En el pueblo pacense de Oliva de la Frontera, a un tiro de piedra del enclave templario de Jerez de los Caballeros, en la Semana Santa la gente del pueblo escenifica con fervor una Pasión viviente, que es digna de presenciarse. No hago más comentarios, porque ya se echa de ver quién es quién en esa historia de buenos y malos... (el malo, malo, aparece al final).
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