en el relato bíblico, Jonás era un tanto cabezota y no se enteró de la película ni aunque se lo explicase Dios mismo). Orwell distingue muy bien entre verdad y sinceridad. El valor literario es la sinceridad, aunque el autor sostenga ideas descabelladas, no verdaderas. Pone como ejemplo de acierto literario a Poe (nos creemos sus relatos, aunque no sean verdad). En el extremo opuesto, Orwell sitúa a los autores que pretenden defender un credo o ideología, o hacer propaganda, y que por eso fallan como artistas. No me resisto a copiar aquí una de esas sentencias orwellianas, de las que está repleta el ensayo: "Perhaps it is even worth noticing that the only latter-day convert of
really first-rate gifts, Eliot, has embraced not Romanism but
Anglo-Catholicism, the ecclesiastical equivalent of Trotskyism". El ensayo completo se puede leer [aquí]. Orwell concluye, proféticamente, que la literatura pequeño burguesa, de sentimientos impostados, está acabada. Anuncia un nuevo modo de narrativa, que será testimonio sincero del estado perplejo del alma humana.
No sé si he captado bien el fondo de las ricas ideas literarias, históricas, políticas, que vuelca George Orwell en Inside the Whale. Mientras lo leía, no pude evitar tener presente otras ideas que hormigueaban en la cabeza. Orwell discute, con ocasión de revisar la novela de Henry Miller, la narrativa del pasado (un ejemplo sería la imagen absurda de lo inglés de las novelas de Evelyn Waugh), frente a la narrativa del porvenir. Y me he preguntado si esa narrativa del porvenir, columbrada ya en 1940 por Orwell, no la tendremos ya entre nosotros. Estoy pensando ahora en la excepcional novela de Pablo d'Ors El olvido de sí. Una aventura cristiana [Prextextos]. Una obra de arte, concebida con gran dificultad, que consiste en narrar la vida del beato Carlos de Foucauld, desde su misma interioridad. No importa el exterior: importa la persona, uno mismo (la individualidad de Jonás). Leí esa novela hace tres años, y quedé tan impresionado que no logré redactar nada coherente para este blog, aunque me hubiese gustado. Aún conservo el recuerdo de esa intensa lectura, que para mí es garantía de excelencia. Creo que Pablo d'Ors representa ahí la narrativa del porvenir, en el sentido que vislumbraba George Orwell.
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No sé si he captado bien el fondo de las ricas ideas literarias, históricas, políticas, que vuelca George Orwell en Inside the Whale. Mientras lo leía, no pude evitar tener presente otras ideas que hormigueaban en la cabeza. Orwell discute, con ocasión de revisar la novela de Henry Miller, la narrativa del pasado (un ejemplo sería la imagen absurda de lo inglés de las novelas de Evelyn Waugh), frente a la narrativa del porvenir. Y me he preguntado si esa narrativa del porvenir, columbrada ya en 1940 por Orwell, no la tendremos ya entre nosotros. Estoy pensando ahora en la excepcional novela de Pablo d'Ors El olvido de sí. Una aventura cristiana [Prextextos]. Una obra de arte, concebida con gran dificultad, que consiste en narrar la vida del beato Carlos de Foucauld, desde su misma interioridad. No importa el exterior: importa la persona, uno mismo (la individualidad de Jonás). Leí esa novela hace tres años, y quedé tan impresionado que no logré redactar nada coherente para este blog, aunque me hubiese gustado. Aún conservo el recuerdo de esa intensa lectura, que para mí es garantía de excelencia. Creo que Pablo d'Ors representa ahí la narrativa del porvenir, en el sentido que vislumbraba George Orwell.
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