Hoy he observado mi particular sabbat, en esta espléndida mañana de sábado en Sevilla, en que el cielo ha concedido una tregua de lluvia a la península, acercándome otra vez a curiosear libros viejos en la plaza Nueva. Dice la gente del toro que no hay quinto malo. Y el libro que he comprado hoy por cinco euros al librero Luís Andújar, que hace el quinto de mis compras de la Feria del libro antiguo, tiene un sabor agridulce. Es este:
Louis Hjelmslev (1943), Prolegómenos a una teoría del lenguaje [título original: Omkring sprogteoriens grundlaeggelse]. Versión española de J.L. Díaz de Liaño. Madrid, editorial Gredos, 1984.
"¡Pero qué libros más raros compra este!", oigo ya decir. Pues..., tal vez. Pero debo explicar por qué me provoca alborozo, y también melancolía, haber encontrado este libro en un mostrador de la Feria.
En el curso académico 1981-1982 ingresé en la Universidad. Aún no gobernaba el PSOE en España, y recuerdo la campaña de los antisistema de entonces de "OTAN no, bases fuera". Allí andaban una tarde de otoño a la entrada de la Facultad de Filología de la calle María de Padilla (el lateral de nuestra "Fábrica de Tabacos", que se ve en la imagen de arriba, de la Fototeca), hace ya casi treinta años...
El libro de Hjelmslev devuelve mi recuerdo a aquellos días de estudiante. Me asombra que la memoria me lleve a aquella tarde en que, en la biblioteca de la facultad, como dice el verso de Quevedo (si no siempre entendidos, siempre abiertos), pasaba las hojas de este libro. ¿Qué habrá sido de todos los de entonces?
Si la lingüística es una ciencia ya de por sí analítica, los prolegómenos del profesor danés Hjelmslev admiran por su voluntad de férrea precisión conceptual. Ahora, regresando a sus páginas, me emociona (intelectualmente hablando) sus primeras y últimas frases, que quiero reproducir aquí, e invitar a que se lean:
El lenguaje -el habla humana- es una fuente inagotable de tesoros múltiples. El lenguaje es inseparable del hombre y le sigue en todas sus tareas. El lenguaje es el instrumento con el que el hombre da forma a su pensamiento y a sus sentimientos, a su estado de ánimo, sus aspiraciones, su querer y su actuar, el instrumento mediante el cual ejerce y recibe influencias, el cimiento más firme y profundo de la sociedad humana. Pero también es el último refugio en las horas de soledad, cuando la mente lucha con la existencia y el conflicto se resuelve en el monólogo del poeta y del pensador.
Y las palabras finales del libro de Hjelmslev son elegantes y sencillas, enunciando una soberana enseñanza:
La teoría lingüística se inclina por necesidad interior a reconocer no solamente el sistema lingüístico, en su esquema y en su uso, en su totalidad y en su individualidad, sino también al hombre y a la sociedad humana que hay tras el lenguaje, y a la esfera toda del conocimiento humano a través del lenguaje. Y entonces alcanza la teoría lingüística la meta que se ha prescrito: humanitas et universitas.
Luego nos dirán del poder evocador de los olores y los sabores, pero ¿y el de las lecturas retomadas?
ResponderEliminarPor cierto que esto que comentas no sé si interpretarlo como que fuiste uno de los que entraron en la Universidad por la puerta de Filología y salió por la de Derecho, que algunos conozco.
Y esa fotografía del foso, qué tendrá ¿cien años?
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"Me alegro que me haga esa pregunta...".
ResponderEliminarA la primera: pues sí, hice un año de filología (de donde mi querencia por las letras) y luego me pasé con armas y bagajes a derecho. "Pero esa es otra historia" (como la muletilla de la película Irma la Dulce...).
A la segunda: como conoces bien, el edificio de la Fábrica de Tabacos es simétrico (en un sólo eje). Después de colgar la imagen, caí en la cuenta que de esta puede ser la fachada opuesta, la de la avenida del Cid (la antigua entrada de derecho, que ya se ha mudado), o incluso la de Palos de Moguer (opuesta a la principal de la calle San Fernando).
Tendré que hacer hoy mismo una batida de reconocimiento... En cualquier caso, la imagen es anterior a las reformas de los años 40-50. Así antigua es más evocadora.
Eso parece, que se trata de la auténtica Fábrica de Tabacos, antes de que la lustraran (o no) con las otras tres puertas que ahora le conocemos, pues creo haber leído que la única original es la de la fama trompetera.
ResponderEliminar.
Nunca es tarde para elogiar lo bueno. Destaco el aporte que recibimos los lectores al hallar en este cibertexto los párrafos primero y último de "Prolegómenos". Aprovecho para comentar que es una lástima encontrar estudiosos y docentes que se casan con las ideas y las corrientes de un solo lado del océano. Excelente blog.
ResponderEliminarMuchas gracias, saludos.
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