"Inquiere también el entendimiento si el alma separada del cuerpo recupera en el día del juicio el mismo cuerpo que tuvo primero. Y entonces asciende a la Divina Justicia, Grandeza y Verdad, con las cuales contempla en Dios un grande, verdadero y justo juzgar; y después desciende a la vista, que ve que cada hombre opera según su libre albedrío, bien o mal; en lo que conoce que el alma recupera el mismo cuerpo, para que el mismo hombre sea remunerado del bien o castigado del mal que haya hecho; porque si no recuperase el mismo cuerpo, la Justicia de Dios no tendría en él tan grande y verdadero acto, respecto de que si juzgaba el alma y no el cuerpo, juzgaría la parte y no el todo."
Ramon Llull, De ascensu et descensu intellectus (1304).
Página de la Universidad de Barcelona: Centre de Documentació Ramon Llull
Ramon Llull, De ascensu et descensu intellectus (1304).
Página de la Universidad de Barcelona: Centre de Documentació Ramon Llull
Hubo hace años una intensa crítica a la doctrina católica porque, se decía, minusvaloraba lo córporeo y primaba lo anímico; se desconocían, o se ocultaban, textos y enseñanzas como este del BtºLulio, y otros mayores aun de Stº Tomás; incluso se obviaba el dogma referencial de la Encarnación y e mismo de la Resurrección de Xtº.
ResponderEliminarLa liturgia exequial lo reza con versículos del Libro de Job:
"Creo que mi Redentor (vengador)vive/ y que al final del tiempo he de resucitar del polvo / lo veré yo mismo, no otro / con mis propios ojos lo contemplaré / y en esta carne mía / veré a Dios mi Salvador". (Jb 18,25-27a)
+T.
Lo admirable del discurso luliano, ese ascenso y descenso de la inteligencia por la escala de la realidad, también puede ser lo más discutible. Somete las realidades que exceden nuestra inteligencia (Dios, o el alma inmortal, valga la expresión) al cálculo racional.
ResponderEliminarEn el texto que he copiado, Llull infiere la reunión del cuerpo y el alma, de la necesidad estrictamente lógica de que la justicia divina tenga por objeto el todo (el ensamble de cuerpo y alma) y no una parte (sólo el alma).
Lo que está en discusión es si es posible ver en el alma "una parte de un todo".
Inextricable empeño, sin poder siquiera verla (al alma, digo).
ResponderEliminarAhora más serio: Si el Btº Llul en vez de español hubiera sido alemán, hubiera ganado en archi-fama; al pobre se lo saltan en los manuales, y nuestros bachilleres lo ignoran de pe a pa (como casi al San Agustín y al Platón que tanto laten en el Lulio).
+T.
Encontré por fin el libro de Laín Entralgo (tengo la biblioteca tan desordenadísima desde que hicimos obras en casa que me ha costado dar con él). Van aquí un par de textos relacionados con el asunto:
ResponderEliminar"Ni Jesús ni San Pablo dicen que la muerte humana consista en la separación de un alma inmortal y un cuerpo mortal. La tan sabida distinción paulina entre "sarx" (carne), "psykhé" (alma) y "pneuma" (espíritu) no es mencionada ni aludida en los textos que hablan de la resurrección de los muertos. ¿Cómo, pues, ha surgido y se ha hecho tradicional y punto menos que canónica la concepción del hombre como la unión de un alma y un cuerpo?" (Laín Entralgo, P., "Cuerpo y alma", Espasa Calpe, p. 284).
[Glosando la doctrina de Sto. Tomás sobre el alma, comenta]: "El "alma separada" -el alma tras la muerte del cuerpo- existe en una situación "inconveniente" a su naturaleza, e incluso "contra su naturaleza". Su estado en el cuerpo es más perfecto que fuera de él; unida al cuerpo se asemeja más a Dios que separada de él" (p. 286).
"La concepción estructurista [sic] de la entera realidad del hombre conduce necesariamente a la idea de la muerte total o "Ganztod", como la llaman los actuales teólogos tudescos. Al morir, todo el hombre muere. ANte su muerte física, [...] todo hombre puede decir: omnis moriar. Pero, tras la muerte física, un misterioso designio de la sabiduría, el poder y la misericordia infinitas de Dios hace que el hombre que murió, el hombre entero, resucite a una vida esencial y misteriosamente distinta de la que en este mundo se mostraba como materia, espacio y tiempo. [...] En esa vida perdurable tiene su objeto más propio la esperanza del cristiano. Por lo cual, después de haber dicho ese radical "omnis moriar", el cristiano dice de sí mismo y piensa que pueden decir todos los hombres: "omnis resurgam", todo yo resucitaré" (p. 290).
Saludos, CURRO.
Gracias, Curro, seguiremos con Laín Entralgo. También tengo el librito "Cuerpo y alma", que dice cosas interesantes. Antes, voy a tener el atrevimiento de asomarme a Santo Tomás (muy pronto).
ResponderEliminarMuy bien, Joaquín: esperamos tus comentarios sobre "el Gran Buey Mudo" (así llamaban al Doctor Angélico, como sabrás). Terzio me ha hecho caer en la cuenta de que el hermoso texto "Creo que mi redentor vive, etc." procede del libro de Job. Yo lo conocía por el maravilloso aria de "El Mesías" de Haendel: "I know that my Redeemer liveth". Saludos, CURRO.
ResponderEliminarMadre mía, como sigáis abrumándome con vuestras erudiciones voy a tener que cerrar el blog...
ResponderEliminarTanto que me gustan los oratorios musicales, también he descubierto el fondo religioso de la música de Bob Marley, como he dejado registrado en un anterior comentario.
La escolástica sitúa al hombre en un espacio de la creación que ocupa el culmen del mundo material con la inclusión en el sujeto humano de la esfera espiritual: Entre el animal y el ángel, el alma racional humana que subsiste en el cuerpo es la forma sustancial del hombre.
ResponderEliminarSi existen seres netamente materiales y hay espíritus puros, que lo espiritual del hombre pueda existir circustancialmente desprendido de su sustrato corpóreo no es contradictorio.
La escatología intermedia reconoce la existencia del "juicio del alma" a la vez que la separación temporal del cuerpo, con cuya realidad idéntica (numéricamente el mismo) será reintegrado cada sujeto en el momento de la resurrección final.
Esta es la doctrina. Laín va y viene, se mece entre lo clásico, lo cristiano, la filosofía de la época y su personal reflexión.
Al final todos nos inquietamos por nuestra anímula vágula blándula, y mejor será que la trascendencia sea su final con "reciclaje".
+T.
Claro, aunque nos adelantemos a discutir sobre Laín (sobre el que me gustaría volver) estoy de acuerdo, Terzio, que no parecía sujetarse a la estricta ortodoxia. En el texto que copié en primer lugar, empleaba términos un tanto despectivos con Stº Tomás, aunque prefiero indagar qué parte de razón podía asistirle. Laín no nos ha ofrecido ninguna tesis original, aunque tenía la honradez de citar puntualmente sus fuentes de ideas. El valor de sus disquisiciones, si lo tuviesen, es que habían sido repensadas, no como mero entretenimiento intelectual, sino como ocupación de su vejez, en que se disponía, como cristiano "a su modo" a encarar la muerte. Volveremos, pero antes insisto que quiero hacer mi propia (y osada) lectura de Stº Tomás.
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