Un pequeño placer del callejeo en Damasco es tomarse un zumo de frutas, afición que comparten por igual nativos y visitantes. En una de tantas zumerías de la ciudad, puedes tomarte una jarra de zumo de naranjas recién exprimidas, bebido con parsimonia, viendo pasar el tiempo.
No sabía nada de esos pequeños placeres de los que hablas. Aunque ya me supongo que en Damasco tiene que haber cosas buenas y las gentes de esa tierra sabrán disfrutar de ellas.
ResponderEliminarSólo con ver esas fresas… qué elixir saldrá de ahí. Y lo otro, ¿qué es? Parecen moras, ¿las hay? Si lo fueran, pura ambrosía…
¡Los zumos en Oriente Próximo parece que saben mejor! El aroma de la naranja me transporta idealmente a esas tierras...
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