En el patio de la Mezquita Omeya de Damasco, la chavalería juega al balón al comenzar la tarde, mientras los mayores descansan o pasean. Las familias han llegado hasta aquí peregrinando al lugar santo. Todos los niños del mundo se parecen, incluso en sus juegos en los atrios de los templos.
Si a unos chavalillos se les ocurre jugar al balón en el patio de la catedral-mezquita de Córdoba, los guardas los corren a gorrazos. ¿Será diversidad de pensamiento?
ResponderEliminarA mí que soy sevillano, la escena me recordaba a los niños correteando y deslizándose por la rampa de la plaza de El Salvador, preparada para la procesión de la cofradía de Pasión el Jueves Santo.
ResponderEliminarEn la mezquita omeya el ambiente es muy familiar, incluso para los visitantes de otras religiones. Hay que verlo.
Creo que un conocimiento verdadero entre las personas de distintas religiones es el único camino para la comprensión entre ellas. Los que conocemos de primera mano la realidad de los musulmanes, sabemos que no es difícil ver las similitudes y que tampoco a ellos les cuesta ver esto mismo.
ResponderEliminarEliminar los estereotipos es la mejor manera de empezar a conocernos, como haces tú por medio de estos post.
Gracias y ánimo
Has dado en la diana, Bernardo. No soy ingenuo y no desconozco las dificultades, aunque en estos momentos, es importante difundir ideas favorables a la convivencia y comprensión mutua, entre todas las culturas del planeta. Eso exige también localizar los factores que provocan discordia.
ResponderEliminarUna de las cosas que más me gustó de Siria es el ambiente de las mezquitas (y que te dejen entrar en ellas, cosa que no ocurre en otros paises islámicos) Hay un clima que reune descanso, conversación, contemplación, rezos, paseos, simplemente estar dejando pasar el tiempo... Me sentí muy agusto en ellas, tanto en Damasco, como en Alepo.
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