Con gran cuidado puse una plantita en el centro del jardín parroquial. Me lo dieron creyendo que era algún tipo de pino. Pasó el tiempo y fue creciendo. Alguien dijo que era un cedro, y yo pensé en los Cedros del Líbano cuya belleza cantan tantos libros de la Biblia: Deuteronomio, Isaías, Jeremías, Salmos, Cantar de los Cantares, Sirácida (Eclesiástico), Jueces… Vino otro que dijo que no, que en cedros también hay variedad. Avisamos a un entendido y tras un minucioso estudio concluyó: es un cedro del Himalaya.
No nos importa. Tiene un porte altivo, ramas colgantes y entre sus ramas anidan las aves del cielo.
En nuestra parroquia no tenemos torre ni campanario; tenemos un cedro, plantado por la mano de Dios (cfr. Sal 104, 16) que guió la mía hace ya muchos años, al que “la gloria del Líbano le ha sido dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón”(Is 35,2).
Con gran cuidado puse una plantita en el centro del jardín parroquial. Me lo dieron creyendo que era algún tipo de pino. Pasó el tiempo y fue creciendo. Alguien dijo que era un cedro, y yo pensé en los Cedros del Líbano cuya belleza cantan tantos libros de la Biblia: Deuteronomio, Isaías, Jeremías, Salmos, Cantar de los Cantares, Sirácida (Eclesiástico), Jueces…
ResponderEliminarVino otro que dijo que no, que en cedros también hay variedad. Avisamos a un entendido y tras un minucioso estudio concluyó: es un cedro del Himalaya.
No nos importa. Tiene un porte altivo, ramas colgantes y entre sus ramas anidan las aves del cielo.
En nuestra parroquia no tenemos torre ni campanario; tenemos un cedro, plantado por la mano de Dios (cfr. Sal 104, 16) que guió la mía hace ya muchos años, al que “la gloria del Líbano le ha sido dada, el esplendor del Carmelo y del Sarón”(Is 35,2).
Con razón se llaman "Cedros de Dios".
ResponderEliminarBuen día del Señor.