Para este verano, patrocino entre mis amigos la lectura de las maravillosas Novelas ejemplares de Miguel de Cervantes. Son la aventura en estado puro. Lo tienen todo, y no hay página, ni casi párrafo o línea que no deje boquiabierto de contento y gozo al lector. Esta mañana me he leído la historia de la española inglesa, en que de nuevo se juega con las apariencias, como nos comentaba Jesús. En este relato tampoco nada es lo que parece (unos ingleses que son católicos, y una inglesa que es española...). Muchos detalles me han fascinado (como el ritual de entrada de los buques en puerto), pero dejo que los descubráis leyendo esta historia tan simpática, que termina, ¡cómo no! en Sevilla y con un happy ending. Tan sólo me ha decepcionado la moraleja del último párrafo, que de tan moralizante casi no me parece de Cervantes, sino adventicio: Esta novela nos podría enseñar cuánto puede la virtud, y cuánto la hermosura, pues son bastantes juntas, y cada una de por sí, a enamorar aun hasta los mismos enemigos; y de cómo sabe el cielo sacar, de las mayores adversidades nuestras, nuestros mayores provechos.
Cervantes es Cervantes, el de hoy , el de antes, y el de siempre.
ResponderEliminarMenuda lectura, o lecturas, de las que no te cansarás.
Un fuerte abrazo.
La verdad, Javier, es que da pena que termina la novelita, de lo bien que se lo pasa uno leyéndola (ni en el cine...).
ResponderEliminarDe quien es la pintura???
ResponderEliminarPuede ser de la miniaturista flamenca Levina Teerlinc (1510-1576), en la corte de Elizabeth I.
ResponderEliminarmuchas gracias Joaquín!!!!
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