26 abril 2010

Welcome to Damascus


Bienvenidos a Damasco, ahlan bikum fi dimashq... Así es recibido el viajero nada más llegar al aeropuerto de Damas. Este simple cartel define muy bien, a mi parecer, el carácter abierto, hospitalario y acogedor del pueblo sirio. Si tuviese que señalar algún motivo para viajar a Siria y Líbano, al Próximo Oriente, no comenzaría por el medio natural (el desierto, las montañas y llanuras, las costas), ni por las ruinas (templos, columnas, estelas, calzadas), sino por la gente. Se ha de viajar, sobre todo, para enterarse uno de cómo se vive en otras tierras. Los objetos, los paisajes, no son más que el fondo de la vida.

Un pasaje que me intriga, entre tantos, del diálogo platónico Fedón, dice, en boca de Sócrates, cuando empieza a relatar el mito (109a): "Nosotros, los que vivimos desde Fáside a las Columnas de Heracles, habitamos en una minúscula porción, agrupados en torno al mar como hormigas o ranas alrededor de una charca". Es una forma muy plástica de presentir que "no estamos solos en el Universo".

El jesuíta argentino José Gabriel Funes, director del Observatorio Vaticano, en una entrevista que hizo ruído, manifestó que no excluye la existencia de vida extraterrestre: Per dirla con san Francesco, se consideriamo le creature terrene come “fratello” e “sorella”, perché non potremmo parlare anche di un “fratello extraterrestre”? Farebbe parte comunque della creazione [Vatican diplomacy].

Viajar, desplazarnos por el espacio y el tiempo, apaga nuestra pretensiones de ser únicos, o los mejores. La larga peregrinación por paises lejanos es una oportunidad de reconocer la hermandad, en aquel profundo sentido franciscano, de la vida sobre nuestra vieja tierra. La visita a los lugares exóticos, como son los paises árabes, provoca al viajero occidental un shock, que puede derivar en el aborrecimiento o en la fascinación. Todo es distinto a lo nuestro: los rostros, las hablas, las costumbres, los rezos, las comidas, la pobreza, incluso la mugre de las calles o de las casas. Pero si se logra vencer el estupor del primer topetazo, se comenzará a comprender la esencial identidad de nuestra condición de hermanos, de ranas en torno a la misma charca.

Mi propósito para las próximas entradas del blog es contar mis impresiones de una última correría por el Próximo Oriente, que esta vez ha alcanzado a Síria y el Líbano. Si logro inspirar en los lectores la curiosidad por viajar por la región, habré alcanzado mi principal objetivo.

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