Una discusión reciente en el blog de
Enrique Baltanás ha coincidido en el tiempo con mi lectura breve, fugacísima, del libro
Entre libertad y determinismo. Genes, cerebro y ambiente en la conducta humana (Ediciones Cristiandad, 2007), del doctor Luís Mª Gonzalo Sanz, profesor de neuroanatomía en la Universidad de Navarra. Se trata de un resumen del asunto del libre albedrío, visto desde la perspectiva tomista y conjugado con los saberes neurológicos del autor.
Dice el profesor Gonzalo Sanz: “El problema de la naturaleza del hombre se puede abordar tanto desde una perspectiva teológica, como metafísica y biológica. Dado que los materialistas rechazan las dos primeras, en este ensayo voy a considerar solamente el enfoque biológico.
Con este enfoque se puede demostrar que el hombre desarrolla funciones que rebasan la materia, es decir, que son metafísicas…” (página 134).
El autor parece haber omitido esta demostración, que por lo demás nos parece imposible. La biología es una ciencia natural y sólo trata de cosas naturales (las que presentan rasgos biológicos o vitales), no de realidades metafísicas. No cabe una demostración física de lo metafísico. Por otro lado, el hecho de que la ciencia no pueda explicar determinadas funciones mentales no supone ipso facto adjudicarles propiedades espirituales o metafísicas.
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