"En este tiempo ocupaba un tal Teófilo el obispado de Alejandría. Habíase dado a los cristianos de esta ciudad un antiguo templo de Osiris, para que sobre sus ruinas edificaran una iglesia, y al cavar para echar los cimientos del nuevo edificio, se encontraron casualmente algunos símbolos obscenos del culto primitivo, los que Teófilo, con más celo que pudor, expuso en el mercado como objetos de pública mofa. Menos sufridos los paganos en esta ocasión que los cristianos cuando las farsas teatrales sobre el debate de la Trinidad, se alzaron en tumulto y estalló una asonada. Establecieron su cuartel general en el Serapeo, y tales fueron los desórdenes y la carnicería, que el Emperador se vio obligado a intervenir; envió un edicto a Alejandría ordenando a Teófilo que destruyera el Serápeo, y la gran biblioteca reunida por los Ptolemeos y que se había salvado del incendio de Julio César, fue dispersada por este fanático.
"Al obispado de Teófilo ascendió a su debido tiempo su sobrino San Cirilo, que se había captado el aprecio de las congregaciones alejandrinas, como predicador elegante y aplaudido, y a él se debió en gran parte la introducción del culto de la Virgen María. Su influencia sobre este pueblo inconstante estaba empero turbada por Hipatia, hija de Teon el matemático, que no sólo se distinguía en la exposición de las doctrinas de Platón y Aristóteles, sino también por sus comentarios sobre los escritos de Apolonio y otros geómetras. Diariamente se estacionaba ante su academia una larga fila de carros, y la sala de las conferencias apenas podía contener las personas más ricas y elegantes de Alejandría, que iban a escuchar sus disertaciones sobre asuntos que en todo tiempo ha inquirido el hombre y que jamás han sido explicados: ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué puedo saber?
"¡Hipatia y Cirilo! La filosofía y el fanatismo no podían existir juntos, y reconociéndolo Cirilo obró según esta idea. Cuando Hipatia se encaminaba a su academia, fue asaltada por las turbas de Cirilo, en las que iban varios monjes, desnudada en la calle, arrastrada a una iglesia y allí asesinada por la maza de Pedro el Lector; el cuerpo fue destrozado, la carne raída de los huesos con conchas, y los restos arrojados al fuego. Nunca tuvo Cirilo que dar cuenta de este horroroso crimen; parece, pues, que se aceptaba que el fin santifica los medios.
"Así acabó la filosofía griega en Alejandría y pereció la ciencia que tanto se esforzaron en promover los Ptolemeos; la biblioteca Hija, la del Serápeo, fue dispersada, y la suerte de Hipatia sirvió de aviso a los que intentaran cultivar los conocimientos profanos; no hubo por tanto libertad para el pensamiento del hombre; todo el mundo debía pensar como la autoridad eclesiástica ordenase en el año del Señor 414, y en la misma Atenas aguardaba su sentencia la filosofía; Justiniano al fin prohibió su enseñanza e hizo cerrar todas las escuelas de la ciudad."
John William Draper, Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia (1873). Traducción de Augusto T. Arcimís Werle (1876) [Proyecto filosofía en español].
"Al obispado de Teófilo ascendió a su debido tiempo su sobrino San Cirilo, que se había captado el aprecio de las congregaciones alejandrinas, como predicador elegante y aplaudido, y a él se debió en gran parte la introducción del culto de la Virgen María. Su influencia sobre este pueblo inconstante estaba empero turbada por Hipatia, hija de Teon el matemático, que no sólo se distinguía en la exposición de las doctrinas de Platón y Aristóteles, sino también por sus comentarios sobre los escritos de Apolonio y otros geómetras. Diariamente se estacionaba ante su academia una larga fila de carros, y la sala de las conferencias apenas podía contener las personas más ricas y elegantes de Alejandría, que iban a escuchar sus disertaciones sobre asuntos que en todo tiempo ha inquirido el hombre y que jamás han sido explicados: ¿Quién soy? ¿Dónde estoy? ¿Qué puedo saber?
"¡Hipatia y Cirilo! La filosofía y el fanatismo no podían existir juntos, y reconociéndolo Cirilo obró según esta idea. Cuando Hipatia se encaminaba a su academia, fue asaltada por las turbas de Cirilo, en las que iban varios monjes, desnudada en la calle, arrastrada a una iglesia y allí asesinada por la maza de Pedro el Lector; el cuerpo fue destrozado, la carne raída de los huesos con conchas, y los restos arrojados al fuego. Nunca tuvo Cirilo que dar cuenta de este horroroso crimen; parece, pues, que se aceptaba que el fin santifica los medios.
"Así acabó la filosofía griega en Alejandría y pereció la ciencia que tanto se esforzaron en promover los Ptolemeos; la biblioteca Hija, la del Serápeo, fue dispersada, y la suerte de Hipatia sirvió de aviso a los que intentaran cultivar los conocimientos profanos; no hubo por tanto libertad para el pensamiento del hombre; todo el mundo debía pensar como la autoridad eclesiástica ordenase en el año del Señor 414, y en la misma Atenas aguardaba su sentencia la filosofía; Justiniano al fin prohibió su enseñanza e hizo cerrar todas las escuelas de la ciudad."
John William Draper, Historia de los conflictos entre la religión y la ciencia (1873). Traducción de Augusto T. Arcimís Werle (1876) [Proyecto filosofía en español].