En uno de mis comentarios pasados, sobre las lecciones de verano de Ratzinger en Tubinga, me quejaba de que la "fiebre ratzingeriana" parecía no haber alcanzado a su tratado sobre la Escatología. La muerte y la vida eterna (1977). No estaba bien informado. Acabo de ver en la librería la segunda edición española, publicada por la editorial Herder de Barcelona (2007). Contiene el epílogo a la 6ª edición alemana, "sobre la disputa acerca de la resurrección y la inmortalidad" (1990) y un esclarecedor prólogo fechado en Roma, en la Solemnidad de Todos los Santos, 2006, que ya firma como Benedicto XVI. Sobre la muerte y la resurrección, copio este párrafo (página 178 de la nueva edición):
"De la vida futura podemos tener alguna idea en cuanto al hecho de que se da, por extrapolación y a partir de la vida presente; el mensaje de la fe puede echar mano de una cierta evidencia del pensamiento. Pero el qué de esta nueva vida está, por el contrario, absolutamente fuera de lo que nuestra experiencia abarca, siendo imposible conocerla a partir de nosotros".
"De la vida futura podemos tener alguna idea en cuanto al hecho de que se da, por extrapolación y a partir de la vida presente; el mensaje de la fe puede echar mano de una cierta evidencia del pensamiento. Pero el qué de esta nueva vida está, por el contrario, absolutamente fuera de lo que nuestra experiencia abarca, siendo imposible conocerla a partir de nosotros".
Por eso es artículo de Fe; se cree y se espera. La "experiencia" vendrá después.
ResponderEliminarSin embargo no es absolutamente "vida nueva", porque será vida nuestra, y nosotros ya estamos en en vida; la novedad se entiende referida a las diferencias (sustanciales) de la otra vida futura respecto a esta vida actual ("extrapolación a partir de la vida presente", que dice el texto). El sujeto de la experiencia será, sin embargo, el mismo.
+T.
Desde mi confesa ignorancia, me llama la atención que en este punto del credo se diga "esperamos" y no "creemos". ¿Esperar es lo mismo que creer?
ResponderEliminarEl que tiene Fe, cree y espera.
ResponderEliminarAhora leía lo que Santo Tomás tiene que decir sobre la esperanza (Suma Teológica 2-2, q.17 a.7), donde cita la Carta a los Hebreos, 11,6: "Sin fe es imposible agradarle, porque para acercarse a Dios es preciso creer que existe y que no deja sin recompensa a los que lo buscan".
ResponderEliminarEl concepto "esperar" se entiende desde el concepto de la Historia de Salvación; se dice "expecto" en cuanto que se atiende a la llegada de un acontecimiento futuro en cuanto fin, pero ya iniciado y que se aproxima a nosotros ahora mismo; es una espera dinámica, incluída en el Misterio que se cree, pero vivida como esperanza que nos va a afectar; Creemos en Dios/su Misterio-Cristo/su Redención y finalmente estamos esperando nuestra participación en los frutos de ese Misterio (esperamos-->resurrección-vida eterna).
ResponderEliminarMás o menos.
+T.
"¿Qué después de esta vida tengamos que despertarnos algún día
ResponderEliminaral terrible estruendo de trompetas y clarines?
Perdóname, Dios, pero me consuelo
pensando que el principio de nuestra resurrección
lo anunciará el simple canto de un gallo...
Entonces nos quedaremos todavía un momento tendidos.
La primera en levantarse será mamá ...
La oiremos encender sigilosamente el fuego, poner sin ruido el agua sobre la estufa
y coger suavemente del armario el molinillo del café.
Estaremos de nuevo en casa".
CURRO.
El poema que reproduje en el mensaje anterior (y que me parece emoncionante) es de Vladimir Holan, gran poeta checo. Reparo en que olvidé añadir el nombre. No quiero atribuírmelo fraudulentamente! Yo no llego tan alto ... Cheers, CURRO.
ResponderEliminarEsa cita de Hebreos es el "mínimum necesarium" en cuanto a la fe: Creer que Dios existe y que premia a los que le buscan con sincero corazón (Dios existente y remunerador).
ResponderEliminar+T.
Curro, el poema que citas es maravilloso.
ResponderEliminarTerzio, es verdad, debemos creer en un Dios que recompensa a quienes lo buscan sinceramente.
Ese poeta checo atina mucho, pero no todo.
ResponderEliminarEl Salmo lo supone más bello: "...Y al despertar me saciaré de tu semblante" (Sal 16,5).
Stª Teresa de Lisieux, en el mismo sentido, dice: «Tu rostro es mi única patria».
+T.
Fechner tiene un escrito interesante al respecto:
ResponderEliminarhttp://boards1.melodysoft.com/
app?ID=arje&msg=374
Echadle un ojo.