03 junio 2007

Libertad y determinismo

Una discusión reciente en el blog de Enrique Baltanás ha coincidido en el tiempo con mi lectura breve, fugacísima, del libro Entre libertad y determinismo. Genes, cerebro y ambiente en la conducta humana (Ediciones Cristiandad, 2007), del doctor Luís Mª Gonzalo Sanz, profesor de neuroanatomía en la Universidad de Navarra. Se trata de un resumen del asunto del libre albedrío, visto desde la perspectiva tomista y conjugado con los saberes neurológicos del autor.

Dice el profesor Gonzalo Sanz: “El problema de la naturaleza del hombre se puede abordar tanto desde una perspectiva teológica, como metafísica y biológica. Dado que los materialistas rechazan las dos primeras, en este ensayo voy a considerar solamente el enfoque biológico. Con este enfoque se puede demostrar que el hombre desarrolla funciones que rebasan la materia, es decir, que son metafísicas…” (página 134).

El autor parece haber omitido esta demostración, que por lo demás nos parece imposible. La biología es una ciencia natural y sólo trata de cosas naturales (las que presentan rasgos biológicos o vitales), no de realidades metafísicas. No cabe una demostración física de lo metafísico. Por otro lado, el hecho de que la ciencia no pueda explicar determinadas funciones mentales no supone ipso facto adjudicarles propiedades espirituales o metafísicas.

Más sobre asuntos de mente y consciencia en el Grupo CRYF.

3 comentarios:

  1. Creo que estoy de acuerdo contigo: parece desmesurada la pretensión de probar el libre albedrío con argumentos neurológicos (no iba por ahí "El yo y su cerebro [The self and its brain]" de Sir John Eccles?; escrito en colaboración con Karl Popper, pero Popper creo recordar que era monista emergentista, en tanto que Eccles defendía una especie de dualismo cartesiano actualizado). No creo que la ciencia pueda probar a Dios, el alma o ninguna entidad metafísica ... aunque quizás puede "preparar el camino" a una posible afirmación de la metafísica (¿no asignaba el propio Santo Tomás esa función a la razón natural: despejar el terreno, asentar los "preámbulos de la fe" ... dando por supuesto que los artículos de fe propiamente dichos son indemostrables?; eso sí, para él los "preámbulos de la fe" incluían la existencia de Dios; consideraba indemostrables, en cambio, la creación del mundo en el tiempo [el mundo podría ser coeterno con Dios], la Trinidad o la Encarnación, si no recuerdo mal). Yo les agradezco a los científicos no dogmáticos (no cientistas) que me expliquen los huecos y límites de la ciencia; que reconozcan que la ciencia no puede explicar todo (especialmente los orígenes, el fundamento), y que de esa forma dejen algún espacio para el acto de fe. Ir más lejos es seguramente insensato. En este sentido, tu biólogo tomista (que dice que la ciencia puede demostrar el libre albedrío) estaría incurriendo en la misma desmesura epistemológica que los científicos ateos estilo Dawkins (que parecen creer que la ciencia puede demostrar la imposibilidad del libre albedrío, o la no existencia de Dios).

    Kant reconoció la imposibilidad de probar el libre albedrío desde el punto de vista de la razón especulativa. Pero donde fracasaba la razón especulativa, triunfa la razón práctica: "debes, luego puedes". Si no fuéramos libres, no podríamos ser sujetos morales. Pero SOMOS sujetos morales: se trata de un factum rationis no necesitado de demostración. Ergo, debemos ser libres, debemos considerarnos libres (aunque la razón especulativa no consiga entender cómo se pueda ser libre).

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  2. Gracias, C., muy bien apuntado. No hay contigüidad empírica, física o natural, de Dios y el mundo. Yerran los que pensasen que en el instante t=0 (el "big bang") sería el instante creador. Sí, en cambio, puede afirmarse la "contigüidad metafísica", y así es como debe entenderse Dios como "causa" del cosmos: no como causa empírica, factual, sino como causa metafísica del ser del mundo. Y así todo.

    M. Bunge predica la necesidad de que los filósofos atiendan a la ciencia. Creo que en este punto a Bunge ya "se le ha cocido el arroz": es el tiempo de que los científicos escuchen lo que tengan que decirles los metafísicos y teólogos. Y tal vez soñar con la unidad de los saberes.

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