Acaba de inaugurarse en la Plaza Nueva la FLS 2017 (la Feria del Libro de Sevilla), y me hago eco, como tengo por costumbre, de los libros vistos. En verdad, hoy que es viernes, me he estrenado con uno sensacional, de Antonio Merchán Álvarez: Universidad y Derecho en Sevilla durante el siglo XX. Contribuciones para su estudio (Editorial Universidad de Sevilla, 2016) [EUS]. El profesor Merchán (Sevilla, 1944), del que fui alumno en el curso primerizo 1982-1983, es hoy profesor emérito de historia del derecho en la Hispalense [sisius]. Discípulo de José Martínez Gijón, ha sido decano de la facultad (2006-2014). De sus clases recuerdo el rigor, y su afán de enseñarnos que los testimonios del derecho del pasado son invariables. Le gustaba, por ejemplo, contrastar la descripción del derecho de las guerras romanas, con noticias extraídas de Le Monde. Suya es también la excepcional monografía Doctores iuris de la Real Fábrica de Tabacos (2002) [EUS], que puede considerarse una auténtica historia de la facultad de derecho hispalense en la segunda mitad del siglo XX, durante su estancia en la entrañable "Fábrica de Tabacos" de la calle San Fernando, hasta el año 2008, que se trasladó a la "Pirotecnia" [Diario].
Anteayer, leo en la prensa [Diario], se ha celebrado en los Reales Alcázares, con presencia del Ministro de Justicia, el acto de entrega del VI premio Manuel Clavero, que se ha concedido este año a don Manuel Olivencia. Ambas figuras, Clavero y Olivencia, han sido maestros de incontables generaciones de juristas sevillanos, entre los que me cuento como uno más, uno de tantos. Me ha gustado leer la noticia, porque puedo presumir de haber recibido las lecciones de los dos, cuando la facultad todavía contaba con grandes maestros chapados a la antigua. Don Manuel Clavero Arévalo (Sevilla, 1926), catedrático de derecho administrativo y decano (1965-1968), discípulo de Carlos García Oviedo, goza de una feliz longevidad y merecidos honores de la clase jurídica. Fue Rector de la Hispalense (1971-1975). Pienso que ha sido uno de mis maestros. Sus clases fueron inolvidables, llenas de sabiduría, gracejo sevillano y anécdotas. Pero lo primero que recuerdan todos cuantos fueron sus alumnos, era su inconfundible timbre de voz, entonada con el habla propia del sevillano culto. De don Manuel Olivencia Ruiz (Ronda, 1929), discípulo de la escuela mercantilista de Joaquín Garrigues, también decano (1968-1971), conservo menos recuerdos como profesor, porque en aquel curso 1985-1986, en que comenzó a explicarnos las sociedades mercantiles, ya estaba comprometido en el cargo de Comisario de la Exposición Universal de Sevilla de 1992. Inolvidable su elegancia en el decir el derecho, recomiendo leer su discurso de agradecimiento del premio [Joly].
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