23 junio 2008

Agnosticismo

"De los dioses no sabré decir si los hay o no los hay, pues son muchas las cosas que prohíben el saberlo, ya la oscuridad del asunto, ya la brevedad de la vida del hombre." [frase de PROTÁGORAS, según el testimonio de Diógenes Laercio en las Vidas de los filósofos más ilustres].

Esta es una de las formulaciones más antiguas del problema del agnoscitismo: no sabemos, ni disponemos de medios para saber si Dios existe. La actitud agnóstica es propia de intelectuales, porque nace de la reflexión y de la búsqueda de razones para creer, aunque la experiencia nos diga que nunca encontraremos un razonamiento que nos convenza. En cambio la fe consiste en aceptar confiadamente lo que creyeron nuestros mayores y nos enseñaron, sin hacer mayor cuestión de ello. Por eso agnóstico sólo pueden serlo los filósofos, sabios y pensadores; pero creyente puede serlo hasta un analfabeto.

La mayoría de nosotros cree, si no nos deslizamos en la indolencia de la buena vida. Y el agnóstico quisiera creer, pero se lo impide su actitud inquisitiva y desconfiada. Por el contrario el ateísmo es insostenible, porque es infundado: más bien todo lo que nos rodea impele poderosamente a creer en la existencia remota de un Creador. El ateo renuncia a explicarse de dónde viene este teatro del universo, pero no ofrece ninguna buena razón de que todo lo que hay exista porque sí.

El agnóstico, quien dice no saber si creer, está a un paso de la fe, que se apoya en la confianza y no en las pruebas. Y tan es así, que el creyente que busca argumentos de su fe se hace fácilmente agnóstico atravesando la raya del desconocimiento. Al agnosticismo y la creencia sólo los separa un grado, que consiste en pasar de los argumentos racionales al refugio de la tradición.

Pienso que el agnosticismo es digno de un estudio atento, incluso mayor que el de la fe. No tanto por la circunstancia, a la vista de todos, de que en los países prósperos nos ilusionamos con poder vivir sin invocar a Dios todos los días. Hay algo más.

La historia del pensamiento nos sugiere que el hombre pensativo, abandonado a su suerte, puede inclinarse indistintamente a creer o a no creer, y con mayor facilidad a la increencia, porque es la actitud que nos parece que mejor se acomoda a este mundo dispuesto a nuestra medida, donde no encontramos ninguna señal de Dios, y los hombres sufren y padecen injusticias.

Por eso los teístas, con Santo Tomás de Aquino al frente, pensaron que la primera tarea de la teología es argumentar la existencia de Dios, porque no es evidente ni salta a la vista, y se da por supuesto que lo espontáneo es no creer, porque no vemos que Dios nos socorra en nuestros aprietos.

En los próximos posts haremos algunas reflexiones sobre el agnosticismo. No esperamos conmover a ningún agnóstico para que crea, pero al menos le proporcionaremos materiales para su propia reflexión. Al agnosticismo se llega por el pensamiento, y por el mismo camino se habrá de escapar de él.
.

10 comentarios:

  1. Estaremos atentos. La cosa promete.

    ResponderEliminar
  2. Excelente, esa pregunta es "la pregunta".

    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Un poco de filosofía aleja de la religión; y mucha, hace volver.

    ResponderEliminar
  4. Has dado en la diana, Juanjo. Vamos a defender la "mucha filosofía".

    ResponderEliminar
  5. Creo que su planteamiento es, al menos, confuso.

    Antes de entrar de lleno en el debate habría que aclarar varias cosas, por ejemplo:

    - La actitud agnóstica es propia de intelectuales. Pues no. La actitud agnóstica es tan propia de intelectuales como la atea o la teística. A no ser que usted entienda al intelectual del mismo modo que Paul Johnson, o que, en caso contrario, no considere a San Gregorio de Nisa, San Gregorio Nacianceno o San Lucas un intelectual.
    - También debería mostrar que el agnosticismo surge de la reflexión y no de una creencia, porque eso de anticipar el resultado antes de comenzar a razonar, es como mínimo sorprendente, ¿no cree?.

    - «Por eso agnóstico sólo pueden serlo los filósofos, sabios y pensadores; pero creyente puede serlo hasta un analfabeto», sí a la segunda parte, no a la primera. Agnóstico puede ser cualquiera.

    - «El ateismo es insostenible», sin embargo hay muchos ateos. Y deístas. El ateo normalmente explica el origen del Universo, otra cosa es que lo haga correctamente. Por ejemplo, un evolucionista (ateo) lo hace.

    - Que un agnostico se apoye en la confianza, es como mínimo, incosistente. E incongruente. O sea.

    - Lo de la tradición como refugio es una boutade. Vamos a ver, la Sagrada Tradición es una de las cosas que diferencia a un católico de un protestante. Un protestante no se refugia en ninguna tradición (en principio), pero para el católico la Sagrada Tradición es uno de los modos de transmisión de la Revelación que es Cristo (de ahí que el catolicismo no sea una religión «del libro»). Tanto la Tradición como la Escritura tienen el mismo origen y tienden al mismo fin. No debería tratarlo como un prejuicio (es la sensación que da, o lo que parece intentar demostrar en sus últimos escritos, a raíz de las diatribas mantenidas respecto a la Sagrada Escritura). Ahora bien, si usted está hablando de la tradición como «costumbre», pienso que trata al creyente como un autómata, incapaz de racionalizar la fe, es fácilmente refutable considerando únicamente a los Padres de la Iglesia, por poner un ejemplo sencillo.

    - Debería aclarar de dónde surge esa inclinación del hombre de pensamiento a no creer, ¿de su naturaleza? ¿el pensador no tiene la naturaleza humana? ¿de una cualidad que no posee el resto de los seres humanos? Entonces, ¿por qué hay iletrados que no leen? No es una cuestión de inclinaciones, o de taras, sino de soberbia.

    - Santo Tomás no es teísta, es católico. Dudo mucho que el de Aquino le admitiera ese atributo. Aunque según sus premisas, Santo Tomás no fuera un intelectual.

    - Por último, ¿no cree que el tema del agnosticismo está superado? Ahora el problema es otro, es la indiferencia: la existencia de Dios no es algo que afecte al hombre post-moderno.

    ResponderEliminar
  6. Gracias Isaac por tu participación.

    Este primer post está pensado para situar el tema, y hacer un llamamiento para que los lectores, si quieren, ofrezcan su propio punto de vista. Las discrepancias son bienvenidas.

    El perfil "conceptual" del agnóstico espero que quede perfilado al final de la serie (calculo unos seis u ocho post...). En cualquier caso, al agnóstico yo lo veo así, tal como lo he pintado (sin yo serlo).

    El interés del agnosticismo es que es un reverso de la fe (donde el creyente dice saber, el agnóstico dice que no). Por el contrario, el ateo es un "creyente" de signo inverso. Espero que lo veamos al final.

    No dudo que el mayor problema de la Iglesia es la indiferencia ("apostasía silenciosa" lo ha llamado el cardenal Cañizares hace unos días). Eso no quita que aquí, en el blog, prestemos atención al fenómeno particular del agnosticismo, que debe distinguirse cuidadosamente del ateísmo. El agnosticismo, insisto, procede de la reflexión, y por tanto es una dolencia de gente que piensa (llámese como se quiera). En cualquier caso la actitud del agnóstico me parece más consecuente que la del ateo.

    Finalmente, he puesto en cursiva, a propósito, la palabra "teísta" aplicada a Santo Tomás. Es un término neutro que alude a cualquier filosofía que sostenga la existencia de un Dios creador. En ese sentido amplio, Santo Tomás es teísta. La condición de católico no viene a cuento de lo que tratamos aquí.

    ResponderEliminar
  7. Pero si no resuelve esas cuestiones no podrá acercarse adecuadamente al problema, sino a una construcción mental, a una idea.

    Usted no sólo ha dicho que el agnosticismo procede de la reflexión, sino que es una actitud propia de intelectuales, cosa que habrá de demostrar ¿o no? ¿Ha leído usted la conversión de San Justino?

    En su contestación ha dado un argumento del estilo: yo parto de que 2 + 2 = 5, eso es lo que yo entiendo por la suma. Dudo mucho que eso le sirva para acercarse al problema de la aritmética.

    Respecto al teísmo y Santo Tomás, esa concepción amplia, descentra el problema más que concentrarlo. El Dios en el que cree Santo Tomás ( y los católicos) no es el mismo en el que ¿creía? Voltaire. Si Voltaire y Santo Tomás son teístas, entonces nadie es teísta.

    No se si me explico.

    Idem respecto al tema de la tradición.

    ResponderEliminar
  8. Isaac, no se trata de discutir lo que diga yo, sino de que cada uno dé su visión del asunto. No descarto que yo me equivoque, pero es como veo la cosa.

    Por otro lado, creo que es importante que nos centremos en las cuestiones principales, no es las accesorias.

    ResponderEliminar
  9. "Los teístas, con San Anselmo al frente, [...]"

    ¡Cuánto mejor así!

    ResponderEliminar