12 enero 2018

Gregorio Marañón en El Jueves

No voy a decir la simpleza de que Gregorio Marañón haya sido uno de últimos humanistas españoles, puesto que la aspiración al humanismo en la cultura, en la política, en la vida personal y familiar, debe ser una constante. Sí que Marañón ha sido un modelo eminente de médico consagrado al estudio y cuidado de los hombres. Su obra no pierde actualidad, garantía de su valor. Es admirable que representase tanto en la medicina, como en la literatura o en el pensamiento. Me interesa aquí recordar su obra histórica, que además gusta leer por su clara prosa, signo de inteligencia. Tampoco puede decirse que Marañón fuese un médico que escribía historias y biografías en los ratos libres que le dejaba la consulta, como si fuese un hobby ("Voz ingl. 1. m. Actividad que, como afición o pasatiempo favorito, se practica habitualmente en los ratos de ocio" [rae]). No, Marañón realizaba en sus libros cultos ese ideal del humanista de visión universal. No escribía simples biografías, como esos escritores populares de estilográfica fácil, tipo Stefan Zweig (inolvidable lectura de adolescente). Marañón, cuando escribía historia, no dejaba entonces de ejercer de médico, haciendo un tipo singular de biografía biológica, médica o psiquiátrica. Puede decirse que a Marañón, en cada figura que estudiaba le interesaba el hombre concreto de carne y hueso, no el personaje, la máscara. Por ejemplo (el título lo dice todo), su Tiberio, historia de un resentimiento (1939).

En el mercado sevillano de El Jueves es muy fácil encontrar cualquier libro de Marañón, porque sus obras son, aunque me desagrade expresarlo así, de conocimiento obligado (los libros de Marañón son de los que dejan impronta y nos hacen mejores). En mi último callejeo por la calle Feria, he encontrado un ejemplar viejo de El conde-duque de Olivares: la pasión de mandar (Madrid, Espasa Calpe, 1959), por el que me han llevado 5€. Reemplaza el librejo de la colección Austral en que lo leí antes, y ahora espero tener tiempo para volverlo a leer (debemos ser, como Marañón, traperos del tiempo).

Algún otro libro ha caído. Me limito a reseñar el de otro gran humanista español, José Camón Aznar, El arte desde su esencia ("Austral", 1968, 1€). Libros como éste de Camón Aznar ya sólo se encuentran en las pilas de libros viejos, como si fuesen basura, y mejor debieran reeditarse, como los de Marañón, porque son libros intemporales y plenos de sabiduría. Pero yo qué sé. Vox clamantis in deserto.

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